7. El viaje

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Mark:

¿Por qué siempre tienen que ser un tributo femenino y uno masculino? Si diera lo mismo el sexo, podría haberme ofrecido como voluntario en lugar de Stephanie y Kimberly no tendría que haber ido a Los Juegos del Hambre. Volverá. No puedo pensar en otra cosa que no sea en que regresará. Porque si pienso en otra cosa, me derrumbaré. Y si me derrumbara, ¿qué sería de mi hermana de diez años que ha quedado a mi cuidado por...? No sé por cuánto tiempo.

Steph y yo caminamos en total silencio hasta casa. Contestamos automáticamente con un gesto los comentarios de los vecinos, pero yo ni siquiera escucho lo que dicen. Supongo que serán palabras de ánimo, de esperanza de que mi hermana regrese. Y Nataniel, mi compañero. Hace unas horas no era más que un chico más de mi clase, con el que a veces hablaba y nada más. Ni siquiera podría haberlo considerado amigo. Pero algo cambió radicalmente entre nosotros cuando fui a despedirlo.

-¡Mark! ¡Gracias por venir! -Me dijo emocionado -Creí que solo saludarías a tu hermana. Tengo que decirte algo importante: haré todo lo que pueda por cuidarla, ella volverá a casa.

En ese momento, solo pude abrazarlo, agradecerle con toda mi alma y rogarle que volviera él también con Kim.

Entramos a casa. Hay cena en la heladera. Tengo que recordar darle de comer a Stephie, cocinar para ella. Si no fuera por eso, creo que me tumbaría en la cama a intentar olvidarme del mundo hasta que el televisor se encienda y empiece a transmitir los Juegos del Hambre. Pero aún es temprano, no es hora de la cena. No quiero prender el televisor porque sé que pasarán la repetición de la cosecha y no quiero verla.

Cuando pasan algunas horas, ya no sé qué hacer, así que decido preparar la cena. Sigue siendo temprano, pero como no tengo nada para hacer y deseo mantenerme ocupado, decido que es lo mejor. Apenas he abierto la heladera cuando suena el teléfono. Mi hermanita atiende y yo me quedo escuchando la conversación, a la espera de saber quién es.

-¿Hola? -Dice ella, luego un silencio -¡Patrick! - Exclama entusiasmada. Patrick Odair es una especie de primo nuestro. No compartimos lazos sanguíneos, pero su madre es una buena amiga de mamá y papá. Su padre, Finnick, murió en la guerra. También él era un vencedor de Los Juegos del Hambre, y estuvo en el Vasallaje con mis padres. Creo que además de mis hermanos y yo, Patrick es la única persona cuyos dos padres fueron ganadores en la arena, aunque no en el mismo año. El papá de Patrick fue mentor de su mamá, Annie. Y ella ahora es mentora de quien sea que haya salido tributo en el Distrito 4.

- Mark, Patrick quiere hablar contigo. -Anuncia mi hermanita.

Agarro entre mis manos el auricular y me lo llevo a la oreja.

-Patrick, ¿qué tal? -saludo automáticamente.

-Acabo de verla, a la cosecha. -Me dice, y como yo no respondo nada, supongo que no tiene más remedio que seguir hablando él -Todo estará bien. -Me asegura. No sé cuántas personas lo han dicho ya, tampoco importa. No lo creeré de verdad hasta que todo acabe.

-Gracias. -Digo sin prestar demasiada atención a la conversación que estamos teniendo. Stephanie se ha vuelto a sentar en el sofá y me mira.

-Oye, Mark, ¿no les gustaría a ti y a Steph venir unos días a casa?

No sé qué responderle. Vamos seguido a su casa, o mejor dicho a la de su madre, porque Patrick se ha casado y tiene un niño, ya no vive con Annie. Solemos ir con mamá y papá a pasar los veranos. Lo adoramos, es un lugar hermoso y muy divertido. También nuestra abuela vive allí, pero la verdad es que mi ánimo no está como para tomarme unas vacaciones.

-No lo sé, Patrick... -respondo inseguro.

-Vamos, si toman un tren esta noche o mañana a la mañana, llegarán a casa antes de que empiecen las transmisiones del Desfile de Tributos. -Insiste. Y sé lo que pretende: estar con nosotros mientras veamos los Juegos, acompañarnos.

-Hecho. -Acepto.

La sonrisa de Stephanie cuando le comento que iremos al Distrito 4 es la primera que le he visto desde hace tres días. Solo eso basta para que sepa que la decisión ha sido la adecuada. Además, hay algo que le he prometido a Kim: no dejar que Steph vea si le ocurre algo malo. No creo poder conseguirlo solo, pero tal vez con ayuda de Patrick, su mujer , y un poco de distracción de parte del pequeño Finnick, pueda cumplir mi promesa.

A la mañana siguiente tomamos el primer tren que sale rumbo al Distrito 4. Llegamos para ver la puesta del sol sobre el mar, un espectáculo hermoso. Tomo la mano de mi hermanita, y por la calle que bordea la playa caminamos juntos las cuatro cuadras que separan la estación de la casa de Patrick y Neila

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora