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Narrador omnisciente

“Alex.

No es la mejor opción la que tome, pero no quiero seguir sufriendo más, necesito olvidar todo, necesito olvidarlo a él. Si sigo pensando en eso, creo que no duraré mucho en este mundo. No quiero que llores por mí partida, voy a estar mejor, voy a estar bien, ¿Eso era lo que querías, no? Ahora podre ser feliz lejos de todo y de todos.

Fuiste el mejor amigo que pude tener y espero nunca olvidarme de ti, espero nunca olvidarme de todo lo que has hecho por mí, no sé cómo agradecerte la gran ayuda que me diste, intentaste hacer todo lo posible para que estuviera bien y algunas veces lo lograbas, pero siempre estaba él en mis pensamientos arruinando todo. Sé que tú nunca me abandonarías como él lo hizo, porque tú no eres así, me lo prometiste y así lo hiciste.

El departamento está a nombre tuyo, y como agradecimiento pagué dos años de alquiler, mereces mucho más, pero es lo único que te pueda dar. Me llevé todas mis cosas para que no te acuerdes de mí, no quiero que sufras, yo escuchaba como llorabas por las noches, y todo por mi culpa, ni siquiera sé cómo seguiste a mi lado aun sabiendo que te hacía daño.

Quiero estar en paz conmigo y con mi mente, dejaré de usar las redes sociales, guardaré mi móvil y perderé el contacto con el mundo.

Espero que puedas encontrar a alguien tan fuerte y especial como tú, ojalá que nunca tengas que sufrir por alguien como lo hice yo, quiero que encuentras a alguien que te ame de verdad.

Siempre pensaré en la persona que intento sacarme una sonrisa.

Te quiere, Rubén.”

Sentado en una banca del aeropuerto se encontraba un chico. Un chico de veintiséis años con el pelo castaño. Muchos lo conocen como El Rubius, el youtuber más grande de España, el que parece súper feliz en sus videos, pero en el aeropuerto no estaba quien todos conocían. Sentado estaba Rubén, un chico normal de veintiséis años con el corazón roto, llorando por un amor no correspondido. Abandonando todo por culpa de su “mejor amigo”, su familia lo esperaba con los brazos abiertos, sin saber por todo lo que había vivido el castaño. Sus ojos rojos, ocultos detrás de unas gafas oscuras, su pelo claro, escondido bajo una capucha, no quería que lo reconocieran.

Ya era tiempo de subir al avión, mientras entregaba su boleto una lagrima traicionera salió, la limpió y rápidamente subió a la aeronave. Pegó su vista a la ventana y vio a un chico de pelo oscuro, moviendo su cabeza para todas las direcciones posibles, buscando a alguien.

Alex—Susurró llorando, un sollozó se le escapó de los labios, por mucho que quisiera bajar no podía, ya no había vuelta atrás. Unos guardias sujetaron a Alejandro, sacándolo del aeropuerto, Rubén seco sus lágrimas al ver que estaban comenzando a alejarse del suelo, y con la mayor tristeza de mundo, pudo murmurar—Lo siento.










Fin.

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