🚫ESTADO DE LA NOVELA: EDITANDO🚫
¡No hay mal que por bien no venga!
#30 en Romance 27/02/18
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El día llegó demasiado rápido. En el transcurso de la mañana, no podía prestar atención a lo que los maestros decían. No tenía ni idea del por qué me sentía rara y en el almuerzo.... No pude ni siquiera comer algún bocado, en resumen... Me invadió un sentimiento de ansiedad y nervios en lo que duro la jornada de escuela.
¡¿Que rayos te está sucediendo?!
Ni yo misma lo sé. Ésto es nuevo para mí.
Voy en el bus, repasando la hoja con la dirección que él "Anciano" de nombre Abrahám, me ha dado y escuchando a Demi Lovato con "Mr Hughes" . Bajo del bus en la parada correspondiente y camino hasta entrar a lo que parece ser una zona residencial. Busco detenidamente el número de la casa, me sorprende encontrar una casa tan grande y linda la cual coincide con el número escrito en la hoja. En sí, no me sorprende demasiado, está zona está llena de casas "piquis miquis" es decir, lujosas y al parecer .... Muy caras.
Me acerco a la gran rejilla doble, a mi lado derecho hay un interfono, él cual no dudó en tocar para saber si hay alguien que me pueda abrir y también para saber si estoy en la casa correcta. Al instante, se escucha una voz que responde a mi llamado.
— Residencia Agnelli ¿En que puedo ayudarle? — Me da risa el acento con el cual me responden, es un horrible inglés. Se escucha que es una mujer, me acerco un poco más al aparato para hablar.
— Buenas tardes. ¿Disculpe? — trago saliva y me limpió las manos en mi pantalón — ¿Estará la Señora Bianca D' giaro? — pregunto mordiendome el labio.
— Ella habla ¿Quién es? —
— Soy Lex... Alexandra Montgomery. El señor Agnelli, me contrato para cuidar de su perro — cuando termino de decir esto, ambas rejas son abiertas.
— Gracias — grito y entro apresurada.
Corro hasta la puerta principal, la cual es abierta dejando ver a una señora de mediana edad, guapa de tez blanca, cabello rubio platinado. Bajita y algo robusta, me recordó a mi abuela.
— Hola — saludo. La señora me sonríe.
— Buenas tardes, niña — asiente — Pasa. El Señor Agnelli bajará en un momento — Extiende una mano para señalar que puedo pasar. Obedezco y entro, la Señora viene detrás de mi — Ponte cómoda. Estaré en la cocina por si gustas algo — le sonrió de nuevo. Es tan gentil, a comparación de ese italiano Idiota.
— Gracias — dejo mi mochila a lado del sillón que da la espalda a la entrada, ella desaparece y me siento extraña. Para alejar ese sentimiento, me permito admirar la casa de cerca y claramente por dentro, es de una manera exquisita, no sabría como describirla pero lo que si se es que jamás he visto una casa como ésta. Tiene una decoración sutil y muy diferente a las demás casas que la mayoría de Londinenses tienen, o por lo menos la mía.