Capítulo 18

566 49 8
                                    

Narrador Omnisciente.

La mañana llegaba lentamente, el bosque en el que todos habitaban parecía más tranquilo de lo que en realidad era, cualquiera que estuviese despierto apreciaría los hermosos tonos medio violetas que en el cielo se encontraban, desgraciadamente nadie lo estaba viendo a excepción de una mujer de aparentemente cuarenta años, quien estaba recordando su doloroso pasado y a la única persona que alguna vez amó de verdad, la pequeña que ahora debía ser todo una señorita, con la foto de la chica en manos y con sus ojos entrecerrados volvió a entrar en su casa para recostarse y dormir, no porque tuviese sueño, sino porque solo dormida se aliviaba todo su dolor.

Y mientras la mujer dormía plácidamente, en algún lugar del gran bosque, en una gran cabaña las personas estaban empezando a despertar para hacer todos sus trabajos diarios, un chico en específico apenas se levantó se arregló para ir a ver a su pequeña amada, quien aún dormía tranquilamente cuando entró.

Se quedó ahí, sin hacer nada, solo observando a la chica.

Hasta que un rato después ella empezó a hacer pequeñas muecas que para él eran adorables, y seguidamente abrió sus ojos, mientras aún sin notar la presencia del chico en la habitación empezó a estirar sus brazos para sacar un poco la pereza que tenía.

Kagekao: Buenos días- Ella se sobresaltó a oírlo, pero seguidamente le sonrió.

Jayden: Hola, buenos días- Se sentó.

Se quedaron en silencio hasta que la chica recordó el sueño que había tenido esa noche, entonces decidió preguntar sobre aquella mujer, volteó a mirar al de mascara y suspiró al pensar en todas las respuestas que este le podría dar a aquella pregunta.

Jayden: Emmm... Kagekao- Él miró en su dirección- Ayer tuve un sueño un tanto extraño... había una mujer, como de cuarenta años, ¿Sabes quién puede ser?-

Kagekao se quedó de piedra al escuchar eso, sabía perfectamente a quién se refería, pero tenía miedo de contarle y revivir los tiempos en los que su pequeña niña le tenía miedo, no quería decirle bajo ninguna circunstancia, pero tarde o temprano ella se enteraría, era mejor decirle ahora y no arrepentirse después.

Kagekao: Ella... antes de que te diga me tienes que prometer algo- Ella asintió- No te alejes de mí cuando te lo diga-

Jayden: Nunca lo haría- Respondió.

Kagekao: Bien, esa mujer... es tu madre y yo... te secuestré cuando eras pequeña- Bajó la vista.

Ella no supo que responder, se había puesto pálida y no había expresión alguna en su rostro, su cabeza dolió lo mismo del día pasado, pero no reaccionó igual. Su mirada fue a parar en Kagekao, el vio sus ojos, no mostraban signo de querer llorar, pero tampoco podía descifrar nada más que un profundo dolor.

Fue entonces cuando a la cabeza de Jayden llegaron pequeños trozos del pasado, una mujer para nada parecida a su madre la golpeaba sin compasión alguna, hasta que llegaba un hombre y se detenía sin remordimiento alguno, otro recuerdo en el cual está en un lugar que desconoce limpia unos trastes, al parecer ella estaba haciendo todos los deberes de la casa y justamente cuando llegaba Kagekao se acababa el recuerdo.

La mente de Jayden estaba hecha un completo caos, solo quería estar sola en ese preciso momento, sin nadie más que ella misma, con sus pensamientos para aclararlos.

Jayden: Por favor, quiero estar sola- Dijo en un susurro.

Su acompañante no protestó y salió del lugar, conocía a Jayden como a la palma de su mano, sabía que necesitaba estar sola para poder meditar sobre todo lo que estaba pasando, pero si de algo estaba seguro era de que ella no era mentalmente débil, no se derrumbaría, aunque de lo que si estaba seguro es que iba a cambiar, lo sabía muy bien, la conocía desde que tenía siete años y sabía que su forma de actuar cambiaba con todo acontecimiento duro que sucedía.

La Cabaña (Kagekao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora