11. Los juegos

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Katniss:

El edificio en donde funciona la sede central de los Juegos del Hambre es un lugar enorme, presidido por un gigante círculo formado por pantallas que llegan desde el piso al techo. Frente a ellas, escritorios con el número de uno de los distritos y la indicación F o M para saber si cada pantalla proyectará al tributo femenino o masculino. Y frente al escritorio, repleto de comandos que indican el dinero recolectado para ese tributo, el tiempo que el chico lleva en los Juegos, los objetos que se pueden comprar y su valor, la posibilidad de enviarle paracaídas, etc.

Al lado de la enorme habitación principal, se encuentra una sala aún más amplia, llena de cómodos sillones y varias pantallas. Es el cine para los ciudadanos del Capitolio y patrocinadores que se acercarán a ver los juegos mientras los avox pasen por allí con bandejas, sirviendo comidas y bebidas. Los desprecio a todos y a cada uno, pero tendré que ser amable y simpática si quiero conseguir algo de ellos. Por suerte tengo a Peeta de acompañante, él es mejor tratando con la gente.

Sesenta segundos.

Voy a mi lugar al lado de Haymitch y Peeta. Los tributos ya están en las plataformas metálicas, esperando que suene el gong. Miro los rostros de Nataniel y Kimberly, ambos muy serios. Espero que recuerden huir de la cornucopia, buscar agua, y correr. Miro la arena: hielo, nieve, todo es blanco. La cornucopia está situada en una especie de valle al lado de un lago completamente congelado. La rodean un frodoso bosque nevado hacia un sector, y unas altas montañas hacia el otro. Las montañas no tienen vegetación, en el bosque podrán ocultarse más.

Treinta segundos.

Ahora miro los trajes de los tributos, parecen abrigados, aunque no sé si tanto como para dormir en ese clima. En el centro de la cornucopia se ven cuchillos, mochilas, espadas, arcos, incluso veo un tridente que me recuerda a Finnick, rollos de sogas.

Diez.

Que hagan caso, que huyan de la cornucopia, después verán cómo consiguen lo que necesiten.

Nueve.

No observo los Juegos del Hambre en una pantalla desde que tengo quince años, el baño de sangre inicial siempre me aterró. Principalmente porque solían morir los tributos del doce.

Ocho.

Pero eso no pasará esta vez. Sobrevivirán. Volverán a casa.

Siete.

Todos los tributos comienzan a mirar a sus costados. Evalúan a sus oponentes, deciden su objetivo.

Seis.

Intercambio una mirada con Haymitch y Peeta me rodea con un brazo mientras hago un esfuerzo por no comerme las uñas.

Cinco.

Al bosque, corran al bosque.

Cuatro.

Ya empezará.

Tres.

No queda nada, corran lo más rápido que puedan, al bosque, vamos.

Dos.

Corran, huyan del baño de sangre, corran.

Uno.

Se acabó el tiempo.

Gong. Suena la bocina y en la pantalla que tengo frente a mí se enfoca Kim, que salta de su plataforma y comienza a correr hacia el bosque. Bien, Kim, bien. No sé qué están haciendo los otros, solo tengo un primer plano de mi hija corriendo entre árboles, tropieza con una raíz, se levanta, se resabala en el hielo, vuelve a ponerse de pie, sigue corriendo. Miro los indicadores, la distancia con el tributo más cercano ha aumentado. Y sigue aumentando mientras continúa ella su carrera. Escucho gritos ahogados o lamentos de algunos mentores que están a mi alrededor, deben ser por los muertos del baño de sangre.

Kimberly ha comenzado a caminar. Llega a una parte en la que hay varias ramas sueltas sobre la nieve. Las apoya en diagonal sobre el espacio pequeño que separa un árbol de una roca, formando una especie de techo, luego coloca unas detrás, otras al frente, ha construido una pequeña choza. Similares a las que ella y sus hermanos hacían de pequeños en el bosque del distrito doce. Toma un puñado de nieve, y comienza a cubrir su refugio. Miro en la pantalla, el tributo más cercano se encuentra a cinco kilómetros.

Hasta ese momento, no había escuchado la voz que relata los juegos, tan enfrascada que estaba en ver lo que hacía Kim. Ahora la escucho, habla del baño de sangre, cuenta que han muerto el tributo femenino del distrito tres, los dos del cinco, el chico del siete, el niño del ocho, y la chica del once.

