Capítulo 10 "Querer"

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Desperté en su cama, junto a él mirando con tranquilidad sus ojos tan oscuros. Cada caricia propinada por sus manos era como el toque de la seda contra mi piel ¿Querer a alguien de esa manera estaba bien?

-Piensas demasiado -me acarició la mejilla con una mano.

-Lo sé.

- ¿Podría saber todo cuanto se oculta tras esos ojos verdes?

Me encogí en los hombros, su forma de acariciar mis mejillas me traía problemas.

-Debo irme.

En realidad no deseaba ni por un segundo levantarme de esa cama, o alejarme de su calor corporal al cual ya me estaba acostumbrando.

-De acuerdo.

Está vez no me insistió para convencerme de lo contrario y aquello simplemente me trajo una extraña sensación.

- ¿De acuerdo?

-No quieto retenerte -afirmo-, y no significa que no quiera tenerte a mi lado todo el día, pero no deseo asfixiarte.

- ¿Asfixiarme? ¿Por qué lo harías?

-Te veo en todos lados, en el trabajo, a la hora de comer, estoy seguro de adquirir la costumbre de llamarte cada noche para poder dormir en paz.

-No podrías asfixiarme nunca, ya me siento abrumada por todo cuanto sucede entre nosotros y el titulo que seremos capaces de ponerle para cuando cualquiera pregunté.

-Creí no necesitar un título.

-No, al menos yo no lo necesito.

-Entonces no hay razón para dar un título.

-Todos notan cuando salimos juntos y quizá el rumor de que tenemos una 'relación' ya ha comenzado correr.

-No deberías tomarle importancia.

-Michael...

No estaba segura de como terminar esa oración, estaba dando razones para salir corriendo en lugar de quedarme y realmente deseaba quedarme a su lado, no moverme ni un milímetro, ¿por qué buscar obstáculos?

-No entiendo cual es tu punto ahora.

-Tú no podrías asfixiarme en ningún momento.

-Quizá el escritor no, pero de Michael...

-Al escritor ya lo conozco, y deseo ser asfixiada por Michael.

-Me gustaría saber cuál es la razón de la enigmática Lisa para quedarse con el asfixiante Michael.

Yo no tenía una explicación para eso, tampoco palabras a pesar de haber leído un diccionario completo, estaba asustada, quería salir corriendo y quedarme ahí al mismo tiempo, era libre pero también era su prisionera. Mi confusión, mi delirio, mi intranquilidad y toda la paz fusionada con la realidad así como la fantasía, conformaban parte de una ola llena de emociones en donde me encontraba justo a la mitad.

-No lo sé.

Unos instantes antes me había preguntado si quererlo de esa manera estaba bien, sin notarlo ya estaba hablando de querer, de miedo, de todo cuanto no creí poder sentir nunca.

Nos quedamos en silencio durante minutos incontables, observándonos, retirando la mirada un par de veces mientras nuestra mejillas se pintaban de un rojo intenso, trataba de no observar sus labios sin mucho éxito y él se pasaba las manos por el cabello para no ponerlas sobre mí. Era como un juego, ¿Cuánto podríamos resistir sin hacer notar nuestra tangible atracción?

Mis labios estaban agrietados, ansiosos por sentir los suyos al compás perfecto de un beso.

Me relajaba sentir su ansiedad compartir espacio con la mía, tenerle tan cerca, sin poder tocarlo de ninguna manera, era como tener sed sin poder tocar una gota de agua.

-No creo aguantar más -declaro antes de reír discretamente-, ¿tú puedes?

Negué un par de veces. Aquello me remonto a una película de drama adolescente, en donde el amor era tan inocente e intenso que creías nunca poder abandonarlo, era como una adicción. Nunca había tenido un primer amor, no tenía esa experiencia de necesitar a nadie, de creerme adicta a los besos o caricias de un hombre en especial... hasta ese momento. Y eso quizá no era del todo una buena señal. No estaba dentro de mis planes, no lo había pensado nunca y mientras estábamos en el crucero parecía aún más simple separarme de él, pero ya era parte de mí compartir todos los días con él, hablarle de mis temores y escuchar los suyos.

Se acercó lento, lento como lo haces en el primer beso, me miro directo a los ojos pidiendo permiso en cada movimiento, con delicadeza como si se tratará de una rosa, me sentí frágil, protegida, sus brazos eran como un escudo protector en donde nadie podría hacerme daño. Se acerco a mis labios, me dio un par de besos pequeños antes de comenzar a susurrar.

-Necesito decirte algo -el tono de su voz me asusto un poco-. Es algo importante y quizá te asuste más de lo debido, probablemente no sientas lo mismo y no lo espero.

Me dio un par de besos más, el corazón me latió a mil por hora, sentí la presión en mi garganta, ese par de palabras necesitaban ser emitidas. No podía quedarme callada.

-Te quiero -me acarició el cabello y me beso la frente con ternura. Lo había dicho, me había dado la verdadera razón de porque no podía mantenerme alejada de él.

-Yo también te quiero -mi labio inferior se resguardo tras mis dientes-. Te quiero.

Terminé por confirmarle, una lágrima se resbalo por mi mejilla la cual seco con delicadeza, sonriendo. Brilló frente a mí, como si de pronto toda la luz del sol se albergará en él, en su mirada llena de ternura.

-Te quiero -suspiró.

Estaba hecho y dicho, todos los sentimientos agolpados en mi pecho habían sido liberados, el secreto de mi silencio se reveló ante nosotros, mis ojos comenzaron a centellear a la par con los suyos. El último par de meses había sido todo cuanto no había experimentado, él se volvió mi cómplice, compañero, amigo, la única persona en todo el mundo con quien podría compartir todo eso.

Me sentía feliz, plena, sus ojos me daban la luz necesaria para dejar las tinieblas de una vez por todas.

Sí, lo quería, lo había admitido, no estaba arrepentida de confirmarlo o escucharlo, e incluso repetirlo mil veces no me abrumaría en ningún momento, no me estaba asfixiando, me abrazaba a su pecho como si fuera de cristal, como si pudiera salir corriendo en cualquier momento y no deseará dejarme ir, pero no estaba dispuesta a ir a ningún lugar, pues a pesar de estar aterrada, anhelaba salir corriendo sólo sí él tomaba mi mano.

Soñando El Mismo SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora