Hace tiempo que salí de ese cuento,
de hadas, princesas y príncipes
dónde se era feliz porque sí,
y no daba miedo expresar
mis emociones.
De vez en cuando,
aparecía algún lobo,
pero siempre me lo espantaban del camino,
diciéndome que pensara cosas bonitas,
e incluso se quedaban a mi lado hasta que me durmiera y desapareciera de mi mente.
Ahora la vida se complica, la inocencia se esfuma
al parecer se ha consumido,
ya no confío en nadie y para llegar a mí
hay que pasar 50 muros,
los mismos que he ido construyendo
decepción a decepción.