24. Las alucinaciones

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Kimberly:

Una mariposa gigante vuela, gira sus alas, explota y se convierte en un volcán en erupción. De entre la lava sale Nat, me grita que corra, que me apure o me alcanzarán. ¿Quiénes? ¿Por qué? Corro lo más rápido que puedo, y llego hasta la pradera.

En lo más profundo del prado, allí, bajo el sauce,

Hay un lecho de hierba, una almohada verde suave;

Recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo

Y, cuando los abras, el sol estará en el cielo.

Me recuesto en la pradera, como hacíamos con Mark, cuando éramos pequeños y cantábamos esa canción, rodando por el césped y arrancando flores que corríamos a llevarle a mamá. Pero no veo el sol, está todo oscuro y no oigo nada. Solo se oye un quejido, debe ser Stephanie. Habrá tormenta y se ha asustado y la voz de mamá sigue cantando con dulzura.

Este sol te protege y te da calor,

Las margaritas te cuidan y te dan amor,

Tus sueños son dulces y se harán realidad

Y mi amor por ti aquí perdurará.

El sol es como un pan enorme y amarillo, da calor y también sofoca, quiero salir del sol, pero no hay sol. No se puede escapar de lo que no existe. Sigo corriendo pero no me muevo. Veo a Turner allí, en la pradera. ¿A dónde ha ido Mark? Mark nunca estuvo, siempre estuvo Turner. Turner también canta, y recoge fresas mientras canta con la voz de mi madre.

En lo más profundo del prado, bien oculta,

Hay una capa de hojas, un rayo de luna

Olvida tus penas y calma tu alma,

Pues por la mañana todo estará en calma.

¿Por qué Turner canta con la voz de mi mamá? ¿Siempre tuvo su voz? Alguien grita a lo lejos, y ha comenzado a llover. Tengo la frente mojada, me estoy mojando, debo buscar un paraguas, o volver a casa. Turner sigue recogiendo fresas, y yo corro hacia él. Le grito que las deje, que son peligrosas, pero ya se ha comido una, y cae muerto.

-¡Turner no! ¡Vuelve! ¡No puedes morirte!

Turner explota y su cuerpo desaparece en una voluta de humo que desprende los últimos versos de la canción.

Este sol te protege y te da calor,

Las margaritas te cuidan y te dan amor.

Tus sueños son dulces y se harán realidad

Y mi amor por ti aquí perdurará.

Una voz desconocida me llama, dice mi nombre y habla con alguien más. No sé quién es, no importa, solo quiero dormir. Pero la voz insiste en despertarme, y yo no quiero. Quiero volver a la pradera, quiero volver con Turner, no quiero despertar.

Un elefante corre por la pradera, haciendo desaparecer en pequeñas explosiones todas las fresas. Es raro, yo no sabía que los elefantes podían correr, pero este sí lo hace. Luego se para en dos patas sobre una pelota y se cae, se convierte en un lago enorme, lleno de pirañas que se me prenden a los tobillos. No solo muerden, sino que generan un calor que se expande desde los tobillos hacia toda la pierna. Grito de dolor, pero no sale sonido y me ahogo en el lago.

-¡Déjala! -Grita la voz que me quería despertar. No sé a quién o qué cosa tengo que dejar ni en dónde.

Alguien más grita de dolor, son dos personas diferentes. Puedo reconocerlo. Se escucha un insulto y un cañonazo.

Duermo tranquila, sin sueños, y cuando despierto está amaneciendo. Tengo que pestañear varias veces para recordar en dónde estoy. A mi lado, Holly está durmiendo hecha un ovillo en el suelo. Ahogo un grito al ver que tiene una mano vendada y recordar que he escuchado un cañonazo. ¿Qué ha pasado con Helen y Tiffanny? Holly se despierta sobresaltada al notar que me muevo a su lado.

-¿Estás bien? -Nos preguntamos una a la otra a coro. Y como respuesta ambas asentimos con la cabeza.

-¿Qué ha pasado? -Le pregunto con curiosidad.

-Mmm, las hormigas, o lo que fueran... -Empieza a explicar, pero la interrumpo.

-Eso ya lo sé. ¿Cómo te hiciste eso en la mano? ¿Y en dónde están Helen y Tiffanny?

-Helen y Tiffanny se han ido por su cuenta, quedamos nosotras dos como aliadas, y ellas supongo, aparte. -Explica con tranquilidad -Y esto me lo hizo el chico del 9, que a propósito, vino a dejarte un regalo. -Y me entrega un arco y un carcaj de flechas que saca del interior del arbusto.

-¡Genial! -Respondo al verlo, no soy muy buena que digamos pero me siento mejor con un arco que con los cuchillos -Oye, ¿cuánto tiempo pasó? Y por cierto, ¿como cuántas vidas te debo?

-Estamos a mano por lo de las pirañas. -Dice riendo -Y pasaron dos noches y un día.

-Lo de las pirañas podría haberse pagado con las hormigas, pero además luchaste sola contra el chico del 9. Y encima ni siquiera fui yo quien te salvó de las pirañas, Holly.

-Cállate, estamos a mano porque yo lo digo, ¿sabes? Toma otro regalo.

Y me entrega un par de auriculares con el número 12.

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora