Capítulo 6: Needless

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Su cuerpo era tan suave como un copo de algodón.

Tenerla desnuda bajo mi cuerpo fue sin duda una de las experiencias más excitantes de mi vida.

Sus manos expertas se pasearon por mi cuerpo sin temor, y sus labios me repartieron los besos más llenos de pasión que jamás nadie me había dado.

Si... Estaba coladito por ella...

No podía evitar sentirme un poco cohibido: hasta ese entonces había sido yo el dominante en lo referente al sexo, siempre imponiendome sobre cualquier mujer, pero ella era diferente.

No le echaré la culpa a la diferencia de edad, pero definitivamente íbamos en sintonías diferentes.

Yo quería amarla, acariciarla... Hacer algo que la hiciera sentir diferente a las demás con las que había compartido la cama; pero ella quería pasión y sexo puro y duro.

Si... Era un gilipollas...

Esa noche me faltaron los condones y terminé totalmente magullado. El dolor del cuerpo, sin embargo, no aminoró la sensación de placer y satisfacción que me dio Ria esa noche. Nuestra primera noche.

Muchos de mis amigos especulaban que esa era la verdadera razón por la cual me resistía a dar por concluida nuestra relación por demás desgastada, decían que me tenía tomado por los huevos... Y era cierto. Ria me había enseñado muchas de las cosas que ahora sabía. Ella había sido mi maestra y por primera vez me sentí a gusto de no ser yo quien lo guiara todo.

Me gustó y me acostumbre...

Y ¿porque pensaba en eso ahora? Ah... Porque estaba a punto de morir colgado de la polla, y probablemente esta alimentaria a los tiburones.

- Ya hemos llegado muñequita — me susurró con su asqueroso aliento

- Pudrete — conteste con desdén

Me pararon entre dos que no pude reconocer y me obligaron a caminar con los ojos vendados. ¡Hijos de puta! Si me caía esta vez sí me haría daño. ¡que no sabía ni en donde puñetas ponia los pies!

Una mano callosa se coló entre mis brazos jalandome con dirección hacia el. Intentaba guiarme o en su defecto me golpearía en cualquier momento.

El olor a la brisa marina y a pescado se estaba evaporando de a pocos, dando lugar al desagradable olor de lejía y pino. Supe en ese instante que ya no me encontraba fuera, sino que había ingresado a un lugar hipotéticamente cerrado.

- Ahora pelucona — continuó con voz gangosa — voy a quitarte la venda y las cuerdas, pero te me quedas quietito y calladito hasta que el jefe venga a verte.

No respondí.

Me quedé quieto mientras desataban las puntiagudas cuerdas que me atravesaban la piel de las pantorrillas y los brazos. Luego me sacaron la venda de los ojos... Y fue como si hubiera sido la primera vez que veía el puto sol.

La luz que entraba por aquel ventanal casi me hacía daño en los ojos pero la disfrute como si fuera un ciego recién operado para poder ver.

Lo que seguidamente descubrí fue que mi sentido de deducción era muy bueno.

Efectivamente me encontraba en un lugar cerrado, específicamente un hall: perfectamente iluminado y limpio, con amplios sillones de cuero negro que hacían juego con lo blanco del piso de mármol y las paredes que, a pesar de ser un tono mas oscuro, conjugaban con exactitud.

Debo decir que me sorprendió estar ahí. Me imaginaba un lugar lleno de alimañas y ratas, cubierto de musgo y verdina. Un lugar de terror como en las pelis, con celdas sucias y barrotes impenetrables. Pero no...

Tras La Pared/Saga Behind The Souls - Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora