11-Mi culpa.

238 19 13
                                    

-Matsui, ¡hazlo!

Habló en un tono apenas audible la única persona que tenía en el mundo.

Matarlo será ¿Inevitable?

El pensar si quiera el derramar su sangre es intolerable.

Un tipo se acercó a mi entregandome un arma, la observé por varios segundos.

-Matsui... No temas, actúa siempre firme como lo haz hecho hasta ahora, ¡Matáme!

No... No podría, mi mirada comenzaba a tornarse cada vez más fría, no quería asesinarlo pero de igual manera terminariamos muertos ambos ¿Debía hacerlo?

-Fuiste mi único amigo.-escuché que pronunció.-¿Recuerdas esa vez en que te desespere tanto que rompiste la ventana de tu cocina?.-Sonrió.-Después me hiciste pagar por la reparación, vivimos inumerables experiencias Matsui.

¡No puedo joder!

-¿Porqué viniste Matsui?

Por qué llamaste estúpido.

Y por qué tú...

-También eres mi único amigo.

Acomode el arma en mi mano y apunte a su pecho.

-Siempre lo seré...

Dispare el arma tres veces, en mi rostro no podía haber más que una expresión de frialdad.

Y esas fueron las últimas palabras del que una vez me dio su apoyo incondicional, el fue fiel a morir, tanto me quería que prefirió morir a que yo fuese descubierto.
Los tipos que me obligaron a hacer esto estaban tras de mi comenzaron a aplaudir, para ese momento yo ya no pude controlarme.
Saque una de mis armas del bolsillo y empecé a dispararle a cada uno de ellos, uno por uno iban cayendo al piso.

Si Nathan no vivía, ¿Porqué ellos sí?

Se escucharón pasos que se acercaban rápidamente a la habitación donde estaba, abrí la ventana las ramas de un árbol cercano me ayudaron a salir de allí, guarde las armas en mi bolsillo y trepe al árbol para salir de aquella mansión.
Corrí por el bosque, corría sin rumbo; me sentía vacío y por primera vez en mi vida me arrepentí de asesinar a alguien.
Seguí corriendo a través del obscuro bosque hasta llegar al muro que salté horas antes, volví a saltarlo para correr nuevamente a donde estaba mi auto aún con mi máscara puesta.
De tanto correr mis piernas se sentían cansadas, pero no quería parar.

Al recordar a Haru me angustie más, si al regresar a casa no estaba ¿Qué pasaría después?
¿Todo habría sido en vano?

Subí al auto y lo encendí, saque un cigarrillo, el aire estaba frío pero aún así bajé las ventanillas; conducí llegando a un lugar donde vendían alcohol clandestino, compra varias latas de cerveza y después seguí mi camino a casa.

Al llegar a casa estaba preparado para lo peor, con mi cigarrillo y cervezas en mano abrí la puerta esperando que Haru no estuviese, que al día siguiente se diera a conocer mi rostro en la noticias anunciando mi cadena perpetúa.

Pero no fue así entre y vi al pequeño Haru dormido en el sillón para ese entonces yo ya había tomado un poco mientras que el alcohol empezaba a hacer efecto en mi cuerpo.

Deje las cosas en la mesita de la sala, me senté para ver a Haru dormir, estaba tan pacífico se veía tan jodidamente hermoso y tierno. No sabía si podría contenerme, decidí llevarlo a su cama entonces la hable suavemente al oído.

-Haru... Te quedaste dormido en el sillón, vamos a tu cama.

Pero estando yo ebrio mientras él estaba adormilado no fue una buena idea puesto que ambos íbamos tambaleando, al estar ya cerca de la cama nos tropezamos ambos y por alguna razón de la vida quedé sobre él.

El Asesino Enamorado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora