Alex.
Cerré la puerta con lágrimas en los ojos y caminé hasta las escaleras, mientras bajaba recordé de lo que era capaz de hacer Rubius si lo dejabas solo, pero no me importó, en estos momentos debía preocuparme por mí y no por él. Era un estúpido por sufrir, Mangel no lo quería y se lo dejó muy claro cuando se fue de la casa y no le dijo nada. Necesitaba hablar con Miguel.
Me senté en mi auto y comencé mi viaje a la casa de él, no podía dejar las cosas así. Al menos tendrían que hablar así Rubén deja de sufrir de una vez por todas. Presioné el acelerador con furia, estaba yendo a una velocidad a la que nunca creí que llegaría, cuando estuve frente el edificio de Miguel me bajé y tome el ascensor.
Golpee la puerta con el numero "8" a la cual me abrió una chica de pelo castaño, esa debía ser Beatriz, espero a que hablara, no me salían las palabras porque ni yo sabía porque venía, esto sería en vano pero no perdería las esperanzas para que mi amigo dejara de sufrir.
—¿Está Miguel?
—Sí, ya lo llamo, pasa.
Pasé dentro y me paré al lado de la puerta, esto sería una breve visita para aclarar las cosas, espere un poco y se oía como hablaban, él preguntaba porque estaba yo aquí, ella solo le decía que no sabía. Creo que las cosas entre ellos no son tan cariñosas.
—Alex, ¿Qué haces aquí? Creí que estabas con Rubén.
—Justo de él vengo a hablar.
—Siéntate—Dijo suspirando, no le gusto que venga a hablar de Rubén.
—Debes hablar con él, está muy lastimado, si has entrado a Twitter podrás ver todos los problemas por los cuales está pasando.
—Sé que cosas están pasando, miles de fans de él me están tirando la culpa por la cual se corta, ¡No es mi problema! Es su culpa por tomárselo tan a pecho.
—Si lo hubieses visto roto de amor, llorando por ti, nunca te habrías podido quitar esa imagen de la cabeza.
—¿Llorando?—Su tono de voz cambió un poco, le dolió que le diga la verdad, pero no siempre las cosas son de color de rosa.
—Sí Miguel, llorando. Lo rompiste en mil pedazos y yo no puedo repáralo porque él te ama, nunca dejo de hacerlo, si solo te pusieras en sus zapatos te darías cuenta por lo que está pasando, esos meses en los que eras frio y distante con él, ahí comenzó todo— Su cara era sería, sin emoción alguna, pero en sus ojos se podía notar el dolor en cada palabra que yo decía— Necesito que hables con él, no necesariamente ahora, pero tal vez algún día. Y por favor, no lo sigas lastimando.
Salí de su departamento dejándolo con la palabra en la boca, eso era necesario, debía volver a casa de Rubén, tal vez pedirle perdón por lo idiota que fui o algo parecido, entré al ascensor y apreté el botón que daba al primer piso. Subía a mi auto pensando en que decirle a Rubén. Nunca creí que me enamoraría de un hombre, siempre me gustaron las mujeres, pero cuando lo vi tan frágil, tan necesitado de amor, me sentía mal, porque él de verdad lo necesitaba para poder estar en paz, para poder estar en paz con sus demonios. Pero no pude ayudarlo, en no dejaba que lo ayudara, era como si estuviera en una bola invisible conviviendo con sus tormentos, sintiéndose el culpable de que Mangel se haya ido de su lado. En poco tiempo estaba frente al edificio donde vivía Rubén, bajé del auto y me adentré para subir las escaleras. No necesitaba golpear la puerta de la casa porque, en poco tiempo, estaría viviendo ahí.
Entré y el silencio inundaba el departamento, era un poco extraño ya que cuando estaba él había un poco de ruido, en el baño no, en la cocina no, en la sala menos porque lo habría visto cuando entré, solo quedaba su habitación, golpee la puerta pero nadie respondía, tal vez estaba durmiendo pero igualmente entre para ver si todo estaba bien, pero me equivoqué, nada estaba bien.
—¡Rubén!—Grité desesperado al verlo en el suelo, pálido, frio y con un charco de sangre debajo de su brazo, lo miré y tenía una venda, no tendría que haberlo dejado solo, sí sé cómo es no tendría que haberlo hecho. Su respiración era muy lenta, sus ojos estaban cerrados, sus labios morados, dios mío. Tengo que hacer algo. Estoy muy nervioso, tome mi celular con mis manos temblorosas, marque como pude al 911—Quédate conmigo, quédate conmigo por favor— Susurré mientras esperaba a que atendieran, luego de un rato atendieron.
—911, ¿Cuál es su emergencia?
—Mi amigo está c-casi muerto—Dije llorando, estuvieron preguntándome muchas cosas más, el por qué estaba así y un sinfín de preguntas estupidas— ¡Mi mejor amigo está muriendo en mis brazos! Vengan de una maldita vez, vengan por favor—Lloré desconsoladamente, este no era su fin, no iba a serlo, no. Lo abracé y lloré, no saben lo horrible que es tener a tu amigo muriendo en tus brazos y no poder hacer nada.
Solo espero que este no sea su fin.
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heartbroken
Fanfiction¿Sabes realmente lo que es tener el corazón roto? Novela terminada el 06/11/16