"Pasión Dolorosa"

Capítulo Decimosexto

Pasaron unas semanas en las que Cristina no se permitió hablar con Federico, habían reforzado la vigilancia, y tenían ordenes estrictas de no permitir que entrara al Platanal. Una mañana Cristina salió del banco de Villa Hermosa y se montó en su camioneta, su chofer la interrogó haciendo quería que la llevara. 

- Vamos a la ciudad. Necesito resolver algo... - Con las manos sudadas y el corazón a mil por mi minuto se recostó en el cojín mientras su chofer manejaba. 

Federico paseó de un lado a otro de la sala del Platanal, Después de haber golpeado a un obrero, Ignacio ya harto de la situación, había permitido la entrada con la esperanza de que esos dos, o se arreglaran o terminaran el asunto definitivamente. , Cristina no aparecía, y le había dejado infinidad de mensajes. Así lo encontró María del Carmen, se quedaron viendo sin decir nada, Federico fue el primero en hablar. 

- María del Carmen... ¿Cómo estas? 

- Bien, gracias... ¿Qué hace acá?

- Esperando a tu madre... Hay un asunto que debo resolver con ella. - María del Carmen asintió. 

- Carlos Manuel me dijo que usted se va a divorciar de la señora Diana... Por mi mamá. 

- María del Carmen... Tu madre no es la culpable... Mi matrimonio con Diana Elisa, nunca ha funcionado..

- Porque usted ama a mi madre...

- Así es

- ¿Va a casarse con ella.?

- Si ella me acepta, sí

- Las cosas hubiesen sido tan distintas, si no hubiese surgido el malentendido de su supuesto parentesco. 

- Desafortunadamente no podemos cambiar el pasado... 

- Mi madre ha sufrido mucho. Por usted.. Por mi padre... 

- Nunca quise herirla.. La he amado mas que a mi vida. - Cristina entró en la casa y lo vio, su corazón dejó de latir, para dar paso a un golpeteo frenético. Frunció el ceño y miró a su hija. 

- Estaré en mi habitación... Buenas noches. 

- Buenas Noches. - Dijo Federico 

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? 

- Ignacio me dejo pasar... 

- Pues ahora mismo quiero que te vayas... - Cristina abrió la puerta y le señaló la salida con la mano, Federico se acercó y lanzo la puerta con fuerza. Ella levantó la barbilla, orgullosa y enojada. - ¿Que demonios te crees...?

- Tenemos que hablar... 

- No me interesa nada que venga de ti... Creí que lo había dejado claro al ignorarte
. 
- No me queda claro cuando tu cuerpo me dice que quiere estar conmigo, y al día siguiente me ignoras..

- Ah pero ¿por qué confías en mi cuerpo? Si después de todo... encuentros sexuales he tenido con muchos... No te creas tan especial. 

- Ya basta - La tomó y la zarandeó - Deja de hablar así. 

- ¿Qué es lo que quieres? 

- Disculparme.... - ella contuvo la respiración. - Lamento lo del otro día... No debí... No importa lo que pasó mientras no estuvimos juntos... No tengo derecho a reprocharte nada.  Eras divorciada y... Bueno... Aunque me muera de celos.. No debí haberte hecho sentir mal. 

Cristina lo miró y escuchó cada palabra. El estaba seguro de que su fama era cierta. No lo dudaba, su corazón se rompía en mil pedazos al percibir la falta de confianza que tenia en ella. No le daría el poder de saberla herida.