Desde la hora que salieron, Luca y Alicia, charlaron de cualquier cosa que se les viniera a la mente. El colegio, celulares, animales, entre otras cosas. El chico la llevó a comer en un bonito restaurante, sencillo, como a ella le gustaba. Pidieron hamburguesas con un refresco de cola y siguieron conversando. Luca quería seguir la carrera que su padre había estudiado, mientras que Alicia no se decidía. Estaba entre teatro y maestra de infantes. Luca prefería mil veces la naturaleza mientras que a Alicia le encantaba su cama y escuchar música desde su reproductor de música.
Luego de comer, la joven propuso ir a dar una vuelta por una plaza que se encontraba cerca. Así que, se encaminaron hacía allí en ese momento. Lo bueno era, que a pesar de lo que había pasado aquel domingo, Ali no estaba para nada incómoda. Como esperaba. Es más, no quería irse aún. Hablar con aquel chico le hacía bien. Sentía que podía sonreír de nuevo, como alguna vez lo había hecho.
El clima estaba perfecto, estaba un poco nublado y el sol se escondía por ratos tras las nubes. No hacía calor, ni muchos menos frío. Todo se encontraba equilibrado.
Cerca de la tarde, mientras Luca le contaba a la chica sobre una de sus vacaciones favoritas con su familia, éste alargó su mano, tomando la de Alicia. Ella no lo miró y prefirió seguir escuchándolo. Tal vez él lo haya notado, o mejor no, pero la chica estaba temblando. Se había sonrojado.
—¿La estás pasando bien?—dijo Luca luego de un rato mientras se sentaban un banco de madera.
—Por supuesto.—contestó Ali con aquella sonrisa que seguía en sus labios. Aún tenía su mano entrelazada con la de aquel chico.
—Bien, aún nos falta un lugar por visitar.
Tomaron un taxi porque se encontraban lejos de su destino. Y Luca quería llegar allí antes del atardecer. Aún así, se bajaron tres cuadras antes, porque el chico creía que no llegar caminando, quitaba toda la emoción.
Mientras caminaban, Luca se puso a pensar en aquella joven. Era bonita, sin dudas. Pero él veía más allá. En sus ojos, en su mirada. Era diferente. Veía a una chica sensible pero segura. Aunque ella tal vez no pensara lo mismo. Y no le importaba conocerla hace tan poco tiempo. Él estaba convencido de hacerla querer cambiar de opinión. Ella era única y debía saberlo.
—¿A dónde vamos?—cuestionó. Una pizca de desconfianza rondaba por la mente de la joven.
¿Y si es un asesino en serie?, pensó Alicia. Pero descartó esa idea cuando recordó que era el hijo del mejor amigo de su padre
—Solo nos queda una cuadra más, tranquila.—dijo Luca, riendo. Se dio cuenta de que aún sostenía la mano de aquella chica, que de alguna forma, encajaba con la suya.
Cinco minutos después, los dos se encontraban frente a un edificio de cinco pisos abandonado. Estaba un poco deteriorado y había plantas saliendo por espacios vacíos de algunas ventanas que se encontraban cubiertas por dentro con tablones de madera. La única puerta tenía grandes cadenas sujetas en el picaporte con un candado de igual tamaño y oxidado.
—Vamos.—dijo Luca emocionado. Empujó a la joven de la mano, obligándola a ir detrás del él, por un pasillo que estaba a un costado del edificio.
—¿Por dónde entraremos? Está todo cerrado.—Alicia pensó que tal vez la idea de que era él un asesino en serie, no era tan mala.
—Por aquí.—dijo Luca luego de unos segundos.
Se encontraban en la parte trasera del edificio. Era un patio pequeño, poblado de plantas e insectos. A comparación de los otros edificios y casas, Alicia vio a este, bastante descuidado. Siguió la vista de Luca y observó una escalera fija de hierro que al parecer finalizaba en el techo del edificio. Tenía un arco de protección alrededor, al igual que una enredadera encima llena de pequeñas flores amarillas.
El chico le hizo señas para que ella subiera primero y, aunque tenía miedo, aceptó y comenzó a ascender. Unos escalones después, Luca la siguió.
La adrenalina corría por el cuerpo de Alicia. Jamás había hecho algo como esto...jamás se había sentido tan viva. Al llegar arriba, la sonrisa de Ali se agrandó aún más. La luz del sol se colaba desde atrás de algunos edificios y nubes. Estaba un poco despejado el cielo y por lo bajo, se mostraba entre tono anaranjado y azul oscuro.
Luca estaba a su lado, pero la chica no se había dado cuenta de su presencia hasta que él le tocó el hombro. Ella se dio vuelta y le sonrió.
—Muchas gracias por traerme aquí, el atardecer es precioso. Me inspira.
—¿Puedo decirte algo sin sonar como un loco?—preguntó Luca acercándose a Alicia. Pasó una de sus manos a su mejilla derecha y la otra mano la llevó a su espalda, atraiéndola.—Tú eres mi atardecer.
Y no esperó más, la besó. Fue corto, pero suficiente para que se dieran cuenta de que los dos sentían algo por el otro.
—Luca, no sé si funcio...
—Lo haremos funcionar, bonita.—la calló con otro beso corto y se alejó unos centímetros para mirarla. Sus respiraciones chocaban.—Yo no sé que te hizo esa persona, pero al menos soy consciente de que no supo valorarte. Eres una persona valiente e increíble. Ver tu sonrisa cada mañana me despierta al instante y si tengo que hacer mil huelgas de hambre aquí arriba de este edificio para que me confiaras tu corazón, pues iré preparando unas buenas mantas.
Alicia rió. Su mirada iba desde los tiernos ojos de aquel chico hasta sus labios. Y aceptó, se dejó querer. Asintió y él la besó. Esta vez fue largo y lento. Dando todo el cariño que tenían para dar. Cuando se separaron, Luca abrazó a Ali y se quedaron así.
Algunos abrazos se quedan grabados en nuestra memoria por la eternidad, pensó Alicia mientras iban en camino a su casa en un taxi, ya de noche. Aún abrazados, disfrutando un poco más de cada uno antes de despedirse.
Cuando la joven ya estaba dentro de su cuarto, mientras se quitaba el abrigo que se había puesto luego de bajar del edificio, notó que un papel cayó por debajo de la cama. Se arrodilló y lo buscó hasta dar con él. Era una carta. Y sonrió, porque ya sabía quien era su escritor. Besó aquel sobre y lo abrió.
Querida Alicia:
Para cuando hayas leído esto, ya te habré besado. Solo quiero que sepas, que antes de hacerlo, ya me parecías la chica más preciosa del planeta. Descansa, bonita.
Atte.: tu chico para nada loco, Luca.
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Alicia, te doy una razón para vivir.
Teen FictionAlicia, acaba de cumplir dos años con su novio. Pero la risueña joven entra en duda cuando, Carlos (su novio), le pide un regalo que no era de su agrado. Ella estaba segura de decir "no". Pero entonces toda su relación se pone en juego. ...