15: Sala de juegos.

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—¿Chicle?

—De menta, por favor.—asintió Mica, recibiendo el chicle de menta envuelto de su amiga, Alicia.—¿Estás segura de que me veo bien?—miró su short engomado color negro y se alejó un poco para que la rubia la observara del todo. Llevaba también una blusa roja con volados por debajo de la cintura y en ésta, un cinto delgado de cuero dorado; en sus pies decidió usar unos zapatos con plataforma color negro. En el cabello se había hecho un recogido sencillo con la mitad de su pelo.

—Te ves preciosa.—aseguró Alicia con una sonrisa en su rostro admirando a su amiga.—¿Y yo como me veo?—preguntó dando una vuelta. Ali llevaba un jeans blanco pegado al cuerpo al igual que su top crop color rosa claro que le llegaba un poco por encima del ombligo y zapatillas blancas, que la hacían sentir cómoda. Le había costado planchar su cabello pero lo había logrado. A comparación de su amiga, ella llevaba poco maquillaje, se concentró más en sus ojos, usando un delineador oscuro para hacerlos resaltar. 

—Te ves...

—Increíble.

Mica miró por encima del hombro de Ali al escuchar esa voz, en cambio, Alicia dió una vuelta completa, quedando frente a frente con aquel chico. 

—Hey, tú.—Mica rió por lo bajo por el saludo de Ali. Marcos hizo lo mismo, pero más fue una sonrisa que una risa de burla.

—Pensé que no vendrías, pero me alegra que lo hayas hecho. ¡Vamos a divertirnos, nenas!—dijo levantando los brazos al aire y luego se fue corriendo a su casa donde las luces estaban bajas y la música sonaba a no más poder.

—Bien,—dijo Mica mirando a su amiga.—acabemos con esto de una vez.




—¡NO QUIERO IRME, ALICIA!—gritó Mica riendo, llevaba un vaso de plástico blanco en sus manos, estaba hasta el tope de alcohol. Tanto que se le derramó la mitad mientras bailaban.—DÁMELO, BEBÉ.—exigió luego de que Alicia le quitara el vaso.

—YA BASTA DE ALCOHOL, ES SUFICIENTE PARA TI.—Alicia odiaba gritar, pero no tenía de otra, la música estaba muy fuerte y su amiga estaba al borde de perder la conciencia. En cambio, ella había probado un poco luego de que Mica ya iba cuatro vasos de esa bebida.

Sintió una mano apoderándose de su cadera y se dió vuelta. Era Marcos, sus ojos estaban rojos y el olor a alcohol superaba al perfume que había llevado al principio.

—Hey, tú.—susurró en su oído, imitándola. Una sensación de escalofríos recorrió desde el oído de Alicia hasta su estómago.—¿vamos un rato afuera?

—IRÉ AL BAÑO, ALI.—gritó la morena de nuevo, indicando con un dedo hacia cualquier punto menos a donde fuera el baño.

  —DOS MINUTOS Y TE VEO AFUERA.—afirmó. Tomó la mano de Marcos y salieron, empujando a todos aquellos que se encontraban bailando y bebiendo. 

Al fin, aire puro, pensó Alicia, respirando profundamente cuando ya se encontraba fuera.

—Nena, te ves muy bonita esta noche.—estaba muy ebrio. Alicia nunca había visto así a Marcos, no creía que era esa clase de chico.

—Tú ahora te ves completamente mal.—rió.

—Siempre me has gustado, pequeña.

Oh, no. Ella no quería ir por ese camino. ¿Y si se atrevía a besarle?

—Ya han pasado cinco minutos, iré por Mica.—dijo Ali mientras daba media vuelta para buscar a su amiga pero Marcos la tomó por la muñeca y la aprisionó contra la pared. No iba a asustarse. Se lo prometió.—No quieres hacer esto.

—Llevo tiempo queriéndolo, nena. Pero me la hiciste difícil, tú me hiciste así.

—Por favor, Marcos, déjame.—rogó Alicia. 

La estaba dañando, había llevado sus brazos por encima de su cabeza mientras apretaba sus muñecas. Estaba demasiado cerca. Intentó besarle, pero ella corrió la cara, recibiendo el beso en su mejilla. Volvió a intentarlo, pero esta vez, Alicia sintió como se alejaba muy rápido, casi tirándola. 

—¡Te dijo que te alejes, maldito cerdo!—gritó Natalia hacia Marcos que se encontraba en el suelo. Alguien lo estaba sosteniendo. Conocía a ese alguien.

—¿Trajiste a Willy?

El chico asintió desde su lugar, estaba serio.

—Se dice gracias.—rió Natalia.—¿Estás bien, cariño? Creo que es hora de irnos.

Alicia asintió extrañada.

—Iré a buscar a Mica, está en el baño.

—Estaba.—añadió Marcos, soltando una carcajada. Su rostro estaba rojo de la ira, por no poder soltarse del agarre de Willy.

—¿A qué te refieres?—Alicia se estaba preocupando. Pero él solo se dispuso a reírse en la cara de los tres. 

Natalia lo pateó, él gritó del dolor.

—¿Dónde la tienen?—exigió saber. 

—En la sala de juegos, nena.—soltó otra carcajada, recibiendo otro golpe más de parte de Natalia.—AUCH, ¿Y ESO POR QUÉ?

—Por llamarme nena.—aclaró.—Vamos, yo sé donde se encuentra.



Tardaron diez minutos entre intentar entrar a la casa sin ser volteados y llegar a la habitación. Abrieron la puerta al instante. Mica estaba allí. Atada de pies y brazos una cama de una plaza.

Alicia estaba horrorizada. Era su culpa, la había dejado irse sola.

—¡No te quedes mirando y ayúdame a sacarla de aquí!—exclamó Natalia.

Alicia fue a desatar la cuerda que tenía en la manos la morena, mientras que la otra desataba las que estaban en sus pies. Mica estaba en ropa interior. Ali no entendía nada, hasta que miró lo que se encontraba frente a la cama. Una cámara. 

—¡Vamos, sigue!—exclamó Nati al darse cuenta de lo que estaba mirando.

Dos minutos después, habían terminado. Entre las dos levantaron a Mica, estaba adormilada. Alicia tomó la ropa de la morena que se encontraba regada por el suelo y la vistió lo más rápido que pudo. Sus manos temblaban del miedo y se repetía en su mente que lo sentía.

—La drogaron.—dijo Willy levantando una tableta de pastillas vacía. Él se había quedado cerca de la puerta para vigilar si alguien venía. 

—¿Qué le querían ha...?

 La puerta se abrió de repente mostrando a Carlos y a otros dos chicos más que Alicia conocía de la escuela.

—¿Qué rayos hacen aquí dentro?—cuestionó enojado. 

—No te preocupes, ya nos íbamos.—dijo Natalia, arrastrando a Mica. Ali la siguió.

—Pero no pueden llevársela, es mi maldito premio.

—¡Claro que podemos, enfermo!

Willy se acercó a los tres chicos, pero los otros dos se fueron corriendo. Solo quedaba Carlos. No estarás aquí mucho tiempo, pensó Alicia. Y así fue, solo bastó con que Willy le dieran un empujón. 

Cuando llegaron al auto de Natalia, Ali se sentía más tranquila. Nati conducía, Willy iba adelante también, mientras que Ali iba atrás con Mica. Acariciando su mejilla.

—Gracias, Natalia, de verdad.—dijo la rubia al borde de las lágrimas. 

Dejaron a Willy en su casa y las tres se dirigieron a la casa de Ali.



Alicia, te doy una razón para vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora