Capítulo 1: El Primer Día

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Los rayos del sol entraban por la ventana  y se reflejaban en el rostro de un chico de 15 años , quien tenía  la boca abierta y babeando una almohada. Ese chico delgado, con el tremendo grano en la cara soy yo, Sebastián Lizárraga, y esta es mi historia dentro de la secundaria.
Mi despertador aún no sonaba, abrí los ojos, ya que el sol me molestaba, y sonreí de oreja a oreja.

- ¡Hoy es el día! Primer día de clase, nuevos amigos, nueva escuela, nuevos profesores, hoy por fin conoceré gente nueva, espero que no me de pánico social, tengo que demostrar que soy alguien extrovertido y no el chico raro, tímido, introvertido y antisocial de antes, además, nadie me conoce, lo cual es un punto a mi favor, es hora de reiniciar todo, así que... llegó la hora.

Cerré los ojos por un momento y me quede dormido. Me levanté rápidamente, vi el reloj y eran las 8:00 am.

- ¡Mierda! Me hago tarde.

Me paré rápidamente, me puse el uniforme y fui al baño a lavarme los dientes. Me miré al espejo y vi que tenía un tremendo grano en el rostro.

- No puede ser. - Me dije, mientras me cogía el rostro. - Justo hoy se te ocurre salir. - Le hablé al grano, y respiré hondo- Ya fue.

Salí del baño y bajé las escaleras rápidamente con dirección a la puerta de salida de mi casa. Mi casa era una casa de dos pisos, ni muy moderna ni muy antigua, pero igual, ese era mi hogar. En la cocina (Esta se encontraba en la habitación del costado, cerca a la salida de mi casa) me esperaba mi madre, la mujer más hermosa del mundo, en pijama y con rostro de recién levantada, tenía su largo y lacio cabello castaño claro desordenado, su rostro muy fino con mirada cansada, como si no hubiera dormido en toda la noche.

- Te hice el desayuno, ven te acompaño a desayunar. - dijo ella.

- No puedo mamá, me hago tarde.
Come y te vas. - Frúnce el ceño.

- Ya está bien.

Comí lo más rápido que pude.

- ¿Te llevo?

- No mamá, puedo caminar. Anda descansa, se te nota cansada.

- Te harás tarde, además, necesito salir un rato.-Lo dijo con un tono dulce.

- ¿Todo está bien?

- Si, solo... estoy cansada.

Tomó sus llaves, se puso un abrigo y salimos de la casa. Ambos entramos al carro y el ambiente se quedó en silencio. Mi mamá se quedó quieta por un instante, con la mirada perdida, yo me encontraba a su costado, como copiloto.

- ¿Segura que no sucede nada mamá? - le pregunté con tono de preocupación.

- No, tranquilo, no es nada.

- Se te nota en el rostro que sucede algo.

- No, Sebastián, solo estoy cansada.

Todo me parecía demasiado extraño, primero que mi madre me haya preparado el desayuno, luego que no haya llamado la atención por estar tarde, ella, mayormente  es un poco gritona, pero hoy no estuvo así, lo cual es bueno, y por último que me quiera llevar al colegio.

Ella giró la llave y puso el vehículo en marcha, mientras yo me ponía el cinturón de seguridad, y salimos con dirección hacia la escuela.

Al cabo de 10 minutos llegamos.

- Ya llegamos. Te amo demasiado hijito, ten suerte en tu primer día. - Me da un beso y me entrega un teléfono - me llamas a la hora de salida para venir a recogerte.

- Ya, mamá. Te amo. - Le dije, mientras cerraba la puerta del carro.

La puerta del colegio se encontraba cerrada, era un portón super grande y de acero pintado de negro. Toqué para ver si alguien me abría. <<toc, toc, toc>>. Esta comenzó a correrse para un lado y salió un señor de amarillo con negro con una gorra que decía ''Seguridad''.

- Disculpe, me hice tarde, ¿podría pasar?

- ¿ Alumno nuevo, no?

- Si.

- Esta bien, pasa, ve de frente hacia la dirección, ahí se encuentra la auxiliar, quien te llevará a tu salón.

Despedí a mi mamá, que estaba esperando a que entre, y luego se fue. Seguí de frente, el lugar era enorme, habían bastantes árboles, flores, una pileta con la escultura de un delfín, me quedé asombrado porque en mi colegio anterior no había eso. Llegué a la dirección y una mujer  de piel morena, alta, cabello negro, mirada oscura y penetrante, me esperaba ahí, con un cuaderno en la mano.

- ¿Y usted quién es?

- Sebastián Lizárraga, señora - respondí, asustado.

- Es usted nuevo, ¿verdad?

Asentí.

- Sígame, lo acompaño a su salón.

Acompañé a la auxiliar hacia mi aula mientras observaba el colegio, de pronto un chico alto, de cabello negro, acercó hacia nosotros, este tenía el uniforme impecable, parecía el típico chico chupamedias, y estaba sumamente alterado y agitado.

- ¿Qué sucede? - Dijo la auxiliar

- ¡Es algo urgente, por favor acompáñeme! - Dijo el chico, alterado.

- Señor Lizárraga, ¿puede ir solo a su salón?

- Sí, señora.

- Suba por estas escaleras hasta que llegue al segundo piso, ahí se encontrará su aula.

- Gracias. - Le respondí.

Esta se fue y me quedé sólo. Subí las escaleras, pensando en ese chico, en que pudo haber sucedido para que esté tan alterado. Llegué al aula, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón palpitaba demasiado rápido, estaba sumamente nervioso, me vinieron pensamientos.

- ¿Y si se burlan de mi? ¿Si soy de nuevo el raro del salón? Mejor no entro, quiero evitar pasar vergüenza, estoy tarde, con el cabello despeinado, pensarán que no me baño. - Me dije, nervioso,  mientras tomaba valor para entrar.

Respiré hondo. En ese instante una mano grande y gorda me tocó el hombro. Levanté la mirada y lo vi, un chico alto y gordo,  Aarón, mi pesadilla del colegio anterior...

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora