19: Todos los hombres son iguales.

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—Él es muy lindo conmigo, aunque no sabe nada de lo que pasó en casa de Marcos aquella vez...

—¿Y si lo sabe, cuál es el problema? —preguntó Alicia a su amiga.

Era un jueves muy nublado, las dos chicas en encontraban en el pasillo de su colegio con sus útiles. Charlaban sobre un chico que estudiaba en el mismo instituto de ellas, pero que no era tan conocido. 

—¡CHICAS!—gritó Natalia a lo lejos, venía corriendo desde las puertas de salida, a donde las otras dos se dirigían para irse a sus respectivas casas. Cuando ya estuvo cerca, se inclinó para apoyar sus manos en sus rodillas y recuperar un poco el oxígeno.—Tengo algo para ti, Alicia.

—¿Para mi?—contestó extrañada la rubia.

—Sí, ten.—dijo Nati mientras sacaba un sobre de su bolso. Se lo pasó a Alicia y ésta la tomó confundida.—Encontré al hijo de Juaco en la salida, me dijo que hace rato que estaba esperándote y no salías. Así que me pasó esto para que te lo entregara. 

—Oh...¿gracias? 

Natalia se despidió y se fue corriendo como lo había hecho al principio. Alicia miró a Mica y la chica miró a Alicia. 

—¿Qué esperas? Ábrelo. —exigió Mica.

Alicia miró el sobre de papel una última vez y lo abrió. Le pareció raro, la carta estaba escrita en computadora. Luca siempre las escribía a mano. 


Alicia, hoy tengo el día libre, te espero en el consultorio. 

Te quiere, Luca.


—Yo...¿debería ir ahora?

—¡Pues claro! —exclamó Mica.

—Pero tengo que acompañarte a buscar esos libros en la biblioteca.

—Tú no te preocupes, sé cual es el camino, no me perderé. ¡Ve, Ali!

—Oh, gracias. Cuídate por favor.—dijo dándole un abrazo a su amiga antes de apresurarse a salir.

Mientras Mica se dirigía a la biblioteca del colegio, Alicia ya se encontraba fuera. Iba tan a prisas, que no se dio cuenta de que alguien venía caminando en su misma dirección y chocaron.  

—Justo con quien quería hablar.—dijo el chico. Alicia se alejó un poco y lo miró. Era Carlos. Intentó escapar, pero el chico tomó uno de sus brazos y la sujetó un poco fuerte.

—¿Qué es lo que quieres?

—Tranquila, nena. Yo...quiero volver contigo.

—Ni drogada volvería contigo, idiota.—eso solo hizo que él riera.

 —¿Recuerdas? Aún me debes algo, nena. Eramos tan buena pareja, lástima que lo arruinaste con tu inseguridad.

—Sí. Búrlate. Tal vez yo fui una estúpida, porque me confié. Confié en que eras una persona adorable y hermosa. Pero mi error fue darme cuenta muy tarde de lo horrible que eres por dentro. 

—Cierra tu boca, putita.—dijo el chico. Alicia logró zafar su brazo y se alejó más.  

—Me das gracia, Carlitos. Yo seré la burla por un tiempo, luego se olvidarán del vídeo y viviré en paz. Pero tú eres un fracasado y nunca lo van a olvidar. 

Pensó que al decir eso, saldría victoriosa. Pensó que el chico se enfadaría y solo se iría del lugar. Pero no fue así. Se acercó rápidamente hasta Alicia y sin dejarle hacer un movimiento, le propinó una fuerte cachetada, volteándola al suelo en ese instante.

—Para la próxima estarás muerta, nena.—rió aquel chico y se fue. 

Dos minutos después estaba sola. En el suelo y no sabía lo que más le dolía: la mejilla o la dignidad. Tenía que contarle a Luca. Por más débil que se sentía, quería correr a sus brazos y luego recién poder fundirse sobre él. Así que corrió y corrió. Ni siquiera la lluvia que había aparecido a mitad de camino le impidió ir hasta el consultorio. Siguió corriendo hasta que por fin, había llegado. Sus piernas estaban temblando y estaba cansada. Entró rápido y observó por todos lados. Su chico no estaba por ahí. 

Hasta que sus ojos dieron con la puerta que estaba al lado del mostrador. Siempre lo veía salir de ahí. Así que sin dudar se acercó y abrió la puerta. Pero para su sorpresa encontró una escena que le dolió mucho más que la cachetada. Estaba él...con alguien más.

Era Natalia. Justo debajo de él. Y demasiado cerca.

—Ali, no es lo que piensas.—dijo Luca frunciendo el ceño mientras se alejaba de la morena. 

—No te acerques a mi de nuevo.—contestó Alicia como pudo y se fue corriendo del consultorio.

—Déjamelo a mi, cariño.—dijo Natalia tomando rápido el picaporte y cerrando la puerta para dejar dentro a Luca.

Él golpeó una sola vez y cuando intentó abrir, la chica ya había logrado trabar la puerta con una silla. Entonces se fue rápidamente tras Alicia.

  


—¡Ali, vuelve por favor!—exclamó cuando ya estaba fuera. 

—¿Qué quieres, Natalia?

— Discúlpame, de verdad. Él solo se puso sobre mi y no pude quitarlo. Créeme, nunca te haría nada. Ya no soy así.

—¿Cómo quieres que confíe en ti?—preguntó exasperada.  

—Fácil, sabes que vengo a un grupo de apoyo y que no todo en mi vida es rosas y peluches.

Tiene razón, pensó Alicia. Ella podría contarle a todo el colegio sobre la verdadera Natalia si quisiera.

— Bien, te creo.—dijo con la cabeza gacha. Natalia se acercó y la abrazó. 

—Cariño, lo conozco. Es un maldito idiota. Siempre me buscaba, hasta cuando tuvo novia, a mi también me mintió. 

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?—se encontraba al borde del llanto. Aunque mucho no se notaría, por la lluvia.

—Porque te vi tan feliz , estabas saliendo adelante. Justo ahora le estaba pidiendo que me prometa no hacerte daño...y se abalanzó sobre mi. Lo siento tanto.

Primero Carlos y luego Luca, estaba cansada. Siempre que algo bueno le estaba pasando, otra cosa lo arruinaba. Necesitaba acabarlo. 

—Gracias, Nati.—dijo, separándose de la chica.—Necesito irme a mi casa. 

Quería estar sola.

Alicia, te doy una razón para vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora