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Tenía justamente su cadera en mi rostro por lo que baje su ropa interior y con mi lengua hice un recorrido por su miembro. Él desato mi sujetador y llevó sus manos a mis pechos. Soltó un gruñido me volvió a lanzar en el asiento y su cuerpo aprisiono el mío.

Su miembro frotaba levemente mi parte intima, Alfonso comenzó a besarme el cuello y bajó hacía el vientre, cuando llevo a mi entrepierna se detuvo y comenzó a succionar y lamer mi clítoris. Enrede mis manos en su cabello atrayéndolo más a mi piel, evitando que así se separara. De pronto sentí como introdujo dos de sus dedos en mi vagina y comenzó a moverlos con un ritmo constante. De pronto tomo mi cadera y la sacó un poco afuera del asiento, se puso de rodillas, puso mis piernas alrededor de su cuello y me penetró. Solté un gemido que pudo escucharse por toda la limusina, Alfonso aumentó el ritmo e introdujo su dedo en mi boca, silenciando por momentos mis gritos.

Cuando los dos alcanzamos el clímax pase mi mano por su frente, secando las gotas de sudor que descendían por su rostro. Él beso la mía y se sentó a mi lado, yo me acurruque unos minutos en sus brazos y después tome mi vestido para comenzar a vestirme.

Él me agarro de la mano y me dio un beso antes de prepararse también. En unos minutos se percato de que habíamos llegado al hotel y salió al exterior para pagar al conductor, yo salí tras él y me fui a esperarlo al lobby. Cuando entro fue a reencontrarse conmigo, me tomo de la mano y subimos al cuarto. Deje mi bolso junto a la rosa y Alfonso se quedó mirándome, yo lo sonreí, me tumbe en la cama y le dije que viniera. Él vino y se tumbo al lado mío, yo me abrace a él y cerré los ojos, quería que aquel día viviera en mí para el resto de mi vida. A la mañana siguiente mi teléfono comenzó a sonar, ya era el típico día en el que todo el mundo te llamaba. Me levanté rápidamente intentando que Alfonso no se despertara.

- ¿Quién? – Aún dormida.

- Hola mi amor – Era Oscar, suspire y al girarme vi que Alfonso estaba despierto – Feliz cumpleaños.

- Gracias pero no me digas así por favor – lo contestaba de una forma algo seca - ¿Cómo estas?

- Bien ¿Y tú?

- Bien, relajada – Me senté en la cama y Alfonso pudo escuchar la voz de su hermano, se levantó y se metió al servicio – mañana te veo, ahora te tengo que dejar…

- ¡Any! – Espere a que continuara. ¿Estás pensando lo nuestro?

- Mañana hablamos…

Colgué y lance el móvil en la mesa de noche. Alfonso se estaba duchando y lo quise dejar tranquilo, pedí el desayuno y lo prepare. Cuando él salio con la toalla enrollada en su cintura y vio la mesa me sonrió, me acerqué a él aún con el vestido del día anterior…

- Buenos días – Besándolo – pedí algo para desayunar.

- Huele muy bien – se acercó a la mesa y se sentó en una de las sillas – no puedo creer que hoy en la noche tengamos que volvernos a la ciudad.

- Podrías… quedarte a dormir en mi casa cuando regresemos. En la noche del lunes ya sabes que quedamos con todos.

Rió y bebió un poco de café de su taza. Después se puso en pié y vino hacía mí, yo comencé a caminar hacía atrás, hasta que tropecé con la cama y caía en ella. Él se tumbo encima de mí y aparto un mechón que había en mi rostro…

- Tengo unas ganas inmensas de desnudarte por completo y hacerte míam– Sus labios estaban pegados a mi oído y su voz recorría suavemente mi piel - ¿Tienes algún plan mejor que ese?

- Te podría decir que sí, pero te estaría engañando – Introduje mis manos por su toalla y toque su trasero – tengo hambre de ti y no lo puedo negar.

Su rostro lo decía todo y comenzó a llenarme de besos y caricias durante el día. Él había conseguido que me sintiera especial entre sus brazos, diferente, única para él. Cuando estábamos volando de nuevo a la ciudad no pude evitar el pensar que todo volvería a ser como antes… ya no iba a poder besarlo cuando deseara, acariciarlo y mucho menos lo iba a poder buscar cuando lo necesitara.

Vino conmigo a mi casa, ya había amanecido y por más que le dije que se quedara para descansar unas horas insistió en que no. Temía que su hermano pudiera ir a buscarme… Él día anterior, cuando Maite me llamo para felicitarme la cite en la tarde en mi casa para hablar un rato y ya luego nos marcharíamos juntas al local. Se sentó en el sofá con una sonrisa de oreja a oreja y me tomo de la mano.

- Cuéntame… ¿Cómo les fue?

- Fue maravilloso, si supieras todo lo que hizo. Me regalo este colgante por mi cumpleaños – Lo miró sorprendida, no me lo iba a quitar, quería llevarlo siempre conmigo – me hubiera quedado allí toda mi vida.

- Lo quieres… - Baje la mirada, mis sentimientos iban mucho más allá – la pregunta es, ¿él te quiere a ti?

- A veces te diría que sí y otras que no. Todo es tan contradictorio.

- Tan solo te voy a decir una cosa, sea lo que sea que haya pasado en estos días no dejes que te utilice. Tú te mereces algo de verdad y no vivir en una mentira…

No sentía que Alfonso me estuviera utilizando, aunque todo había comenzado así. Yo lo utilice a él en aquel almacén y viceversa. Nos preparamos y nos fuimos hacía el local, Oscar por primera vez había llegado antes que nadie y nada más verme me sonrió y me dio un abrazo. Fueron viniendo todos poco a poco, tan solo quedaba Alfonso.

- ¿Y tú hermano? – Dijo Cristian a la vez que se tomaba su copa.

- En la tarde tuvo que ir a buscar a su novia al aeropuerto. Si no se entretienen en el trayecto tienen que estar al llegar.

- ¿Novia? – Maite me miro y sentí como me quedaba sin aire – tú hermano no nos dijo que tuviera novia.

- Si Maite, llevan tan solo unos meses juntos. Supongo que hablar de ello es algo que no le gusta demasiado.

Me levante de la mesa y me fui hacía la barra. Tenía que haber una equivocación, aquello no podía ser verdad. Maite me alcanzó y se puso al lado mió, comenzó hablarme, a pedirme explicaciones pero eran respuestas que yo no la podía dar. Me gire para verla y tras ella vi a Alfonso de pies junto a la mesa, había una chica agarrada de su brazo…

- No me voy a quedar aquí parada… pienso averiguarlo.

Tomé un tequila que había pedido y me acerque decidida a la mesa. Justo cuando estaba muy cerca de ellos hice como que me tropezaba y derrame el líquido por su vestido. Alfonso se dio la vuelta y al verme su rostro cambio. Aparte la mirada de él rápidamente y me enfoque en la chica.

- Lo siento mucho.

- No te preocupes, apenas se nota – Mantuvo la compostura y tras pasarse una servilleta intentado secarse el vestido me miró – Soy Verónica, la novia de Alfonso, ¿Y tú?

- Anahí – La amante pensé – mucho gusto.

- Que callado te lo tenías – Dijo Cristian riéndose – tú si que sabes elegir.

-¿Qué quieren tomar?

- Tequila pero en un vaso – Verónica me miro y me lanzó una sonrisa – felicidades me dijeron que era tu cumpleaños, seguro que tuviste muchas sorpresas.

- No te imaginas cuantas…

Levándonos por la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora