Capítulo Primero

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Hacienda Ojo de Agua 

- Por qué siempre tenemos que ir a estas reuniones sociales? - Diana Elisa se colocaba los aretes sentada frente al espejo de su peinadora. 

- Sé que son aburridas... Pero son negocios, siempre te he dicho que si prefieres quedarte... 

- No.... Me gusta ir contigo - Diana Elisa se levantó y pasó sus manos por el pecho de Federico. Sonriendole - Además, soy siempre la envidia de todas porque tengo al esposo mas guapo. 

Ella lo besó en los labios, y el sonrió. Ella fue a buscar su chal y el le dio una nalgada. 

- Estarán todos los hacendados? - preguntó Diana 

- Supongo que si, como todos los años en esos eventos - El se colocó el saco. 

- Bueno... Ya estoy lista. - Un vestido blanco, veraniego y un chal en sus brazos. El la miró y sonrió.

- Estas hermosa. 

- gracias! Nos vamos? - Ella besó su mejilla con una sonrisa encantadora. 

- Bueno... Nos vamos!

Bajaron las escaleras y Victor Manuel los esperaba sentado en la sala. Se levantó al verlos. 

- Estamos listos? - Diana Elisa lo miró extrañada. 

- Iras con nosotros? Nunca te han gustado estas ocasiones... 

- Pues si..! Es cierto, pero creo que debo empezar a mezclarme en los asuntos de la hacienda, no creen?

- Así es hijo! - Federico le palmeó el hombro - Algún día esta hacienda será tuya y tu madre y yo no estaremos para decirte como llevarla. 

- Para eso falta mucho... 

- Quizás convenza a tu padre de irnos a vivir frente al mar... - Diana Elisa lo miró con ojos soñadores.

- Quizás lo considere seriamente - Dijo Federico sonriendole a su esposa. 

- Bueno, bueno...vámonos 

Hacienda el Platanal

Enfundada en unos vaqueros ajustados, botas de cuero, una franelilla negra y una chaqueta marrón, nadie podía decir que esa mujer tenia 40 años, y que era la hacendada mas envidiada del pueblo, llevaba su cabellera negra suelta, sostenida solo por unas horquillas, un maquillaje suave que resaltaba sus rasgos y destacaba sus ojos verdes. Mientras aplicaba un poco de brillo a sus finos pero seductores labios, la puerta sonó. 

- Adelante... 

- Mamá... - Cristina miró a su hija desde el espejo, y volteó a verla con expresión seria. 

- A donde vas vestida así? - María del Carmen con una falda, botas de montar y una blusa de colores, su cabello recogido en una coleta y sus rasgos suavizados por un maquillaje simple. 

- Pues... Quería... - María del Carmen respiró hondo - Iré contigo!

- De ninguna manera... - Cristina negó con la cabeza para dar énfasis

- Mamá... Ya es hora que empiece a codearme con hacendados. Siempre dices que no hago nada por el Platanal. Bueno, estoy decidida a ir, me lleves contigo o no. 

- Tan solo serás un estorbo! 

- Te juro que no. Dame una oportunidad por favor mamá. - Cristina la miró por unos instantes que parecieron eternos para María del Carmen y asintió con fastidio. - Gracias mamá 

María del Carmen sonrió y quiso abrazar a su madre por lo feliz que se sentía, pero Cristina se dio la vuelta y siguió retocándose. 

- Cierra la puerta al salir. - María del Carmen suspiró y salió. 

"Pasión Dolorosa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora