25.

870 65 5
                                    

Cogió la ropa que estaba en un sillón y se metió al baño. Me puse la bata y baje a la cocina a por zumo. Tenía pensado hablar con él pero en cuanto bajo de la habitación se fue. ¿Qué era lo que quería que a fuera con él a comer sin más delante de todo el mundo y que alguien nos viera o el propio Oscar? Él debía entenderlo…

Ahora había otra parte que me preocupaba, Maite vino a mi casa, necesitaba hablar con ella. Nos sentamos en el jardín y me quede mirando el fondo de la piscina, ella paso su mano por mis ojos repetidas veces hasta que reaccione.

- Perdona – La miré – Creo que esta cabreado por lo que te comente por teléfono.

- Any tú no puedes hacer nada más… Tan solo terminar con Oscar y sintiéndolo mucho pero estoy con Alfonso. No puedes estar jugando con los dos.

- No juego – Su mirada me sentenció por completo – Esta bien, yo le fui infiel a Oscar y me enamore de su hermano. Pero él también una vez que supo quien era yo en verdad no se separo de mí. Yo ahora no puedo llegar a Oscar y decirle que le dejo por Alfonso.

-¿Entonces? ¿Vas a seguir teniendo encontronazos con los dos?

- Oscar y yo ya no tenemos ningún tipo de acercamiento. Además ya le advertí que había otra persona… tan solo necesito un poco de tiempo para decirle las cosas.

- Hay algo más que te preocupa…

- Que me conozcas tan bien me da miedo… Maite, tengo un retraso, no se si estaré embarazada o simplemente es de los nervios.

- ¿Un retraso? ¿No han utilizado protección? – No contesté y se imagino la respuesta – Al menos solo hay posibilidades de que el padre sea Alfonso.

- También hay una pequeña posibilidad de que sea de Oscar. Él hace unas semanas… da igual no tiene caso.

- Any yo no se que te ocurrió con Oscar pero si tu felicidad esta con Alfonso y cabe una posibilidad de que estés embarazada de él no hay más que decir. No alarguéis esto mucho más.

Demasiado fácil pero ¿con que cara le iba y le decía que con la persona con la que yo quería estar era su hermano? Me tome la molestia de acercarla por la tarde a su casa, después me fui hacía la casa de Oscar, necesitaba ver a Alfonso. Llame y el más pequeño me abrió la puerta, estaba algo serió pero aún así me invito a pasar.

- ¿Cómo estás?

- Bien ¿Y tú? Ayer fui a verte y no estabas.

- Decidí salir a dar un paseo – Entre al salón buscando a su hermano pero no lo hallaba - ¿Estás solo?

- ¿Estuviste con él verdad? – Me agarro fuertemente del brazo – Por eso no querías que yo fuera…

- Claro que no ¿Qué te pasa? ¡Suéltame!

- Mi amor dime de una vez quien es – Me estaba haciendo realmente daño e intente soltarme – esta situación esta pudiendo conmigo.

En ese momento entro Alfonso y al ver aquella escena empujo a su hermano. Este me soltó al instante, Alfonso me colocó tras suya y se mantuvo tenso mientras no quitaba su mirada de la de Oscar. Yo lo agarre por los brazos, era una forma de pedirle que no hiciera nada en contra de su hermano…

- Estas perdiendo la cabeza.

- Necesito saber quien es, me estoy volviendo loco.

- ¿Así es como quieres demostrarla que la quieres? ¿Qué la respetas? Si yo fuera ella ya te hubiera dejado y dado tu merecido.

- Oscar ¿Por qué este cambio tan grande? – Me puse al lado de Alfonso y acaricie la zona donde me había agarrado – tú no eres el hombre del que me había enamorado.

No contestaba por lo que agarre mi bolso y me fui. Maneje hasta una farmacia y compre un test de embarazo, después camine un poco hasta la costa y me senté sobre una roca algo húmeda. Los últimos rayos de sol tocaban mi piel, miré mi brazo, algo colorado por el enfrentamiento y me lo tape con la otra mano. Me preocupaba la actitud de Oscar, de pronto alguien se sentó junto a mí, era Alfonso. Mantuvo la mirada en el horizonte y yo recosté mi cabeza sobre su hombro. Pude percatarme de que su mano derecha tenía pequeñas magulladuras.

- ¿Qué paso? – Me incorporé y tome su mano - ¿Se pelearon?

- Discutimos… - Abrió su mano y entrelazo nuestros dedos - Esto lo tengo por no romperle la cara a él. ¿Qué más necesitas para terminar esto?

- ¿Y tú familia?

- Terminarán aceptándolo… No te niego que quizás se molesten o que incluso dejen de hablarme pero es un riesgo que quiero correr.

Nos miramos fijamente, llevo su mano a mi mejilla y se acercó para besarme. Yo suspire y gire mi rostro dejando que depositara aquel beso en mi mejilla…

- Hagamos esto bien… primero tengo que terminar mi relación definitivamente con tu hermano - Él asintió - ¿Me acompañas a casa?

- Déjame llevarte a un sitió que he conocido esta mañana…

Acepté, ¿Qué podía perder? Le di las llaves de mi coche y comenzó a conducir por la nacional. Lo único que conseguí sacarle durante el trayecto era que no estaba muy lejos. Cuando llegamos era una especie de parador natural. En el cuál se veía la ciudad a nuestros pies completamente alumbrada. Apago el motor y tras inspeccionar la zona salí afuera. Me senté en el capo del coche y Alfonso vino junto a mí, se puso alrededor de mis rodillas y me rodeo por la cintura.

- ¿Has visto que pequeño se ve el mundo desde aquí?

- El mundo es inmenso pero dependiendo de algunas ocasiones para el ojo humano las cosas disminuyen de tamaño – Apoyo su frente con la mía, estábamos completamente solos – Perdón por las formas que tuve esta mañana.

- Entiendo que quieras pasar tiempo conmigo, al igual que yo contigo pero sabes que nuestra situación tampoco es la idónea.

- Lo sé y es lo que peor llevo. ¿Me perdonas?

- No tengo nada que perdonarte – Enrede mis brazos a su cuello y roce mis labios con los suyos – Quiero besarte…

- Hazlo.

Sin más se lanzó hacía mí y junto nuestros labios. Sus manos firmes se perdieron en mi espalda y una vez más el deseo y la pasión se apodero de nosotros. Su mano comenzó a avanzar por la abertura de la falda, acercándose poco a poco a mi entre-pierna, tome su muñeca y la lleve directamente a mi sexo, tanta espera me estaba desesperando. Su respuesta fue buena y rápidamente comenzó a realizar pequeños movimientos. Palpe su pantalón y note como su miembro estaba erecto. Sus labios recorrieron mi cuello y lance un gemido. Él me presionó de tal forma que quedara tumbada en la parte del capo, su dedo entro en mi vagina y
mire hacía un lado asegurándome de que nadie nos veía. Su otra mano sujeto mi pecho y tragué saliva…

- Alfonso, hazlo ya.

- Esta bien.

Me quede tumbada y él desabrocho su pantalón. Aproximo mi cintura al borde del capo e introdujo su miembro en mí. Sus movimientos eran rápidos, me incorporé un poco y nos quedamos mirando fijamente mientras seguía penetrándome. De pronto me tomo en brazos y se giro, quedando él apoyado en el capo. En ese instante tomo mi cintura y comenzó a elevarme poco a poco, sintiendo su miembro entrando de nuevo en mí. Realice unos movimientos perpendiculares y hundí mi rostro en su hombro, intentando callar mis gemidos.

Una de sus manos volvió abrirse paso entre la falda y acarició mi clítoris, en unos segundos las piernas comenzaron a temblarme, no soporte más y estalle. Al unísono él lo hizo también pudiendo sentir su semen en mi interior… Tome aire y se separó un poco para abrocharse de nuevo el pantalón.

- Debemos comenzar a tomar precauciones… - Me miro fijamente y coloque un poco mi falda – antes si lo hacíamos.

- ¿No te ha venido, verdad? – Negué -¿Cuántos días tienes de retraso?

- Pocos, compre un test en la farmacia. Mañana me lo haré.

Levándonos por la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora