Capitulo XIII

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Capítulo 13

*** Cabaña San Román ***

-Son todas las que encontré... Anoche tuvimos el mismo problema...

Coloco las velas sobre la mesa de centro, parte de la sala y cabaña entera se encuentra bajo completa oscuridad a excepción de la poca iluminación que propina el fuego que arde en la chimenea. Esteban se ha deshecho de su abrigo, y ha tomado asiento cómodamente en uno de los sofás mientras conversa animadamente con nuestros hijos. Los observo desde el otro extremo de la sala. He decidido interponer un poco de distancia entre él y yo. Suficiente nerviosa me tiene el solo hecho de escuchar su voz y temo que acercarme a él delate nuestro secreto ante ellos. Héctor... Y Estrella... Nuestros hijos.       

-La tormenta está golpeando bastante fuerte...- dice Esteban, mirando a través de la ventana al oscuro y lluvioso panorama.- Las carreteras deben de estar hechas un desastre... Gracias por permitirme quedar... 

-No tienes por qué agradecer...- respondo, siendo a mí a quien mira al pronunciar esas palabras.- Es tú cabaña y estas en todo tú derecho de estar aquí...

-Aun así... No era mi intención incomodarles...

-Para nada, señor...- interviene Estrella con su habitual efusividad.- Ya le dijimos... A mi hermano y a mí, nos ha caído muy bien...

-Lo que dice Estrella es verdad...- agrega Héctor.- Y le aseguro que si nos conociera un poco se daría cuenta que no es nada fácil agradarnos...

-Aprecio doblemente su simpatía entonces...

-No les hagas caso...- le pido a Esteban, permitiéndome sonreír levemente.- Ambos son buenos muchachos...

-Estoy seguro de ello...- responde él, esbozando una gran sonrisa.- Se nota al verlos que has sido una gran madre para ellos...- comenta Esteban con sinceridad y no evito emocionarme con sus palabras.

-La mejor de todas...- asegura Héctor, su hermana expresando estar de acuerdo con él. 

-Así es...

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Observo a María alejarse instantes después, hipnotizado por la forma en que sus caderas se balancean al andar. Nuestras palabras le han emocionado a tal punto que estoy seguro de no ser por nuestro secreto se echaría a llorar entre mis brazos. Nuestros hijos la aman demasiado, y ahora entiendo su temor a que se enteren de la verdad. Le reprocharían el haberles mentido durante tantos años. Seguramente enfurecerían conmigo también por presentarme ante ellos como un amigo nada más. Maldita sea... Tal parece que sea cual sea la decisión que tomemos, no habrá escapatoria de enfrentar el peor de los juicios... El juicio de nuestros propios hijos.

-¿Señor?

-¿Se siente bien?

-Perdón...- me disculpo rápidamente ante la preocupación de Héctor y Estrella.- Me distraje un momento... ¿Qué decían?

-Mi hermana preguntaba si tiene hijos...

-Pues... Sí...- respondo tras dudar un breve instante en responder.- Tengo dos... Pero hace bastante tiempo que no los veo...

-¿Eso por qué?- pregunta Estrella casi horrorizada, cosa que me intranquiliza levemente.

-Es complicado...- respondo, jugando casi inconscientemente con mis manos.- Y algo de lo cual me cuesta mucho hablar...

-Sabe... Sus palabras me recuerdan a las de mamá...- comenta Héctor.- Ella siempre se ha negado a hablarnos de nuestro padre...

-Bueno no deben juzgarla...- me atrevo a hacerles esa petición.- A veces hay heridas muy difíciles de sanar, y hablar de lo que las causo no ayuda en ese proceso... Tal vez la ausencia de su padre también le ha pesado mucho a ella...

Condena De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora