12: Presentaciones.

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—Mi nombre es Alicia, tengo diecisiete años y espero llevarme bien con ustedes.—miró al frente esperando a que el psicólogo siguiera, pero no tuvo otra alternativa que seguir. No hablaría de su problema, no aún.—Nunca he estado en un grupo de apoyo, ni mucho menos ido a psicólogo, lo que es irónico porque es la profesión de mi padre. Solo quiero que sepan que si necesitan saber algo sobre mi o algún consejo, me lo hacen saber.

No estaba acostumbrada a esto, pero Alicia quería cambiar. Ser positiva era la mejor forma.

—Muchas gracias querida, llámame Juaco, también queremos que te sientas cómoda entre nosotros. Aunque soy buen amigo de tu padre, puedes confiar en mi y hablar de lo que quieras aquí. Todo se queda en el grupo de apoyo. ¿Verdad chicos?

Algunos dijeron sí, otros solo asintieron. 

—Perfecto, comencemos con presentarnos.—dijo Juaco sonriente. Lucia demasiado tranquilo.

No como el chico de a su lado, que se lo veía bastante impaciente, acomodando su gorra de un lado para otro cada minuto. Miró al psicólogo y contestó casi gritando: ¡Falta Natalia, no podemos empezar sin ella!

 —Tranquilo Willy, ella dijo que no vendría nunca más. Hablé con Natalia y quiere que respetemos su decisión. ¿Por qué mejor no empiezas tú?

Tuvieron una arda pelea de miradas, hasta que Juaco ganó y Willy a mala gana contestó.

—Me llamo William, me dicen Willy, tengo dieciocho años y tengo trastorno explosivo intermitente.—se encogió de hombros y miró a la chica que tenía al lado para que siguiera.

—Soy Camila, tengo quince años y estoy intentando superar la depresión.—su mirada era triste pero al menos mostraba una sonrisa. Era bonita, aunque parecía muy pequeña para su edad.

—A mi me dice Rudo, aunque,—estaba temblando demasiado, movía sus manos, una sobre la otra y miraba el reloj de pared cada cierto tiempo.—soy todo lo contrario. Tengo diecinueve y me diagnosticaron trastorno de ansiedad social a los diez años. 

—¡Lo has hecho bastante bien Rudo! Él nos acompaña desde hace cinco años, yo lo veo mejor, eh.—dijo orgulloso.—Bien Alicia, hazlo de nuevo, vamos.

—Me dicen Ali, cumpliré los dieciocho en dos meses y ni siquiera sé que trastorno tengo, como ya dije, nunca fui a un psicólogo.—no sabía que más decir. Seguro Juaco quería que diera más información. Lo afirmó cuando éste le hizo señas a Alicia para que siguiera como lo había hecho antes. No tenía escapatoria, tenía que hacerlo.—Me siento un asco. Es más, en el colegio me lo decían. En los baños, en mi aula, dentro de mi mochila y por mensajes en mi celular. Estaban en todos lados. Diciéndome lo horrible que era. Me cansé, todos nos cansamos de ser lo que no queremos. Entonces...yo solo quería cambiar, ser una "yo" mejorada. Pero lo hice mal.

—¿Metías tus dedos hasta lo más profundo de tu garganta, querida?

  Alicia conocía aquella voz . 

—¡Natalia!—gritó Willy con emoción.

—Tranquilo Willy, solo vengo a hablar con Juaco, ya me iré.—contestó la morena lanzando luego un beso al aire a Juaco. Él se encontraba con el ceño fruncido y ella le guiñó un ojo.

—Discúlpate con Alicia.—dijo con firmeza el psicólogo. 

—Perdón Alicia, a veces se me olvida que no estoy en el colegio—se acercó a la joven rubia y la miró sonriendo. Sí, era Natalia, la chica popular de su instituto. 

¿Qué rayos hace ella aquí? , pensó Alicia.

—No importa—dijo. En realidad, había ayudado porque no sabía como decir sobre lo que le pasaba.—Tienes toda la razón, Natalia. He llegado a odiar tanto mi cuerpo por culpa de sus comentarios desagradables. Tal vez yo fui la del error, pero ustedes lo hicieron viral. Encontré mi forma de escapar a través de las dietas excesivas, el ejercicio y hasta los vómitos. Y me sentí totalmente perdida, pero ya no más. Decidí seguir adelante, por eso estoy aquí.

Todos quedaron pasmados. La rabia quiso adueñarse de Willy pero intentó calmarse. No quería que Natalia lo viera así.

—¿Estás acusando a Nati? Ella nunca haría nada, es un ángel.— dijo.

—¿Natalia, es cierto lo que está diciendo Alicia?—cuestionó Juaco por su lado. No sabía a quién creerle. Quería confiar en Natalia, pero la historia de la rubia era...aún más creíble. 

—Diles lo que dijiste en el baño aquella vez, Natalia.—dijo Alicia, recordando lo que había pasado el día que el vídeo se descubrió. Pero la morena no iba a admitirlo. En el grupo de apoyo era otra persona, más sensible. 

—No lo recuerdo, pequeña.—mintió.— Quisiera quedarme toda la mañana hablando con ustedes pero tengo cosas que hacer. No se preocupen por mi y sigan adelante con el grupo.—miró a Willy por última vez, con una sonrisa intentándolo convencer de que todo estaba bien y se fue.



Alicia caminaba hacia el auto de su papá con el papel, en la mano, que Luca le había dado anteriormente. Ese chico era raro. Fue una mañana tan inesperada para la joven. Dejando de lado lo que sucedió con Natalia, lo demás fue bien, pensó que le iba a costar más contar sobre sus problemas pero después de todo, sintió un peso menos encima. 

A penas subió al auto, Julián la recibió con una sonrisa acogedora y fueron rumbo al hogar. 

—¿Entonces vas a volver, preciosa? Por cierto, Luca te dejó este sobre para ti. No sabía que lo conocías.—dijo su papá entregándole un sobre blanco de papel.  Alicia lo tomó y miró a Julián con el ceño fruncido.

—Lo conocí esta mañana, mientras esperaba para entrar, ¿tú lo conoces, papá?

—Por supuesto, es el hijo de Juaco, lo conozco desde los cinc...¡OH ESCUCHA ESTA CANCIÓN!—dijo subiendo el volumen a la radio del auto. Amaba a Michael Jackson. 

Mientras Julían estaba distraído cantando, Alicia abrió el sobre para leer lo que contenía. Volveré, pensó con una sonrisa en su rostro luego de haberla leído.


 Querida Alicia: 

Me impresionaste. Oí todo lo que dijiste. Y déjame decirte que eres hermosa, no un asco. Eres fuerte, lo noto en tu mirada. Así que, aunque dije que no estoy loco, cometeré una locura. Por ti. Vuelve el próximo sábado y lo sabrás. Hasta entonces.

Atte.: El robusto, guapo y para nada egocéntrico chico, Luca.

Alicia, te doy una razón para vivir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora