Tras la discusión recogió sus cosas y tras un portazo salió.
Él se quedó observando la escena sin decir nada.
Escuchó como cayó aquel jarrón a sus espaldas,
escuchó como crujía lentamente cada pedazo,
como si su sonido conformara la canción más triste del mundo.
Se giró.
No había restos de cristales en el suelo.