¡Detente!

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Sus ojos sufrieron un golpe de alivió al ver que el pequeño niño que tanto adoraba estaba parado ahí, justo al pie de su cama y, si eso fuera poco, el incesante cachorrito también estaba ahí. Como acto reflejo al salir del estupor del sueño en el que estaba llevo sus manos hasta su pelo, acomodando el par de mechones desordenados que tenía.

Chan soltó una risita que fue perfectamente audible para el recién despertado. El pulso del mayor comenzaba a intensificarse con cada segundo en silencio, pero el tener a Chan frente a el -después de días- lo descolocaba de la manera más hermosa; quería abrazarle, sujetar sus hombros y poder besarle el rostro entero al paso que lo empujaba a la cama y lo envolvía en un sin fin de palabras y risas. Pero debía contenerse.

-¡Perdoname! -soltó Jun de manera abrupta- Soy un idiota, lo se, tu lo sabes, Pinky lo sabe, Juno lo sabe... ¡Todo el mundo lo sabe! Pero en realidad sólo te quiero a ti -murmuro de forma suave- Y espero que sientas lo mismo.

Chan mantuvo la mirada en el piso, como si ahí estuviera la respuesta a todas sus preguntas, aunque en realidad no había muchas, sólo era el hecho de estar frente al castaño lo que lo hacía sentir así de inseguro.

–¿Que quieres conmigo? –la dulce voz de Chan embargo la habitación– ¿Por cuánto tiempo?

Jun fruncio el ceño ante aquellas preguntas, eran tontas, al menos para él -que creía haber demostrado claramente sus intenciones en los meses junto al menor-. Aún con el ceño fruncido se puso de pie, hasta quedar frente al menor.

—Escuchame bien, no pienso repetir esto dos veces –advirtió tomando aire— Chan, yo no quiero esos amores pasajeros, o de esos noviazgos cortos. No quiero nada de esa frase típica de “vamos a intentarlo” —remarcó haciendo comillas con sus manos— Yo quiero un amor honesto, uno de esos amores largos, de esos que no se rinden a la primera, de aquellos amores a la antigua, a lo cursi y que tenga el valor de mandar lejos el orgullo —sonrió con ternura acariciando la mejilla del menor— Quiero ese amor duradero, donde se dediquen cartas, serenatas, un verso o un poema bonito, esos amores únicos, especiales, espontáneos. Llenos de magia, de una esencia única y de esos amores que perduran a cada momento —suspiro recargando su frente junto a la contraria– Quiero de esos amores como los de que eran antes, donde la única prueba de amor era no rendirse, donde persistir a pesar de todo significa que era el amor de tu vida.... Eso es lo qué quiero —murmuró con suavidad cerca del oído del menor– Todo, pero contigo.

Los ojos acuosos de Chan viajaron hasta los delgados labios del castaño donde depositó un suave beso antes de romper en llanto y aferrarse al torso del mayor como si fuera un bebé. Nunca nadie había sido tan cálido como lo era Jun y eso era una de las principales cualidades que hacían enloquecer al menor de ellos.

–Te amo –murmuró Dino contra el pecho del castaño– Te amo tanto... Idiota y estúpido, así te amo.

Wen sonrió ante aquellas palabras, acarició con suavidad los costados del delgado cuerpo de su niño; desde sus costillas hasta su cadera, lugar donde se detuvo a dibujar círculos con los pulgares. Una calidad sensación recorrió la espina dorsal del menor que por acto reflejó apego su cuerpo al ageno.

Sus miradas chocaron lo suficiente para ambos alcanzarse en un cálido beso. Un dulce toquéteo de piel comenzó entre ambos cuerpos cuando Jun sostuvo los muslos del menor haciéndo que este aferrara sus piernas a su cadera. Ambos sonreían entre besos, sumergidos en su pequeña burbuja.

—¿Podrías quedarte? –pregunto el mayor con parsimonia mientras besaba el cuello ajeno—Vuelve a casa, junto a Juno, los extrañó...

—¿Que me daras si volvemos? —pregunto el menor en tono juguetón— debe ser algo bueno..

Jun sonrió acariciando los glúteos del menor quien soltó un jadeo debido a la sorpresa. La espalda del menor golpeo de manera rápida el suave colchón de la cama y en menos de un segundo ambos iniciaron una cálida guerra de besos.

Las traviesas manos de Wen viajaron bajo el suéter que llevaba su pareja, acariciando el delgado vientre y presionando sus rosados botones. Dino mordia su labio en un vano intentó de callar sus jadeos.

–Me gusta –murmuró Jun– Tu vientre me gusta...

Chan fruncio el ceño, dispuesto a preguntar a que se refería con aquellas palabras, pero su respiración falló al sentir los delgados labios del mayor sobre su vientre, besando y succionando en diversos lugares. La excitación que Jun estaba provocando en su cuerpo lo tenía ofuscado, sus labios soltaban numerosos jadeos y gemidos, sus manos buscaban algo a lo que aferrarse y su entrepierna comenzaba a levantarse.

—Jun...~ —gimio el menor cuando sintió una cálida opresión sobre su miembro– ¡Oh Dios! —el menor mordió su labio al ver como su pareja besaba aquella sensible zona sobre su ropa— Detente, Pinky esta en casa...

—Entonces tendrás que guardar silencio bebé —Jun sonrió ladino— No pienso detenerme...







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Ni tan corto ni tan interesante :'v De nada :vv

Ya saben, comenten UuUr
Las jamó <3

Love Letter  ~•[Juno][Seventeen]•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora