Capítulo 14

610 53 2
                                    

Narra Jayden.

Jayde: ¿Quién eres? ¿Jeff?- Pregunté.

Fui firme con mi voz, pero mi cuerpo indicaba de sobremanera el miedo que tenía en ese momento. Maldita sea, no puedo temblar ahora, sé que da miedo, sé que es intimidante... Pero he vivido con un psicópata que me secuestró por mucho tiempo, no debería tener miedo, debería de parecer confiada. Pero su rostro, no puedo.

Jeff: Jummm, entonces tú eres la famosa Jayden- Se acercó.

Por instinto retrocedí y él se carcajeó en mi cara.

Jeff: No eres la gran cosa, sólo un pequeña perra- Volvió a acercarse y me tomó de la babilla- Dilo, di que sólo eres un perra-

Escupí en su rostro, él de inmediato me dio un rodillazo en el estómago, todo mi aire salió de mis pulmones y quedé tirada en el frío y duro piso.

Sentí como uno de sus pies impactaba fuertemente contra mi espalda, una y otra vez. Dolía, demasiado, en esos momentos pasaron por mi mente todos los maltratos que he sufrido en toda mi vida, no han sido pocos. ¿Qué hice para merecer todo lo que me ha pasado?

Mi vida está jodida.

Los segundos se hacían eternos, cada patada y puñetazo dolía más que el anterior. Después de una eternidad, los golpes pararon y con ello llegó el silencio, con lo que me quedaba de fuerza me volteé y me di cuenta de que él se había ido. Ya no podía moverme, mi cuerpo no me lo permitía, no sé cuanto tiempo llevaba en ese lugar, seguramente no más de un día, pero el cansancio era demasiado, mis ojos se ponían cada vez más pesados y no los podía mantener abiertos. No tenía sueño, pero cerré mis ojos con la esperanza de que todo terminase rápido.

La vida es tan irónica, que incluso la persona que supuestamente te quería, se vuelve tu enemiga. ¿Realmente existe el amor?

Yo no creo que exista, si en realidad existiese, nada de esto estaría pasando. Sólo quiero volver a ver a mi madre, ella seguramente no se acuerde de mí, pero yo de ella sí. Fue la única persona que de verdad me quiso, nunca me maltrató y cuando se enojaba conmigo, nunca me golpeaba, siempre me despertaba con un cálido abrazo y un beso en la frente de su parte, esa es quizás la parte que más extraño de ella, aún recuerdo sus ojos, un verde tan lindo que me transmitían toda su calma, mi madre era simplemente una hermosa mujer, tanto por dentro como por fuera. Pero... ¿Qué soy yo?

Tan sólo una llorona a la que siempre tiene que cuidar y estar alerta de qué es lo que está haciendo, lo que es mío quiero que se quede así para siempre, soy tan caprichosa, tan egoísta, tan horrible que hasta yo misma me doy asco y... ¿Qué hago en estas situaciones?

Nada, espero a que me vengan a rescatar como siempre, tan deplorable, estúpida... Tan débil.

Abrí mis ojos al sentir mis mejillas húmedas, una pequeña lágrima estaba bajando por mi mejilla. Siempre me gustó el sabor de mis lagrimas, era salada como cualquier otra lágrima. Cuando estuvo cerca de mi boca pasé mi lengua por sobre ella, tan salada como siempre.

¿Qué podría hacer en aquella celda?

Mi cuerpo aún estaba muy adolorido por la golpiza que había recibido hace un rato. Justo cuando estaba tratando de levantarme escuché como la puerta se abría de nuevo, mi vista se estaba acostumbrando lentamente a la oscuridad, por lo que cuando estuvo un poco más cerca pude diferenciar a Jack, volví a cerrar mis ojos de golpe. No quería que supiese que estaba despierta, no quería tener una conversación con él.

Se siguió acercando, podía oír sus pasos cada vez más cerca de mí, caminaba lentamente. Una vez a mi lado, se arrodilló.

Jack: Mira como te dejó- Suspiró- Y me prometió que no te lastimaría-

La Cabaña (Kagekao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora