17. Las pirañas

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Kimberly:

Cuando Holly comenzó a gritar no entendía qué era lo que le sucedía, pero enseguida comprendí que había algo extraño que le impedía salir del agua. Tenía que ayudarla, sin pensarlo, me metí en el río helado. Lo primero que sentí fue que el frío tremendo me cortaba la respiración. Luego una puntada de dolor en el talón derecho, en el empeine izquierdo, en la rodilla, en el abdomen... ¡Algo nos estaba atacando!

Traté de alcanzar a Holly, y ayudarla a salir, pero era imposible evitar hacer un esfuerzo por sacarme a los peces de encima. No sabía de qué tipo de pez se trataba pero en vez de convertirse ellos en nuestra comida esto estaba saliendo al revés. El hielo del costado se había roto bastante, casi de lado a lado del río. Y nosotras dos estábamos prácticamente en el medio.

En un momento ya fui incapaz de seguir intentando ayudar a Holly. Pataleaba hacia todos lados tratando de quitarme los peces de encima, les daba manotazos, pero eran un cardumen enorme y me estaban mordiendo por todas partes. Me costaba mucho nadar y me tiraban hacia el fondo.

Consiguieron hundirme la cabeza, ahora, sumado a las mordidas, el frío, y la dificultad para nadar, no podía respirar. Abrí los ojos bajo el agua, pero la oscuridad era completa. Estaba desorientada, no comprendía a dónde era la superficie. Intenté nadar hacia lo que me pareció que era arriba, y sentí un golpe en la cabeza con un cascote de hielo. El aire de mis pulmones se agotaba y estaba mareada.

Comprendí que había llegado mi final, hasta allí llegué en Los Juegos del Hambre, no tenía cómo salir de allí. Holly estaría en igual situación, así que no podría ayudarme. Solo pude pensar en que Mark cumpliera su promesa, que apartara a Stephie del televisor. Mis padres... Haymitch y mis hermanos los ayudarían a superarlo.

Dicen que cuando mueres, toda tu vida pasa ante tus ojos. Mi madre sonreía, mi papá la abrazaba y Mark y yo los mirábamos atónitos. Nos decían que íbamos a tener un hermanito, que otro bebé estaba creciendo en la panza de mami para poder nacer.

-¿Cómo llegó allí un bebé super diminuto? -Preguntaba un Mark de tres años.

En la escuela nos habían enseñado sobre Los Juegos del Hambre, una competencia que se hacía en el pasado en donde los niños de doce a dieciocho años de los distritos peleaban por su vida y solo uno podía sobrevivir.

-¿Qué pasaría si vuelven a hacer Juegos del Hambre? -Tenía diez años cuando le pregunté eso a mi padre.

-Eso no pasará, ya ha quedado en el pasado. Luego de lo sucedido en la rebelión, no podrían volver a hacer esos juegos aunque quisieran. -Me aseguró, y me sentí tranquila.

-Lo importante para pescar, -decía Patrick Odair en el muelle del Distrito 4 -es tener paciencia.

-Yo no tengo paciencia. -Dije secamente. Él y Neila, quien tenía una panza redonda de siete meses de embarazo, rieron a carcajadas.

-Traéme esa sonrisita de regalo del Capitolio.

Lo siento, Mark. Saca a Stephie de la pantalla, por favor.

-Podrás ganar, confío en ti.

Lo lamento, Sarah, no puedo.

-No te faltará nada, podrás ganar, lo sé.

Te amo, Turner.

Vuelve, Kim. Vuelve, Kimberly. Vamos, abre los ojos. Vuelve, vuelve, vuelve, vuelve...

El retorno de los juegos del hambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora