Capítulo 31 "Sorpresas"

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Esa era la tercera vez en el día, ya estaba harta de responderle.

– ¿Estás segura?

–Sí, no hay tanto problema, te veo en la editorial y listo.

Pero no me causa ningún problema, en serio.

Oliver –esta vez lo dije como reprimenda–, te veo en la editorial.

Bien.

Colgué el teléfono poniendo los ojos en blanco podía ser un gran chico, pero también podía ser molesto de vez en cuando. Él me había pedido ir a la fiesta de Navidad, luego de saber sobre la inasistencia de Michael le respondí afirmativamente, como todo el mundo quería recogerme en casa para poder llegar conmigo de su brazo, pero mientras yo no fuera parte de la clase de chicas acostumbrada a dar mi dirección o revelar mi escondite secreto, entonces debia sufrir por sus constantes llamadas.

No estaba acostumbrada a asistir a la fiesta de Navidad, en lugar de eso viajaba kilómetros hasta estar en la puerta de mi madre, me gustaba pasar Navidad con ella, está era la época del año en donde podía estar a su lado y charlar por horas sin preocuparme por nada más.

El teléfono comenzó a sonar, intenté relajarme un poco para no responder de una mala manera al hombre del otro lado, pero estaba harta de responder a la misma estúpida pregunta.

– ¿¡Hola!?

–Oh, no te alegra hablar conmigo.
Al instante pude reconocer la tesitura de esa voz tan dulce.

–Hola, mamá. Lo siento. Un idiota ha estado llamando de broma y estoy harta de responderle.

Tranquila cariño.

–Sí, lo siento.

–No importa, puedes hacerme un favor.

Fue extraño escucharla decir eso, estando a kilómetros de donde se encontraba no entendía cómo podía ayudarla.

–Claro.

–Abre la puerta de tu departamento.

Dejé el teléfono a un lado, caminando con cuidado hasta la puerta mientras mis tacones resonaban contra el piso, tomé la manija con cuidado, girando la perilla sin prisa alguna, cuando la puerta cedió una sonrisa se dibujo en mi rostro, ese par de ojos azules me miraban resplandecientes desde el otro lado, no pude resistir las ganas de abrazarla.

– ¿Qué haces aquí? –cuestione asomando la cabeza de entre su hombro y su cabello.

–Faltan un par de días para Navidad, esa es nuestra fecha importe y quiero darte un regalo.
– ¿Regalo?

–Yo no te he comprado nada.

–Cariño, no necesitas darme nada, en serio.

–Pero tú...

–No es un intercambio, simplemente deseo darte algo como cuando eras pequeña y podía darte mil regalos.

Me dejó ir para mirarme la cara y acariciarme las mejillas.

– ¿Vamos a cenar?

Dominios. Cerré los ojos sosteniendo entre mi dedo índice y pulgar el puente de mi nariz.

– ¿Ocurre algo?

–Sí. Debo ir a la fiesta de la editorial.

– ¿Ahora? Lisa, no necesitas mentir.

Incliné la cabeza frunciendo el entrecejo, ella negó un par de veces sin darme la oportunidad de intentar dar una razón verdadera.

–Puedo irme, pero necesito ir de nuevo a...

–Mamá –la interrumpí–. En serio debo ir a la fiesta. Mírame, parezco Barbie.

Llevaba puesto un vestido de color salmón hasta arriba de la rodilla, mis zapatillas eran de un ligero color rosado y el maquillaje sobre mi cara resaltaba el color de mis ojos.

–No pareces Barbie, pero aún así eres una muñeca preciosa –me dió un beso en la frente.

–Lo siento, no quiero dejarte –me encogí en los hombros–. Tal vez puedes venir conmigo, eso sería asombroso.

Quería reducir un poco mi tiempo con Oliver, era agradable, pero también podía desquiciarme de vez en cuando. 

–No, ve a esa fiesta y diviértete un poco, luego podrás pasar tiempo conmigo.

– ¿Estás segura?

–Sí, cariño.

–De acuerdo.

Tomé mi abrigo, las llaves de mi auto y luego de abrazarla de nuevo crucé la puerta pensando en lo bello que era esa época del año. 

Navidad siempre fue un símbolo de paz y amor para mí. Papá se encargaba de darle magia a cada día del último mes de Diciembre, sus ojos azules brillaban más mientras nos sentamos frente a la chimenea para poder disfrutar de un delicioso chocolate caliente arropados bajo la misma manta mientras escuchaba la masculina voz de mi padre emitir alguna de sus melodías, las noches detrás del fuego de la chimenea eran ciertamente mis favoritos en el año.

Llegué a la editorial luego de un par de minutos al volante. Las bellas puertas de cristal estaban adornadas con nieve artificial y se podía ver el enorme árbol al interior del lugar, no tardé mucho en identificar a mi acompañante de esa noche. Oliver se encontraba de lado izquierdo de la puerta recargando su hombro contra la estructura del edificio, miraba de un lado a otro sin mostrar su sonrisa en ningún momento, no demoré mucho en aparcar en un sitio cercano a la entrada, no deseaba dejarle esa expresión en el rostro por más tiempo gracias a mi demora.

Dejé el automóvil a un lado no sin antes tomar mi bolso de mano lista a encontrarme con el despampanante smoking Azul marino de mi nuevo amigo.

En cuanto logré salir del estacionamiento y visualice los zapatos lustrosos del chico de ojos azules mi teléfono emitió un sonido indicando que tenía un mensaje en la bandeja de entrada. Deseé no tomarle mucha importancia, pero teniendo en cuenta la presencia de mi madre en mi casa entonces debía estar pendiente de sus necesidades al no poder estar ahí para atenderla, abrí el mensaje sonriendo casi por inercia, al descubrir de quién era realmente el mensaje.

Te tengo una sorpresa.

x

El número de Michael apareció como remitente.

–Hola –lo escuché saludarme cuando aún no había dejado de mirar el teléfono.

–Hola –dirigí mis ojos a los suyos intentando concentrarme en su presencia.

–Te ves preciosa.

–Gracias, tú también te ves muy bien.

–Gracias, ¿entramos? –me tendió el brazos y luego de un par de segundos lo tomé.

Dentro de la editorial nos situamos en donde originalmente se encontraba el lobi, los meseros comenzaron a desfilar entre las personas y Oliver comenzó a hablarme sobre sus planes para Navidad con su familia, lo escuché atentamente sin notar cuando pasamos de ser un par de personas dispersas a al menos 200 personas.

– ¿Habías venido antes a la fiesta?

–No, siempre tenía otros planes para estas fechas.

Abrió la boca para articular algo, pero desde la parte superior del mismo lugar por donde miraba a Michael entrar cada mañana luego de ser contratada, se encontraba un hombre de carisma inigualable y ojos marrones con un traje que lo hacía lucir de lo más atractivo. Se aclaró la garganta tomando una copa de vino y esperando a que todos los presentes tuvieran una igual, en cuanto me ubico sonrió con seguridad y comenzó a hablar.

–Sorpresa –todos rieron–. Es un gusto presentarme por primera vez aquí esta hermosa noche, gracias a todos los presentes por asistir, y gracias por sus caras atónitas.

En ese instante comencé a reír comprendiendo el mensaje de unos momentos antes, al parecer el más apuesto de los Jackson estaba dispuesto a robarle a Oliver Tod su cita de esa noche.

Soñando El Mismo SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora