12-Una tonteada

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12-Una tonteada.

Seto se sentó con la joven princesa a su izquierda y el acaudalado señor a su derecha mientras Josephine y la otra empleada iban por el entrante.

Calladamente "la joven rubia" fue por detrás de su compañera a tomar el plato que acabaría en la boca de cierto castaño una "soup de mere" una sopa con mariscos. Distraídamente la empleada pasó cerca del especiero del cheff donde sonrió y siguió de lado.

El cheff necesitó algo del especiero justo después y fue a buscarlo.

Al no encontrarlo gritó--¿Quién ha tomado la pimienta blanca?—con mucho encono.

Seto recibió con esa media sonrisa que lo caracterizaba la comida servida por "esa chica" pero se olió algo raro cuando "ella" le sonrió haciendo una inclinación.

Seto Kaiba podía ser muchas cosas pero no era tonto y esa sonrisita le daba mala espina pues sabía el carácter que se gastaba ella.

La cara del pelindrún ese no tenía comparación. Fue tan divertido ver como después del primer bocado su cara se tornaba roja en silencio. No se atrevería a hacerlo con la joven señorita pues sería muy osado y porque además con todo y disfraz Joey era hombre y no debía hacerle semejante jugarreta a una joven.

Pero Kaiba no era chica.

Gruesas gotas de sudor caían por las sienes del castaño mientras intentaba, como podía, no demostrar la ardiente sensación en su boca. Su mirada fija en la chica parada al otro lado de la mesa atrajo la atención del señor de la casa que vio como colocaba lentamente la cuchara en el borde de su plato.

¿Sucede algo, Kaiba san?—preguntó el otro empresario mientras los ojos mieles se relamían y los ojos los observaban asesinos.

Joseph esperaba ansioso el momento en que el otro respondiera con una lastimera voz.

Pero Seto solía ser una persona de férrea determinación. No por nada era el capitán de su propio barco a edad tan temprana.

Inspiró profundamente y carraspeó para luego sin mirar directamente al dueño de casa sino que decir con orgullo—No es nada. Es solo... que está algo caliente—

¡Ah!—dijo solamente el otro con mirada algo extrañada. (¿Caliente? ¡Pero si es una soup! ¡Iluso!)

Joey estaba decepcionado. ¡El idiota había salido del paso con todo su aire! De pronto se dio cuenta de otra mirada fija en él y de a poco cambió la dirección de su mirada para encontrarse con unos incandescentes ojos. Claude no lucía muy contento.

Llegados a la cocina repitió aquella frase--¡Josephine y yo debemos hablar a solas!—

"Ella" lo miró con decisión.

El pelinegro se volteó y la miró fijo--¿Qué pretende? ¿Arruinar los planes de Pegasus sama?—preguntó.

Seto se fue que rechinaba. No "la" había visto desde que sus ojos se cruzaran en la soup de mere. El resto de la cena la sirvió la otra empleada y el mayordomo que volvió solo a la mesa. De seguro la habían castigado pero para él no era suficiente.

¿Qué se creía esa idiota?

¿Joseph? ¿Ah? Pues él pidió unos días—le contestó el editor del rubio al empresario.

(¿Unos días? ¿Acaso esos idiotas piensan fugarse para que yo...? Espera... eso no tiene sentido sino yo podría...) pensó Seto y luego preguntó--¿Cuándo pidió esos días?—

¡Déjeme ver...!—dijo el sujeto mientras miraba en una laptop—Si, aquí esta, lo pidió el 23... dijo que estaba persiguiendo una gran presa y que me traería una gran historia, pero Joseph siempre dice eso—

El 23 era el día en que la hermana del sujeto empezó a trabajar en esa casa. ¿Sería que ellos planeaban meter al tipo dentro de la casa también? Se preguntó Kaiba.

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