Ahí estaba ella, en la terraza, como una diosa bañada con la luz de la luna, sus curvas se transparentaban bajo el camisón, el sintió como su sangre hervía de solo mirarla, deseaba caer de rodillas a sus pies e implorar una caricia. Desde que la vió estaba en un estado de perpetua excitación. Sabia que estaba mal, que no podía ser, sin embargo su cuerpo se rebelaba, se sentía como un voyeur, quería aullar a la luna y marcarla como suya una vez mas, aunque era inconcebible. La escuchó ordenarle que revelara su identidad, y como un autómata espoleó su caballo y salió a la luz, vio su expresión asombrada, que cambiaba a enfurecida, ella entró a su habitación como una ráfaga de viento. Ir allí había sido una idiotez, el lo sabia, pero deseaba verla una vez mas, y como por inercia cabalgó hasta el Platanal, se quedó observando la ventana cerrada, imaginándola desnudarse y como su cuerpo era abrazado por sus sabanas. Se sentía al limite. Y cuando salió creyó que había muerto y estaba en el cielo.La vio salir de la casa con rifle en mano, y apuntarlo con decisión.
- No eres bienvenido en esta casa Federico Rivero, creí que lo sabias.
- Baja esa arma Cristina - Ella se acomodó mejor el rifle y lo miró con furia.
- Lárgate de mi hacienda si no quieres que le pegue un tiro a tu caballo. - El caballo trotó hacia ella, por orden de su jinete.
- No serias capaz de hacerlo... Ya baja el rifle - Cristina elevó la barbilla y lo apuntó a el entonces
- Tienes razón, no seria capaz de pegarle un tiro a un caballo, pero a ti si. Así que sera mejor que te vayas antes que pierda los estribos - El era perfectamente consciente de todo su cuerpo, y de las señales del cuerpo de Cristina, sus ojos querían atraversalo, su respiración agitada demostraba su enojo, y su cuerpo tenso que estaba preparada para atacar. El se bajó del caballo y se acercó a ella, ella retrocedió dos pasos y tomó con fuerza el rifle, el se pegó y apretó el rifle contra su pecho.
- Anda... Pégame un tiro. Si eres tan valiente.
- No me tientes Federico... Estoy deseosa de mandarte al infierno - el la miró con ojos angustiados.
- Hace años estoy ahí por tu culpa - todo sucedió muy rápido, el le arrebató el rifle y la tomó de los brazos con fuerza, la pegó a su cuerpo y repitió con voz dura y agónica - ya que mas da, ¿no te parece? - la levantó de la cintura con un brazo presionándola al tiempo que la besaba con violencia, la otra mano sostenía su nuca, impidiéndole separarse de el, Cristina lo golpeó, estaba suspendida en el aire, sostenida por el, su beso la lastimaba, pero su corazón aleteaba desesperado, ella luchó por apartarse de el, pero era imposible, el la llevo consigo hasta la pared mas cercana y la aprisionó, sostuvo sus manos que lo golpeaban una y otra vez y la retuvo.
- Suéltame... Como te atreves! Debí matarte - El uso su rodilla para abrirse paso entre sus piernas y se apretó contra ella, mientras con una mano sostenía sus muñecas arriba, con la otra subió a sus caderas una de sus piernas, colocándola en una posición vulnerable, ella sintió su erección, sus pezones se irguieron, y su entrepierna se humedeció, odió su cuerpo, que respondía excitándose, lo odió a el por hacerla pasar por esto.
- Dame tu boca Cristina - El tomó su boca otra vez con la fuerza de un macho reclamando a su hembra, empujó su erección, estimulándola, Cristina gimió presa de una excitación descontrolada, de una pasión que la quemaba, le correspondió con la misma intensidad, sentía como se acercaba a su limite, el mordió su cuello, al tiempo que seguía moviendo sus caderas, lo sentía acercarse, lo olía en ella, lo saboreba, una, dos, tres veces mas y el orgasmo los atravesó, el gritó al tiempo que sentía como se corría en sus pantalones, y al sentirla a ella apretarse contra el, y arañarlo en la espalda, ambos respiraban con dificultad, buscando el oxigeno que se había escapado de sus pulmones. A medida que sus cerebros empezaron a asimilar lo que acaban de hacer el se separó bruscamente, la soltó y ella se tambaleó. El la miró y vio sus labios ahora hinchados y enrojecidos por sus besos, vio como su cuello estaba enrojecido por sus marcas, y como ella se sostenía brevemente de la pared mientras asimilaba lo que acababa de suceder. Se sintió como un canalla, porque aún la deseaba. No tendría suficiente de ella, porque ella no era suya, y no podía serlo jamás. Se rió con desesperación ante la burla que suponía, desearla con locura, Severiano Alvarez seguro se estaba riendo de el, desde el infierno., ella subió la mirada y con rabia le espetó
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"Pasión Dolorosa"
FanficCristina Alvarez Rivas de Maldonado: Una mujer sensual, heredera de unas tierras que su despiadado padre le dejó, la vida la ha endurecido; en un ambiente de hombres machistas se coloca como una hacendada reconocida. Su pasado amargo es su talón de...