-Hay dieciocho tributos que siguen en juego. -Anuncia la voz por los altoparlantes. - Los participantes de los distritos uno, dos, el chico del tres y ambos del cuatro acaban de conformar una alianza y han tomado gran parte de los objetos de la cornucopia. Están acampando ahora a orillas del lago. Los tributos del distrito seis han huido hacia las montañas, y están juntos, escalando por ellas. La muchacha del siete, Helen Shadows, se encuentra atravesando el bosque trepando entre los árboles. Tiffany Taylor, del distrito ocho, camina en el bosque, también su estrategia ha sido huir pronto del baño de sangre. Los dos tributos del distrito nueve están en la zona montañosa de la arena. Fred Mirs, del once, va corriendo por el linde entre el bosque y las montañas. Y los dos tributos del doce han huido de la cornucopia, aunque en direcciones diferentes. Kimberly Mellark se encuentra en la zona central del bosque, construyendo un refugio. Nataniel Steel, por su parte, ha hecho lo mismo que el chico del once, correr entre el bosque y la montaña, pero en dirección opuesta.

Mi hija ahora está subiendo al árbol al lado del cuál ha construido el refugio. Le cuesta un poco porque está cubierto de nieve y tiene que ir sacándola para no resbalar. Una vez arriba, comienza a partir con las manos ramas pequeñas, parece como si probara si pinchan o no antes de decidir si guardarlas o tirarlas. Se engancha algunas en el cinturón y baja del árbol. Ahora está revisando el suelo, recolectando piedras y las guarda en los bolsillos de su camarra.

Nataniel, por su parte, sigue caminando, enfrascado en alejarse todo lo posible de la cornucopia. No ha buscado escondite, no ha tomado nada que pueda servir como arma. Su único objetivo parece ser huir.

Los profesionales se agrupan y reparten armas. Los tributos masculinos de los Distritos uno y dos son realmente grandes, robustos y altos, deben tener dieciocho años cada uno. Eligen como arma algunos cuchillos y espadas cortas. Su plan es salir cuando caiga la noche a cazar otros tributos. Los dos chicos del distrito 4 reciben sus armas, y mientras los otros cinco se encuentran preparando el campamento, muy sigilosamente se dirigen al linde del bosque, se internan en él y empiezan a correr.

-¿A dónde vas? -Pregunta la chica a su compañero mientras corren.

-No lo sé, pero estoy siguiendo estas pisadas. Quienquiera que sea, iba solo. -Dice el muchacho.

Y yo ahogo un grito, he comprendido de quién son las pisadas y a dónde los conducirán. Es el camino que ha tomado Kimberly. Los dos tienen cuchillos, la chica tiene además un hacha y él un arco.

-¡Dijimos que no íbamos a hacer eso! -Exclama enojada y deteniendo el paso la chica, se llama Holly Smith, según comenta la voz relatora -Eso es lo que ellos hacen, juntarse y entre muchos matar a uno solo.

-Mira, estúpida, quieras o no, estás en los Juegos del Hambre, y si quieres ganar debes matar gente. - Indica el chico enojado.

-Mataré gente, sí, pero no iré a cazarlos siendo dos contra uno. -Replica ella.

-Entonces morirás, volveré con los otros. -El chico da media vuelta y vuelve hacia donde se encuentra el campamento de los profesionales. Cuando llega ellos le preguntan en dónde estaban él y Holly y responde que fue a buscar comida aunque no encontró nada y que Holly no había ido con él.

Se está haciendo de noche, Kimberly se mete en el refugio que ha construido y termina de taparlo con ramas y nieve. Está temblando, no sé si de frío, de miedo o un poco de ambas cosas. Los profesionales han salido de cacería, y el chico del 4 les indica las pisadas que ha visto.

-La van a encontrar. -Susurro aterrada.

-Antes encontrarán a la chica del 4. -Apunta Haymitch. -No sé si la matarán o la dejarán vivir, pero sea lo que sea que hagan con ella, eso los demorará. De todos modos, habría que indicarle que se mueva de allí.

Comprendo su idea, no sé en dónde se ha metido Peeta, ni qué le está diciendo a la gente, pero está haciendo un buen trabajo porque el indicador del monto donado por los patrocinadores ya ha comenzado a aumentar. ¿Qué podríamos enviarle para que comprenda que tiene que moverse? ¿Y cómo hacer que vea el paracaídas si está encerrada? Miro la distancia con el tributo más cercano, la chica del Distrito 4 se encuentra a solo trescientos metros de Kimberly.

Pero en ese momento, pasan el himno de Panem y repiten las muertes de los tributos de ese día. Junto a eso, hacen un nuevo anuncio: liberarán a los demás detenidos en la guerra de rebelión.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora