IX.

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Me sacudieron bruscamente, y fue entonces cuando me di cuenta que me había quedado dormida. Abrí los ojos, desorientada, y vi que Andreas movía la boca pero no podía escuchar nada porque aun tenia los audífonos puestos. Los arranque y sacudí la cabeza un poco.

—¿Que dijiste?

—Que despiertes de una puta vez.— Rió. —Ya llegamos.

—¿Tan rápido?— Enrolle mis audífonos en una bola mientras veía por la ventana. Sentí un pequeño calambre en el cuello.

—Si.— Respondió con una sonrisa en el rostro.

Mis ojos apreciaban el paisaje a mi alrededor. Había estado allí un millón de veces, pero todavía me deslumbraba cada vez que volvía. Ninguno de los cinco podía negar que era una ciudad hermosa. Me sentí medio incomoda de estar sentada ahí después de haber escuchado su conversación. Pero estaba decidida a hablar con Tom al respecto. En privado.

Aparentemente Tom aun recordaba Berlin a la perfección, porque nos condujo a través de la ciudad, hacia un gran estadio donde asumí que seria el concierto. Fuera de el se formaba una cola de personas, pero no pude verla durante mucho tiempo porque Tom nos llevo hasta la parte de atrás del edificio. Allí, un hombre salio de una puerta gigante y nos hizo señas para que nos detuviéramos. Tom bajó la ventana para hablar con el señor.

—Va a tener que aparcar al frente, señor.

—Nos dieron instrucciones de que aparcáramos aquí y entráramos por aquí atrás.— Tom saco un papel de la guantera y se lo entrego al hombre, quien lo leyó y nos dejo pasar. Andreas y yo estábamos tan emocionados, que estábamos fuera del carro antes de que Tom pudiera aparcarlo correctamente.

Cuando entramos, nos dieron pases backstage, y estaba mas inquieta que una niña de dos años. Iba a ser una noche fenomenal y ni siquiera me importaba que Tom estuviera ahí. No iba a dejar que la arruinara. Andreas y yo caminamos frente a los demás por el pasillo, lo cual era un poco ridículo porque ninguno de los dos sabia donde iba. Sin embargo, fuimos detenidos en una puerta por un par de tipos corpulentos. Les mostramos nuestros pases y nos dejaron pasar, pero decidimos esperar a los demás.

—¡Vamos! ¡Apúrense!—Les grite a los demás.

—¡Queremos entrar!— Andreas les grito después de mi.

—Mierda, cálmense.— Tom murmuro en voz baja, pero aun así lo escuchamos. Quería golpearle la cara.

—Estamos viejos. Tengan paciencia.— Dijo Georg.

Cuando por fin nos alcanzaron, entramos a un área que parecía ser exclusiva. Ahí debíamos esperar a los artistas. La sala estaba rodeada con mesas llenas de bocadillos, y como no había comido nada desde antes de subir al avión, estaba llenándome la boca de comida cuando entro Lana Del Rey. Arroje la comida que tenia en la boca y fuimos a hablar con ella. Era mucho mas hermosa en persona. Quería gritar, pero me contuve. No quería hacer el ridículo frente a todos.

Estaba triste porque no tenia nada para que me autografiara, así que Georg se quito la franela que llevaba por debajo de la camisa para que me autografiaran. Mientras Lana autografiaba la franela, entraron los de Major Lazer y Alessia Cara conversando entre ellos en voz alta. Al parecer eran fans de Tokio Hotel porque nos saludaron apenas nos vieron, y luego todos procedieron a firmar la franela.

Finalmente, llegaron los Red Hot Chilli Peppers y todos firmaron mi franela. Literalmente no podía estar mas feliz en ese momento. Estaba en la presencia de músicos increíbles y tenia a mis amigos conmigo. Y bueno, Tom. La oveja negra. Aun no entendía porque tenia que estar ahí. Nos quedamos ahí alrededor de una hora antes de salir a ver el show.

Hurricanes & Suns. (Tom Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora