Capítulo 10

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Narra Jayden.

Duele...

Cada parte que él había tocado, dolía. Toqué mi mejilla derecha con una de mis manos, la aparte de inmediato cuando sentí el ardor en esta, toqué mi mejilla izquierda y pasó lo mismo... Él me golpeó, me pudo haber matado si nadie hubiese llegado, él dijo cosas horribles, no confía en mí, él...

Sadie: ¡JAYDEN!- Reaccioné.

Jayden: Di-dime- La miré.

Sadie: Por todos los demonios Jayden, tienes las mejillas moradas, pequeña- Me dio una punzada en mi corazón.

Jayden: N-No me digas a-así, por favor- Ella me miró confundida, pero parece que lo comprendió.

Sadie: Lo siento- Yo sólo asentí.

Después de... Eso, Sadie me llevó a una cabaña que no conocía, tal vez era la suya, ambas estábamos en la sala, sentadas. Yo aún no podía creer lo que había pasado, llevé mi mano a mi mejilla y solté un quejido de dolor nuevamente, pero es que quería que nada de eso fuese real, que tan sólo fuese una ilusión. Miré a mi alrededor, estaba todo muy bien ordenado, pero de cierto modo, el lugar daba tristeza, era gris, blanco y negro, no había color. Tal vez era sólo yo, no le encontraba sentido a nada, me estaba pasando lo mismo que a ella, lo mismo que a mi madre.

Abrieron la puerta y por ella pasó un payaso, pero era gris y negro, daba miedo, pero ahora mismo, no me importaba si vivía o moría. Me miró examinando cada parte de mí y luego miró a Sadie, ella asintió y él suspiró para luego volverse a ir, la miré con duda, pero ella no mencionó nada del tema.

Sadie: Jayden, te iré a hacer de comer, puedes ir a mirar la casa si quieres, pero... Te aconsejo que no pases a la puerta que tiene una L- Dijo para luego retirarse.

Me quedé sentada por un momento con la cabeza baja, no quería seguir pensando en el tema, así que después de unos minutos me levanté del mueble en el que estaba y me dirigí a la escalera, subí con Lentitud y bien agarrada de las barandas, mis piernas temblaban, igual que mis manos, al llegar a la parte superior del lugar, entré a casi todas las habitaciones, paré en una, tenía una S, por lo cual supuse que era de Sadie y entré. Era lindo, la única parte de la casa con colores, unas cortinas finas color pastel, las mantas de la cama de diversos colores suaves, rosa, amarillo y azul, en cierto modo, me recordaba a los buenos días, cuando mis padres estaban unidos, cuando éramos felices... Cuando Kagekao no me veía como a un objeto de su pertenencia.

Una lágrima empezó a rodar por mi ojo derecho, pero rápidamente la seque y salí de la habitación, al salir me fui hasta las escaleras de nuevo, pero entonces pasé por en frente de esa puerta con una L, la miré por un segundo mientras meditaba sobre si debía abrirla o no, pero al final no la abrí, ya tenía bastantes moratones en todo mi cuerpo como para añadir otros por recibir golpes del dueño de esa habitación.

Sadie: ¡Jayden, ven a comer!- Me dijo desde el piso de abajo.

Giré mi cabeza repetidas veces para sacar la idea e mi mente y luego de eso bajé para encontrarme con Sadie, ella me miraba con pena, no me gustaba que me mirase así aunque es comprensible que lo haga, es decir, soy una chica patética la cual se enamoró de su secuestrador y éste la maltrata y la tiene como su esclava personal, pero no soy capaz de dejar de amarlo. Esa es mi descripción precisa.

Jayden: Se ve sabroso Sadie- Le traté de sonreír, pero no pude.

Sadie: No te esfuerces, eso duele y no quiero que te lastimes por tratar de complacer a los demás con tu preciosa sonrisa- Dijo enojada.

La Cabaña (Kagekao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora