Atrapado

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51—Atrapado

Joseph se arrebujó en las sábanas del hospital, su rostro estaba para el lado contrario que el de Kaiba aunque su cabeza descansaba en su pecho.

Seto preguntó--¿Qué es lo que sucede?—pues sabía que algo se cocía en la cabeza del otro.

Te irás pronto. En cuanto este caso termine volverás a los Estados Unidos. ¿No es así?—preguntó con su corazón lleno de congoja. Tenía que oírlo para abandonar toda esperanza aunque eso no evitaba que su corazón doliera ante la perspectiva de no verlo más. Ahora era más que evidente el desenlace de todo eso pues el otro solo era un empleado extranjero con órdenes que volvería a su oficina central ni bien el trabajo estuviera terminado.

Es cierto—dijo con naturalidad el ojos azules mientras miraba el techo de la habitación—Anoche me hice con las pruebas que necesitaba para consolidar el caso contra Pegasus—informó luego.

A la vez que el corazón se estrujaba en su pecho la curiosidad de Wheeler le llevó a preguntar sin voltear para verlo--¿Pruebas?—

Así es—contestó el relajado castaño—Anoche tuve una pequeña incursión en la oficina de ese tipo mientras él estaba sentado en su mesa. Por suerte el software de intercepción de señal hizo posible que las cámaras de la residencia fueran hackeadas por nuestros técnicos y para la visión de la vigilancia me volví un fantasma. Fue al final de esa pequeña incursión que terminé dando con ese perro guardián de Pegasus y finalmente contigo—añadió después.

Ya veo—dijo con poco énfasis el melado antes de agregar--¡Así que tienes todo listo!—

Solo faltan unos testimonios y todo quedará saldado. Será cosa rápida pues los cargos están bien asegurados y están ampliamente respaldados—respondió Seto.

Se iría. La mano de Joey mordió en silencio el colchón y la sábana. Se iría. Tenía que hacerse a la idea pero no podía... Respiró hondo y se sentó en la cama para levantarse y vestirse.

¿Por qué te preocupa tanto que me valla?—preguntó el ojos azules y el rubio sintió que la presión lo ahogaba mientras las lágrimas asomaban un poco en sus ojos.

¿Cómo podía ser tan cruel después de lo que pasara en esa habitación? ¿Después de todas las palabras dichas? Sus manos temblaban por la humillación y la congoja que sentía pero trincó los labios para no gritar pues no le daría el gusto de perder la compostura. Tal vez lo único que buscaba...

Una mano agarró fuerte su brazo y lo haló para que volteara mientras aun estaba sentado en la cama--¿Acaso no vas a venir conmigo?—

¿Ir?—Joey se quedó en blanco sin entender de que hablaba.

¡Claro! ¡Vendrás conmigo a Norteamerica!—contestó con toda naturalidad Seto.

¿De que estaba hablando ese tipo de repente? Se preguntó el rubio con cara de pasmo.

¿Contigo?—preguntó como un zombie.

¡Por supuesto! ¿Con quien más si no?—preguntó el ojos azules con una ceja levantada--¡A veces eres bastante lento perro!—

Pero yo no... Mi trabajo...--aludió el melado.

¿De que trabajo hablas? ¿Trabajabas para Pegasus, cierto? ¿Acaso crees que aun tendrás trabajo mañana?—preguntó el agente haciendo caer en la cuenta al periodista de que ya no estaba empleado pues su jefe ahora sería detenido, sus bienes confiscados y además él era un testigo en su contra.

Yo soy reportero—dijo Wheeler—Podré encontrar otro trabajo en...--

Seto lo cortó—Cuando sepan que tu eres un testigo en contra de tu ex jefe no lo creo. No en Japón al menos. Sabes muy bien como se manejan aquí con la fidelidad y todo eso. Un empleado que testifique contra su jefe, por más que este haya delinquido, no se toma como una virtud—

Eso era cierto y lo sabía. Joseph se quedó en shock al darse cuenta en la difícil situación en la que estaba. De pronto un jalón lo puso de vuelta de espaldas a la cama.

Aparte no quiero que vuelvas a hacer ese trabajo—dijo el castaño con sus ojos azules muy cerca de los mieles. Estaban fijos y eran serios. La respiración de Wheeler se cortó también por el peso y el calor del cuerpo estirado sobre él y la mano que acarició su sien y mejilla--¡Tú eres mío ahora y no te dejaré hacer ese sucio trabajo!—

¿De qué hablas? ¿Tuyo? ¿Y que se supone que haga en América?—preguntó el melado.

Esperarme en casa por supuesto—dijo el agente de Interpol.

¿Esperarte? Yo soy un reportero y lo seré donde sea. Puede que viva contigo pero tú debes pasar mucho tiempo en tus misiones. ¿Y que haré yo mientras? Yo trabajaré mientras...--dijo el rubio muy serio.

¡Jamás!—dijo con cara de furia Seto tomando por sorpresa a Joey—No hay forma de que yo te deje hacer algo tan peligroso de nuevo—dijo el castaño, volviendo a tocar su mejilla—Conociéndote terminarías en problemas y es posible que yo no esté cerca para liberarte esta vez—

Las palabras de Seto alcanzaron el corazón del rubio de una manera total y honda. El pecho de Joey se estrujó de una manera diferente esta vez. El sentimiento de felicidad y amor llenaron su temeroso ser. Los labios de Kaiba sobre los suyos sabían a fresco manantial de la montaña, a gloria.

Las manos del castaño se deslizaron por sus caderas hasta apretarlo en un abrazo mientras sus bocas abrasivas se devoraban mutuamente como si fueran el último alimento del universo.

Ambas se separaron ansiosas y provocativas mientras sus amos intentaban respirar todo el aire posible y después de recuperar un poco el aliento Kaiba dijo a Joey—Te dije que borraría de tu cuerpo todo rastro de ese tipo—antes de morder su cuello.

Las manos del ojos azules se deslizaron luego por el pecho del rubio mientras sus labios se deslizaron desde el cuello del ojos mieles hasta una de sus tetillas y mientras la lamía y mordisqueaba sus manos bajaron por el estómago y caderas del rubio para luego deslizarse por sus muslos desde enfrente hacia atrás acaparando toda la piel que podía.

Joseph se arqueó para quedar vulnerable a sus manos y en poco tiempo Seto estuvo dentro de él. Sus gemidos y quejidos fueron ahogados por sus dientes que trincados trataban de impedir el ser oídos desde afuera.

Desde su pecho Seto disfrutó con la visión de su cachorro estremeciéndose de placer hasta que el acto final estuvo dado y ambos satisfechos cayeron en el abismo profundo del éxtasis total.

Reportero a domicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora