Capítulo 25/ Su Novia

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— Gracias por la comida, Bianca. Estuvo deliciosa — le digo al entrar a la cocina.

— Que bueno que les gustó — asiento — ¿Y Abraham? —

— En su despacho, atendiendo una llamada —

— Que bien — murmuro un sí.

— ¿La casa está sola verdad? ¿Carlota sale mucho? — intento hacer conversación.

Durante la comida Abraham y yo no entablamos conversación alguna. Fue muy raro, después de nuestra repentina y divertida escapada de mi casa. No paramos de reír durante el camino y cuando llegamos aquí, Abraham solo parecía ensimismado en sus pensamientos, dos veces me pidió disculpas y dos veces iba a su despacho. Igual sea paranoia mía, posiblemente sea el trabajo.

— Con su amiga — sacudo mis ideas y regreso al presente. Ya estoy como Abraham.

— ¿Mmm? — sonríe burlona.

— ¿En qué piensas? ¿En Abraham? — me regala una sonrisa socarrona.

— Nop — desvío la mirada, es un tic nervioso que siempre hago.

— Por supuesto que sí — niego desesperada. Deja de lavar los platos y se acerca a mi, toma mis manos y dice — Cariño, me confirmas mis sospechas. Conozco a mi niño y te conozco un poco a tí, eres demasiado obvia y él también los es, así que ¿Por que no estar juntos? —

Esa es la verdadera pregunta...

¿Por que no?

¡Exacto! ¿Que me detiene? Claramente muero por él y no aguanto más fingiendo que no es así. Es agotador seguir pensando en el pasado...

¡Siiiiii! Por fin mujer!

— Tienes mucha razón, Bianca — y ahora mismo se lo diré — Hermosa como siempre — le doy dos besos en sus mejillas y salgo disparada al despacho de Abraham.

Antes de abrir, pegó la oreja sobre la puerta y escucho que habla con alguien.

— Lo sé, Lo sé. Antuan ya sabes que yo no soy así — gruñe — Chi pensi che io sia? Ho in programma di aspettare una vita, se necessarioNo sé que dijo.

¿Que esperas?

Ya voy

Abro un poco la puerta y asomó la cabeza. Abraham al verme dice algo más en italiano y cuelga.

— ¿Ocupado? — niega — ¿Puedo pasar?

— Claro que sí ¿Pasa algo? ¿Ya quieres irte? — niego. Camino hasta él, tratando de respirar normalmente.

— No... No ha pasado nada y tampoco quiero irme — me siento en el sillón que está en una esquina. Abraham está de pie junto al escritorio.

— ¿Entonces? — se acerca y toma asiento a lado mío — ¿Quieres platicar? —

— Yo... Emm.. — *Respira Alexandra* — No exactamente — trueno mis nudillos — Bueno... Sí, pero No — me mira confundido.

— Alexandra, no te entiendo — me levanto de mi lugar y comienzo a caminar por el despacho — Tranquila linda —

— Estoy nerviosa, solo es eso — me rasco la nuca — Es como ir al volante, no es fácil tomar la decisión de cambiar de ruta y... —

— No te entiendo — se ríe.

— De acuerdo. Empezaré de nuevo — asiente — Este tiempo que llevo conociéndote me he tratado de engañar pensando que no soy para ti y que tú no eres para mi. — me presta atención — Quise pensar que era así, pero claramente, perfectamente no pude hacerlo y ante todo el pronóstico que el pasado se encargó de darme... Creo que no hay otra persona que me guste estar tanto tiempo, aunque a veces sea en silencio — sonríe — Y creo que te debo una respuesta —

— Creo que sí — inhaló y exhaló como una loca.

— Bien — mis manos están sudando y creo que no podré decirlo con palabras así que tengo una idea — ¿Puedes cerrar los ojos? — frunce el ceño — ¿Por favor? —

— Está bien — cierra los ojos — Listo —

Me acerco y me inclino un poco para poder hacer lo que tengo pensado.

Lo beso en los labios de una forma lenta y certera, con todos los nervios emanando de mi. Abraham responde el beso y en un instante soy transportada a otro sitio.
Al terminar el beso, sonríe y creo que yo también lo hago, vuelve a besarme pero ahora castamente y me dice:

— ¿Esa es la respuesta? —

— Si. Abraham Agnelli, quiero ser tu novia — me abraza tirandome sobre su regazo y vuelve a besarme.

Suspiro cuando veo lo bien que se siente estar así con él.

— la mia ragazza — dice en italiano.

— Y amo que hables Italiano, pero tendrás que decirme que significa — asiente.

— Te diré todo lo que quieras, siempre y cuando me recompenses con muchos besos — le doy uno rápido.

— No es necesario que me lo digas — lo veo a los ojos — Siempre lo haré —



— No es necesario que me lo digas — lo veo a los ojos — Siempre lo haré —

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Mi Dulce Accidente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora