- No te vayas… por favor – ella se acercó y se enfrentó a él, estaban tan cerca que sus cuerpos casi se rozaban, la temperatura había aumentado unos cuantos grados, y ella empezó a notar que su cuerpo respondía inexorablemente a la proximidad. Su piel estaba caliente, sus senos se habían henchido, y sus pezones estaban endurecidos, su respiración empezaba a acelerarse y su corazón aleteaba desesperado. Ella posó su mano sobre el pecho de Federico y el contuvo la respiración y se puso tenso. Ella observó su mano y deslizó sus ojos hasta los de él – tu corazón late muy rápido.
El tragó con dificultad y tembló ligeramente ante el toque y las palabras de Cristina, sus ojos estaban fijamente concentrados en sus labios, en sus ojos verdes que traspasaban su alma, en sus finos rasgos que invitaban a acariciarla con ternura. Sin embargo apretó los puños para negarse la posibilidad de ese toque. Ella tomó una de sus manos sin dejar de mirarlo a los ojos, y la llevó a su propio pecho, Federico gimió angustiado. -Mi corazón late igual de rápido…- Cristina… – su voz sonó torturada
- Dime la verdad… dime por qué viniste aquí… - ella buscó en sus ojos la verdad. Esa verdad que tanto anhelaba, saber que se sentía igual de desdichado que ella, al no tenerlo. El confesó en contra de la razón.
- Vine aquí esperando verte… - Los ojos de Cristina adquirieron un hermoso brillo, al escucharlo, y el casi cae de rodillas ante ella.
- ¿Y qué harías al verme aquí? – susurró.
- Tan solo te observaría… como tantas veces lo hice siendo un adolescente. – ella sonrió al recordarlo.
- Me espiabas…
- Te anhelaba… anhelaba tocarte, escuchar tu risa, mirar tus ojos verdes que tanto me gustaban…
- Esos días contigo… - el respiró agitadamente, sintiéndose morir. Subió su mano a su cuello y sintió latir con fuerza su pulso. Ella al sentir su tacto suave echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos
- Yo atesoraba cada instante a tu lado…
- Entonces... ¿por qué decidiste terminar lo nuestro? – preguntó ella sin poder contenerse. Su mirada revelaba cuánto daño le hacía recordar el pasado.
- No había futuro posible para nosotros… - ella se pegó a su pecho y el sintió que le faltaba la respiración – Cristina…
- Yo sé muy bien que me deseas… ¿sientes lo mismo por ella? – si pudiera gritarle que era la única mujer que amaba, y amaría. Que la única razón que lo mantenía alejado de ella era el lazo sanguíneo que los unía… Maldijo de nuevo a Severiano Álvarez y a su madre, por robarle el amor. Ella se sentía en otra dimensión, olvidó todo el pasado y se entregó a lo que sentía – Yo sé que no… Bésame
- Cristina….
- Ya no puedo más…. Bésame Federico…
- No sabes lo que me estás pidiendo – Dijo agonizando
- Si, lo sé – Cristina comenzó a desabotonarse la blusa, pero el abrió los ojos asustado… sabía que no habría vuelta atrás si la veía desnuda… no era un santo. – Quiero que me beses… y me hagas olvidar todo el daño que me hiciste.
- Cristina por favor… - ella quedó frente a él, con la camisa abierta y dejando ver un brassier negro que realzaba su pecho, el miembro de Federico parecía a punto de explotar, y ella se dio cuenta de ello, lo que la animó a pegarse a él y acercar su boca a la suya.
- Me moriré si no me besas ahora mismo – dijo en un susurro y el gimió desconsolado, sus brazos la abrazaron desesperados, y la besó con ansias, con dolor, con agonía por el amor perdido. Sus bocas se unieron en una lucha, sus lenguas se enredaban, y ambos gemían de placer, el la cargó y la recostó en la piedra, comenzó a besarle el cuello y dejó una estela de besos a lo largo de su pecho, ella se arqueaba de placer, y el sentía que no tenía suficiente, su mente había quedado en blanco, y solo estaban ambos, dos seres que se habían encontrado en este mundo, para amarse y condenarse a una pasión que no podía ser. Ella pasó sus manos por su cuello, y apretó su cabeza mientras lo besaba con ardor, se separó de el para buscar aire y se frotó suavemente contra su miembro erecto – Hazme el amor…
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"Pasión Dolorosa"
FanfictionCristina Alvarez Rivas de Maldonado: Una mujer sensual, heredera de unas tierras que su despiadado padre le dejó, la vida la ha endurecido; en un ambiente de hombres machistas se coloca como una hacendada reconocida. Su pasado amargo es su talón de...