2. La reaccion

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Katniss:

Peeta niega lentamente con la cabeza y su expresión concentrada revela que está planeando algo. Haymitch, aparte de responder lo que ya temía, ha golpeado la mesa con el puño y ahora observa fijamente la mancha oscura sobre la pared. Kimberly y Mark se miran y se susurran algo. No llego a entender qué dicen, tampoco le presto demasiada atención. Estoy más concentrada en mis pensamientos y en mi horror que en otra cosa. Hace años, esto es justamente lo que hubiera temido. Pero ahora, luego de todos los espantos que vivimos, creí que esas pesadillas habían acabado, que no sucedería, que estábamos a salvo. Me equivoqué. Tuvimos unos años de paz, pero el Capitolio ha vuelto a ser lo que era en mi adolescencia. Lo peor es que las consecuencias de mis actos no caerán esta vez sobre mí, tampoco sobre Peeta... Repercutirán en mis hijos, mis niñitos. Finalmente, Stephanie rompe el silencio con una pregunta en voz alta.

-¿Tendrán que irse a hacer de mentores? ¿Y nosotros con quién nos quedaremos? -¡Es tan pequeña! ¡Y tan inocente! No ha comprendido aún el verdadero problema, no sabe el riesgo en el que está. Y no me siento capaz de decirle qué es lo que realmente me preocupa. No quiero transmitirle mis temores y pesadillas. Pero estos parecen haberse vuelto realidad.

-Ya lo pensaremos. -Es lo primero que Peeta dice desde el anuncio oficial.

-Ok, puede ser con cualquiera. No hay problema. -Responde Stephanie con una sonrisita.

-Steph, el problema no es con quién nos quedaremos, sino qué ocurrirá si alguno de nuestros nombres sale elegido. -Explica lentamente Kimberly. Refreno el impulso de ordenarle que se calle y no asuste a su hermana, Stephanie debe enterarse de que esa es una posibilidad.

-¡Todos tenemos edad de ir a esos juegos! -Exclama comprendiéndolo todo. Su rostro se transforma. Su sonrisa ahora es una mueca de horror. Ha entendido lo que sucede.

Solo quedan tres días antes de la cosecha. No es suficiente para nada, no tenemos tiempo de prepararlos. Ellos ni siquiera han visto alguna edición de los juegos, no han crecido como Peeta y yo sabiendo que estar en la arena es una posibilidad y pensando en qué son buenos. Siempre han tenido todo lo que necesitaron. Pero ahora necesitarían meses de entrenamiento. Y no tienen ese tiempo.

Los días que quedan antes de la cosecha no duermo nada, y cuando lo hago, sueño con paracaídas que explotan y niñas morenas muriendo a causa de la herida provocada por una lanza. En una ocasión, la noche anterior a la cosecha, mi sueño transformó a Rue por Stephanie y desperté tan agitada que supe que no podría volver a dormir. Envidiaba a Peeta que sí podía hacerlo. Me levanté muy sigilosamente para no despertarlo y salí a caminar a la luz de la luna. Mi frente estaba perlada de sudor y mi corazón latía a toda prisa, como si hubiera corrido muchos kilómetros. Caminaba con la vista clavada en el suelo, sin fijarme a mi alrededor. No sabía a dónde iba, ni siquiera miraba mi rumbo. Solo me di cuenta cuando choqué con alguien.

-Parece que no soy el único que se ha desvelado. -Dice una voz muy conocida.

-Hola, Haymitch. -Saludo automáticamente.

-¿Cómo estás, Preciosa? -Saluda como de costumbre.

Intento responderle que todo está bien. Pero es imposible. Como si el nudo de mi garganta apretara hasta llegar a un límite y luego estallar, me he quedado sin voz y cuando vuelvo a hacer un esfuerzo por responder, rompo en llanto como una niña que se ha golpeado fuertemente con algo. Escondo mi rostro tras mis dos manos, y siento los brazos de Haymitch rodearme. Es como si en ese momento acabara de darme cuenta cuán desesperada estoy.

-No puedo perderlos. -Exclamo al borde de la histeria.

-Ya lo sé, - me responde -y eso no sucederá, Katniss.

Pero eso no es suficiente para calmarme. No tengo idea cómo haré para salvar a mis hijos en caso de que sean escogidos en la cosecha. Jamás he sido mentora y la única vez que intenté mantener a alguien con vida en la arena no he sido muy brillante. Sigo llorando, y Haymitch continúa rodeándome con sus brazos.

-Oye, Katniss, estarán bien. Seremos tres mentores ayudando allí. Y son hijos tuyos y de Peeta, conseguirán patrocinadores. -Dice intentando tranquilizarme. Y sé que también intenta convencerse a sí mismo. Porque conoce a los tres desde que nacieron, los ha visto crecer, los quiere como si fueran su familia. Me dejo tranquilizar y convencer de sus dichos. -Ya va a amanecer. Vamos a desayunar, a menos que quieras un trago.

-Gracias, pero prefiero estar sobria. -Respondo y juntos caminamos hacia mi casa, en donde entro y encuentro a Peeta preparando el desayuno.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora