20-Al borde de la desesperación

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20-Al borde de la desesperación.

¿Qué no te gusta lo que te hago? Tu cuerpo es mas honesto que tu lengua, perro—dijo el dueño de la mano que se había colado bajo su ropa interior y acariciaba rudamente el falo que ella escondía mientras el permanecía de espaldas al otro recibiendo esa especie de castigo. La voz de Kaiba resonaba en sus oídos con la vibración de un gato ronroneando, lleno de excitación y lujuria.

Las manos de Joey se agarrotaban en la cortina espesa y verde malva mientras las manos del otro jugueteaban sin piedad bajo la falda de su uniforme.

¡One...gai! Ah ah ah—dijo el rubio mientras llegaba a su clímax y se derramaba con un espasmo de sus caderas.

¡Eres un perro malo!—la voz ronca en su oído, sus ojos no podían verlo pues estaban cerrados por la vergüenza y el placer.

Abrió los ojos. Otro amanecer se levantaba tras las cortinas. Una rendija de luz entre las blancas telas. Otro despertar de un sueño húmedo y la honda, frustrante y triste sensación de que eso nunca acabaría. Otra vez en sus sueños estaba él haciendo lo que el mayordomo le había hecho. Otra vez deseando sus manos y su tacto.

Sus ojos se anegaron con la terrible desesperanza, de sentirse tan desesperado ya se sentía cansado.

Como robot se alzó haciendo a un lado las pesadas cobijas y como un autómata empezó a prepararse para la actuación.

Otro día más.

Otra sonrisa falsa.

Más agonía.

¿Qué piensa, Pegasus sama?—preguntó el mayordomo mientras miraba al amo de la casa mirar la ultima grabación de la cámara de seguridad. En ella se veía al joven Kaiba pasar junto a la empleada/o sin mirar siquiera en su dirección mientras era acompañado por Desire.

Pienso que la joven Josephine ya no será necesaria. Ya hemos recabado todo lo necesario para un futuro enfrentamiento con el joven Kaiba. Podemos dejarla ir—dijo el CEO.

¿Está seguro señor? ¡Es un reportero! ¿No sería problemático que...?—preguntaba Claude preocupado porque se divulgaran ciertos hechos cuando se vio interrumpido por el amo de la casa.

Maximiliam dijo mientras meneaba su mano libre--¡Que va! ¡Que va! El joven Wheeler sabe a lo que se enfrentaría si se divulgaran los detalles de su estadía. Recuerda que fue él quien penetró en mi casa disfrazado y con identidad falsa. De divulgar cualquier cosa se vería enfrentado a algo mucho peor que el escarnio público. Ha terminado su utilidad, lo dejaremos ir de momento—

¿De momento?—preguntó el mayordomo.

Recuerda que al fin y al cabo él trabaja para mí en mi periódico y debo aceptar una cosa—dijo el pelilargo.

¿Qué señor?—preguntó sorprendido el pelinegro que nunca imaginó que su jefe hablara así de ese mosquito.

¡Me agradan sus agallas! ¡Jajajajajaja! ¡Imagínate! Se metió a mi casa de sirvienta—dijo el millonario a carcajadas.

¿Qué dice?—preguntó atónita "la sirvienta rubia".

¡Lo que oíste! ¡Ahora puedes irte! ¡Eres libre! ¿No te alegra? ¡Podrás volver a tu vida de antes!—contestó Maximiliam Pegasus—Claude te pagará lo que se adeuda por tus servicios. ¡No dirás que soy un tacaño, querida! Yo siempre pago bien a los que me sirven—

Estando solos Claude le dio el dinero y sostuvo su muñeca para advertirle—Si te atreves...--

¿Qué? ¿Sientes miedo de mí?—le dijo sonriente el melado y al ver la sombría expresión del otro añadió—Tranquilo galán. Se mantener la boca cerrada pero deberías mantener tus manos quietas o alguien menos tranquilo que yo te mandará a la palestra—en verdad sentía como si al no dejar claro que no hablaría lo podían atropellar en una oscura calle.

El editor marcó el número en la tarjeta y dijo su nombre cuando contestaron—Como quedamos lo contacto porque él regresó hoy—añadió.

¿A quien llamó el editor?

¿Qué pasará ahora con Joey?

¡Más encuentros!

¡Más problemas!

¡Más pasión!

Reportero a domicilioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora