Capitulo VII

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*** Empresas (Anteriormente) San Roman ***

Sostengo la mano de Esteban, firmemente entre la mía, necesitando ese contacto cuando ambos nos vemos nuevamente enfrentados a... ellos. Todos emanan poder. Su ropa y sus joyas dan a relucir el alto nivel social al que pertenecen. Pero no a causa de su propio esfuerzo, sino aprovechándose de la larga ausencia de Esteban.

-Hijo...- irrumpe la voz de Alba, cargada de angustia y de sorpresa.- Has vuelto...

-No...- demanda Esteban con firmeza cuando ella se pone de pie con intención de acercarse a él.

-¿Cómo?- pregunta Demetrio, sin lograr salir de su asombro y visiblemente afectado por la presencia de Esteban.

-¿Qué pasa, Demetrio?- pregunta, sonriendo con malicia, divertido a costa del asombro de los demás.- No pareces feliz de verme... Y tú, Bruno... ¿No dices nada?

-Mí querido, Esteban...- responde Bruno, con esa efusividad que lo caracteriza.- Grata sorpresa, es lo que nos trae tu inesperado regreso...

-Ya lo veo...- murmura Esteban, para después centrar su atención en Servando.

Es el mayor de todos. Siempre fue respetado y hasta cierto punto admirado por Esteban. Pero ahora todo es diferente. Ambos se miran a los ojos, retándose, reprochándose todo lo que con palabras no logran hacer. Tiro de Esteban con mi mano levemente, temiendo se apodere de él la ira y el enfado. Parece entender mi preocupación y me mira, sonriendo en gesto alentador. Acto que no pasa desapercibido para nadie, mucho menos para ella...   

-¿Qué hace está mujer contigo?- pregunta Alba, haciendo uso de su voz autoritaria.

-Esto es una burla...- reniega Servando.- Un mal chiste...

-Y una pérdida de tiempo también...- agrega Demetrio.   

-Nadie se ira de aquí hasta que yo lo permita...- dice Esteban, rechazando la intención de todos por salir.- Hay muchas cosas que aclarar... Tomen asiento...- exige, después de haber abierto una silla para mí.  

La frustración se apodera de todos y no puedo negar que disfruto verlos así. Alba me fulmina con la mirada, intentando intimidarme como años atrás lograría hacer. Pero ya no. Ya no soy aquella muchachita, ingenua, e incapaz de defenderse de sus malos tratos. Sonrió y elevo la barbilla desafiante, mi mano aun entrelazada con la de Esteban mientras él se mantiene de pie.

-No es una petición... Tomen asiento...- repite en tono severo y todos ellos se miran entre sí, queriendo ignorar las palabras de Esteban, pero sabiendo que acceder a ellas, les garantizara algún tipo de recompensa.

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Tomo asiento a lado de María, mi esposa, y esbozo una radiante sonrisa, satisfecho al verlos a todos cediendo a mis exigencias. Servando y Demetrio parecen ser los más molestos de los cuatro, y Alba no deja de mirar a María. Siempre la desprecio, y en ocasiones hasta la humillo. Cubro la mano, fina y delicada de María con la mía, entrelazando mis dedos con los de ella sobre la mesa, a vista y asombro de todos.

-Si saben lo que les conviene... Escucharan con mucha atención...- advierto, antes de indicarle a Luciano que les entregue los documentos que tiene en mano.

-¿Qué es esto?- pregunta Servando.

-Parece un... Contrato...- comenta Bruno, despertando el interés en Demetrio quien se negaba a si quiera tocar los papeles.

-Luciano...- llamo a mi amigo, quien asiente y se mantiene de pie, aclarando su garganta antes de comenzar a hablar.

-Este tipo nos dijo que nos tenía un cliente...- reniega Demetrio.- Por lo visto mintió... 

Condena De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora