Reportero a domicilio

18-El novio de Wheeler

18-El novio de Wheeler.

Entró de manera imperiosa en el estudio de Pegasus.

¡Vaya! ¡El joven Kaiba si que sabe hacer una entrada! ¿No te parece, Claude?—preguntó a su fiel sirviente que permanecía a su lado.

Me temo que esto debe ser culpa de alguna de las mucamas—dijo a su señor el mayordomo, excusándose por la entrada sin aviso del no invitado.

¡No te preocupes tanto, Claude! Despues de todo el joven Kaiba y yo pronto seremos parte de la misma familia. ¿No es así, joven Kaiba?—preguntó el dueño de la mansión.

¿Qué es lo que pretendes reteniendo a Wheeler contra su voluntad?—preguntó sin miramientos el castaño.

¡Uy! ¡Parece que el joven Kaiba se ha enojado, Claude!—dijo a su trabajador el pelilargo--¿De donde sacas eso, Kaiba? No veo manera de que lo supieras a menos...--

Seto sabía que pisaba sobre hielo fino, pues al saber que ellos dos mantenían el contacto las cosas se podían poner ásperas pero algo le había impelido a ir ahí ese día luego de enterarse de la situación de la rubia.

No sé que te dijo la querida Josephine pero no esta amenazada de muerte o algo así. Ella puede hacer lo que le venga en gana. Solo su trabajo corre peligro y después de lo que ha hecho difícilmente logre que la recomiende así que le propuse un trato. Ella se porta bien hasta que obtenga lo que quiero y yo no la denuncio por espionaje. ¿No te parece justo mi querido casi yerno?—preguntó el millonario.

Kaiba no podía responderle porque perdería mucho más de lo que ganaría y no lograría nada así que dio media vuelta y con furiosa faz se fue.

Claude pretendió ir tras él para asegurarse de que dejara la mansión pero su amo lo detuvo.

¡Déjalo, Claude!—dijo—Será divertido ver que cosas hace Kaiba dejado a su libre albedrío. Recuerda que para algo puse las cámaras.

Josephine estaba empujando un carrito con las sábanas para el lavadero cuando de pronto una persona se cruzó en su camino y miel y azul impactaron los unos en los otros.

¿Tú... qué haces aquí?—preguntó el reportero atónito de ver en ese lugar a la persona con la que hablara la noche anterior.

Seto no dijo nada y solo la haló con fuerza.

¡Oye!—le gritó el rubio e intentó forcejear--¿Qué te propones?—

Te sacaré de aquí ahora mismo—dijo el castaño dejándolo más atónito aún.

Debe ser una broma. Sabes lo que nos pasará si lo haces. ¡Oye, detente!—dijo el melado jalando de tal forma que logró que el otro se volteara y la cercanía de Kaiba lo paralizó al momento sin saber exactamente la razón.

Los labios de Kaiba lo despertaron de su parálisis. Pero... ¿Qué estaba pasando con él? ¿Por qué de pronto no podía alejarlo? Esos labios tenían una textura y un calor. Estaba embriagado por ellos... pero un momento... ¡Kaiba era un hombre! Él lo sabía pero su cuerpo reaccionaba de manera distinta a lo pensado.

La cercanía de Kaiba de pronto lo inquietó por otro motivo y giró su cadera para que las de ambos no se enfrentaran, porque el castaño estaba tratando de pegar sus cuerpos de pronto sus manos tuvieron la fuerza justa para alejarlo un poco.

¿Qué haces? ¡Deja...--otra vez los labios del ojiazul interrumpían, ansiosos, deseosos, acaparadores y deliciosos, no dejaban que Wheeler argumentara nada de manera justa—Espera...--trató de detenerlo sin éxito.

¿Por qué si tu también lo quieres? Puedes decir lo que quieres pero tu cuerpo te deja en evidencia—dijo el castaño antes de embriagar al rubio de nuevo con sus intoxicantes ósculos.

Joey necesitaba de todas sus fuerzas para reponerse y más que nada no quería que el otro se enterara de su género. Sintió pánico y el miedo hizo que sus sentidos se agudizaran y su mente urdiera una mentira satisfactoria para sacarlo del problema.

Es que... tengo novio—dijo el melado.

Seto se detuvo y se irguió--¿No-vio?—

Si... lo siento pero yo... no quiero engañarlo—dijo mientras lo empujaba, algo encorvado para esconder su cara, la distancia de sus brazos. Como vio que el otro estaba sorprendido salió sin más sin rumbo predeterminado como una saeta.