26—Esa chica
Alguien apretó pausa a un video en una habitación semioscura y sonrió. Luego sorbió de una exquisita taza de té el delicioso contenido.
Joseph despertó primero con esa rara sensación. Miró al hombre tendido sobre el pecho que dormía junto a él sintiendo que estaba engañando a alguien.
No quería afrontar su cara o sus palabras. En silencio juntó sus ropas desperdigadas, se vistió y se fue sin siquiera bañarse de su propio apartamento.
En el tren se dijo que no podía haber caído más bajo mientras una y otra vez escenas de la noche anterior se repetían en su mente.
En el trabajo pensaron que había pasado la noche en un hotel de amor porque traía las mismas ropas que el día anterior. Se veía en sus miradas. Estaba tan deprimido que se le dificultaba hasta probar bocado. Por suerte el castaño no parecía tener intenciones de seguir la persecución. Debía estar lamentando todo eso desde aquella mañana. Lo peor es que Joseph no lamentaba lo sucedido, solo... no quería enfrentar el mañana. Reconocer que una persona te gusta es una cosa pero estar enamorado... Se sentía enfermo de humillación y desconsuelo.
Pero cada día se repetía que debía seguir porque nadie se muere por una cosa como esa.
Pasaron dos semanas desde aquello hasta que recibiera una llamada telefónica.
¿Qué?—preguntó alelado al teléfono.
¡Lo que oyó señor Wheeler! ¿O es que tiene cera en los oídos?—preguntó Pegasus.
¡Yo ya no hago esas cosas!—exclamó el rubio.
Sí que las hará si es que quiere conservar su carrera. Acuérdese que una palabra mía y nadie más volverá a contratarlo. Después de todo yo soy su jefe—contestó Maximiliam.
La primavera estaba en su vigor. La temporada preferida de todos los japoneses. Cuando florecen los cerezos y ellos hacen sus hanamis llenos de dulces comidas y risas al sol. Esa era la época ideal para celebrar la conmemoración de los 22 años de que Desire Pegasus pusiera un pie en la tierra. Y que mejor lugar para eso que la isla privada de los Pegasus donde tenían uno de los hoteles más lujosos del mundo con unas vistas panorámicas que quitaban el aliento.
El organizador de tal magnifico evento ya se había encargado de recepciones para princesas y bodas de nobles como cabe suponer. El evento en sí debía ser un prologo del banquete que un mes mas tarde se celebraría en honor a la boda de la bella princesa de la familia Pegasus.
Padre y yerno estaban parados juntos en una especie de tarima donde se ubicaba la mesa principal. Pegasus lucía un magnífico smokin blanco con volantes en la camisa y las mangas mientras su próximo hijo político usaba un traje azul cielo con corbata a gris y camisa blanca. En realidad lucía muy sobrio al lado de Maximiliam y el avispado hombre le dijo--¡Vamos Kaiba! Podías haberte esforzado más y traer un traje negro de Armani o alguna cosa más actual. ¡Pareces mi padre!—bromeó.
El otro se limitó a dejar salir el aire para evitar contestarle lo que se le pasaba por la mente.
¡Oh, vamos! ¡No te pongas así! Desire llegará en cualquier momento y no queremos que vea a su novio con mala cara—añadió el pelilargo pero el otro solo miraba a los festejantes sin ganas de decir nada.
De pronto una de las presencias en el lugar le llamó la atención y el interés se reflejó en sus ojos.
La moza servía bebidas a los reunidos a unos veinte metros de ellos.
Sin duda es una chica eficiente—dijo sonriendo el ojimarrón.
¿Qué clase de broma es est...?—trató de preguntar Kaiba con mal talante.
El otro lo interrumpió—Es una fiesta tan grande que debí usar todos mis contactos para tener ayuda—se explicó el otro con una sonrisa astuta.
¡Tú... lo que quieres es que ella espíe para ti!—dedujo seto.
Yo le llamo obtener información. ¿Qué? ¿No lo apruebas, Kaiba san?—preguntó Pegasus con mirada predadora.
xNJ<8
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Reportero a domicilio
FanficJoseph es un incipiente reportero con ganas de triunfar y sin muchos escrúpulos a la hora de obtener información. Un día conocerá al famoso y joven empresario Seto Kaiba en una fiesta en la que se infiltrará como moza. Si, moza. En ella descub...