"No lo arruines".

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Capítulo 111.- "No lo arruines".

—Wow, si le dices eso, caerá a tus pies Romeo.

—Cállate Annie –Dijo Carter colorado.

—Bien, cuando te acepte, ¿qué harás?

—Le daré un beso... y luego le voy a... –Miró a Ricardo– Bueno no viene al caso que lo cuente, ¿o sí?

—¡Sí! –Respondió ella gruñendo.

—Bien... –Suspiró– Le daré un beso y le diré que no se arrepentirá de la decisión que ha tomado.

—Eres arrogante como tu padre –Se burló Ricardo.

—Viene en los genes... –Sonrió el chico pasándose la mano por el cabello. Ricardo sonrió.

—¿Y si te dice que no?

—Me muero ahí mismo.

—¡No!

—¿Por qué tendría que decirme que no? Somos compatibles, nos gustamos, nos entendemos bien y cuando estamos solos... bueno, ¡tenemos mucha química!

—Bien, pero no alcanza sólo con "química".

—¿Qué quieres?, ¿Que me aviente a sus pies y le ruegue amor? –Bufó– Si no me quiere, no me quiere, entonces no vale la pena seguir insistiéndole.

—Eso es lo que harás si te dice que no. Insístele una vez, dos veces, ¡tres!, Tienes que hacerle ver que tu eres el indicado para ella. No sé, apréndete un poema... una canción no vendría mal.

—¡Canto como un perro!, ¿Crees que cantándole podré convencerla?, ¡Dios!, Me mandará lejos en cuanto ladre la primera estrofa –Ricardo rió con ganas, y Annette se sentó porque de la risa ya le estaba dando un calambre en el vientre.

—Si lo haces con amor, no te saldrá mal. Ánimo Carter, ve pensando en positivo. Ve sintiendo que ella te dirá que sí –Ricardo le guiñó un ojo.

—Sí, tienes razón.

—De todas maneras, si te dice que si, ¿le llevarás un regalo?

—¿Eh?

—¡Un regalo!, Algo que al mirarlo recuerde ese momento.

—¿Qué puedo regalarle?

—Un anillo –Respondió la mujer sonriendo.

—¿Eso no la confundirá? Ella pensará que Carter la está pidiendo en matrimonio.

—No. Yo no quiero casarme, aún...

—¡No sean estúpidos!! –Interrumpió Annette chasqueando la lengua– Solo un anillo de amor, algo que recuerde que son novios.

—Mejor un colgante.

—Ya le regalé un collar de perlas para su cumpleaños.

—¡Y a mí para mi cumpleaños me compraste una crema para las arrugas, idiota!

—¡Perdón!

—Mejor cómprale una pulsera, algo sencillo pero bonito.

—Bien... eso me gusta, creo que me adelantaré. La cita es a las once y media, luego almorzaremos con Taylor y Nath –Se levantó.

—Antes de irte saca a la perra al jardín.

—¡Pero hace frío!, ¡Se congelará! Mírala, pobrecita está tan calentita en su sitio, además es tan chiquita...

—¡No me importa!, No quiero que ande vagabundeando por la sala.

—¡Pero si lo saco llegaré tarde!

—Deja, por esta vez yo la saco –Dijo Ricardo mirando a la cachorrita acostado cerca de la chimenea, que babeada copiosamente la alfombra–Si crece más, no sé a dónde la pondremos –Suspiró.

—¡Gracias Ricardo!, Bien, me voy... ¡Deséenme suerte!

—¡Rómpete una pierna! –Respondió Annette entusiasta.

Los dos varones la miraron, sin entender.

—¿Qué?

—¡Así se desea suerte en las obras de teatro!

—Ah... bueno –Respondió Carter torciendo los ojos– Gracias.

—Adiós Carter, y por favor... no lo arruines.

—Descuida tío –Sonrió– Estoy conciente de que esta es mi última posibilidad, no lo arruinaré.

—Está decidido, ¿no?

Comentó Ricardo mirando hacia la puerta de la cocina con nostalgia.

—¡Crecen tan rápido! –Respondió Annette con lágrimas en los ojos– A penas parecía ayer cuando fui a sacarlo de la casa de sus otros tíos. Era solo un mocoso huesudo, con esos pelos todos despeinados y...

—Oye...

—¿Qué? –Preguntó suspirando y limpiándose sonoramente la nariz.

—Se te enfría el desayuno.

Aprendiendo a ser románticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora