10: Lo haces tú o lo hago yo.

44 6 0
                                    


—Creo que ese hilo se pasa por debajo, Ali. —advirtió Mica con el ceño fruncido.

— ¿No era por arriba?—le contestó la rubia, un poco confundida. Pasó el hilo por donde ella decía pero el nudo quedó mal. —Rayos, mejor veamos una película. —se rindió.

Hace dos horas que las amigas intentaban hacer una pulsera macramé a base de tutoriales encontrados en Youtube, pero no entendían.

Aún Alicia no confiaba del todo en Mica, pero no le importó. La extrañaba. Ella le subía el ánimo al tope y podía sonreír de nuevo. Se dirigieron a la sala y eligieron una película noventera que siempre les había gustado. Mientras Ali se encargaba de poner "Clueless", Mica desapareció unos minutos y volvió con bols llenos de comida chatarra y dos latas de gaseosa.

— ¿De dónde sacaste eso?—preguntó enojada.

— ¿Qué te pasa? Encontré todo en la cocina con un cartel raro encima. —se defendió la morena confundida pasándole la nota.

Tuve una emergencia pequeña, aquí te dejo para que lo disfrutes. ¡No me dejes nada!

                                                                                                                                                        Cielo. XOXO.

—Pues te comerás todo porque yo no tengo hambre. —aclaró la joven mientras hacía una bola con el papel y lo tiraba fuera de su alcance.

Esto es arriesgado, piensa.

—Ali, tú amas la comida. —le contesta Mica con el ceño fruncido.

Demasiado arriesgado, vuelve a pensar. Mejor come Ali, luego lo devuelves y problema resuelto.

Y así hizo, vieron la película, Mica comentando sobre la moda de esos tiempos, mientras que Alicia solo asentía intentando comer lo menos posible. Segundos después de que acabara la película, se excusó diciendo que había tomado demasiada gaseosa y se fue al baño. Había hecho bien su trabajo. Tiró la cadena, se acercó al espejo y se mojó el rostro. Tenía los ojos vidriosos por lo que había hecho. Se miró con desprecio una vez más y salió del baño para encontrar a Mica sentada al lado de la puerta.

—Ni siquiera abriste tu lata. —dijo aún abajo, levantando la lata de gaseosa en frente de la rubia.

Estoy perdida.

— ¡Déjame sola!—le gritó.

—Sabes que no lo haré, no de nuevo. —afirmó Mica levantándose. — ¿Por qué lo haces Ali?

—No es de tu incumbencia, ahora vete de mi casa, por favor. —susurró alejando la mirada. Las lágrimas querían escaparse de sus ojos, se sentía tan débil, tanto que se abrazó a sí misma.

—Me importas tanto Alicia, no puedo ni quiero dejarte sola, ¿comprendes?—dijo abrazándola.

Alicia se sentía cada vez peor, con el dolor retumbando en sus oídos. No aguantaba más, recibió el abrazo de su amiga y lloró en su hombro sacando toda la angustia que llevaba desde hace mucho.

Diez minutos después, las dos muchachas se encontraban en la habitación de Alicia. Tendidas en la cama, mirando el oscuro techo, Alicia le había contado lo que hacía y luego quedaron en silencio. Así por un buen rato hasta que Mica decidió hablar primero:

— ¿A qué hora llega tu madre?

—Nos abandonó. —contestó la joven, sin expresión alguna.

—Bien, hablaremos de eso luego, ¿tu papá?

—Debe estar llegando, aunque la mayoría de las veces llega más tarde. — miró hacia otro lado. Ella fácilmente podía hacer una mega fiesta en su casa y su padre no se habría enterado nunca. Pero no podía, no tenía amigos a quien invitar. Solo contaba con Marcos y Micaela.

—Perfecto, Ali. Haremos esto: dejaré que hables con él sobre lo que está sucediendo contigo o lo haré yo misma. No puedes seguir así, te estás matando.

—¿¡Estás loca!?—exclamó asustada.

—Es por tu bi...—pero entonces alguien interrumpió tocando la puerta.

—Ali, pequeña, llegué.—dijo Julián detrás de la madera.

—Lo haces tú o lo haré yo.—susurró Mica, levantándose de la cama para abrir la puerta, saludar al hombre y salir.

—¿Pasa algo, Alicia? —preguntó este con el ceño fruncido. Tantas cosas papi, pensó Ali asustada. 

Alicia, te doy una razón para vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora