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Instantáneamente miré hacía el recobijo del local, Alfonso me estaba mirando fijamente con una sonrisa de oreja a oreja la cual también se puso en mi rostro. Deje el tequila en la mesa y sin decir más me acerqué a él, me tomo de la mano y me introdujo en el cuarto de baño. Rápidamente abrió una de las puertas y nos metimos dentro. Me quede apoyada en la pared y nos miramos fijamente, hasta que nuestros labios se buscaron rotos de deseo y pasión.

Quería preguntarle que hacía allí pero ahora no era el momento, lo estaba disfrutando. Su mano comenzó a bordear mi cintura y sus labios a descender por mi cuello, cerré los ojos y suspire. Su mano rápidamente se abrió camino por mi ajustado vestido y acaricio mi parte íntima. Dirigí mis manos a su cinturón y casi con desesperación comencé a desabrochárselo. Sentimos como la puerta se abría y un par de
chicas entraban al lavabo, estaban hablando entre ellas. Llevo sus manos hacía las mías para detenerme y no llamar la atención con el chisteo que podía producir el hierro de su cinturón. Comencé a reírme silenciosamente y él me sonrió a la vez que negaba y se mordía el labio inferior. La espera se nos estaba alargando demasiado y comencé a frotar su miembro por encima de su ropa, necesitaba sentirlo. Cuando al fin se marcharon termine de desabrocharle todo.

- Hazme tuya antes de que venga alguien más…

- Espera…

Abrió su cartera y sacó un preservativo. Lo abrió y lo extendió por su miembro. Acto seguido hizo mi ropa interior a un lado y me penetro con fuerza. No pude acallar mi gemido y él se pego en mi cuerpo, abatiéndome una y otra vez. La última vez que me penetro se quedo unos instantes en mi interior, había estallado dentro de mí. Me beso la frente y yo tome aire, el calor m inundaba mi cuerpo…

- Prométeme que esta noche te vas a quedar conmigo – Asintió – Ahora dime… ¿Qué haces aquí?

- Vamos afuera y hablamos.

Asentí y tras arreglarnos la ropa y cerciorarnos de que nadie nos veía salimos del cuarto de baño. Me acerqué al grupo y Maite me guiño un ojo, una vez más ella tenía que ver en aquello. Avise de que estaría afuera un momento y que en seguida volvería, después salí del local para encontrarme de nuevo con él. Estaba apoyado en un muro, como siempre tan provocador…

- Any… - Me tomo de la mano y me puse frente a él – he tenido que adelantar mi vuelta porque…

- ¿Qué ha ocurrido?

- Mi hermano quiere traer a mis padres para que te conozcan, no podía permitirlo. – Era algo que no esperaba – Quiero que el día que te conozcan lo hagan como mi pareja, no la de él.

- ¿Pero… por qué? Oscar nunca ha querido presentarme a su familia a pesar de que se lo pedí en varias ocasiones.

- Aunque lo parezca mi hermano no es tonto, sabe que te esta perdiendo. Piensa que es lo único que te puede hacer replantearte el intentarlo de nuevo con él, es una forma de atarte.

- Tengo que cortar con él ya, ¿verdad? – Él se encogió de hombros, era obvio que me iba a dejar decidir a mí – hablare con él.

- Me gustaría estar presente, no es que no me fié de ti… sino que no me fió de él.

- Any – Me giré y Maite venía hacía nosotros – Oscar nos ha llamado y viene hacía aquí.

- Hazme un favor… Cuando llegué comunícale que vaya a mi casa, quiero hablar con él. Alfonso, ¿nos vamos?

Asintió y me dirigió hacía su coche. Había venido conduciendo desde allí, tanto le urgía que no había esperado ningún vuelo. Cuando llegamos a mi casa me senté en el sofá junto a él. Alfonso me rodeó con su brazo y me mantenía abrazada. Cuando llamaron al timbre él se fue hacía la cocina, yo tome aire y abrí. Oscar me miraba fijamente y lo invite a pasar, fuimos hasta el salón y le ofrecí asiento.

- ¿Quieres beber algo? – Negó y me tomo de la mano yo la aparte
lentamente – Tenemos que hablar seriamente de lo nuestro. Hace unas semanas me prometiste que si tú no podías darme esa felicidad, tú…

- Dame algo más de tiempo – Tomo mi rostro entre sus manos y se sentó junto a mí – te lo pido por favor – Negué, aquello no podía alargarlo mucho más– toda la culpa no es solo mía.

- Mira Oscar – Me levanté y me le quede viendo – estoy harta de intentar andar contigo con pies de plomo para no hacerte daño. Luego llegas tú aquí y te crees con el derecho de echarme las culpas y de tratarme como te da la gana. Lo nuestro se ha terminado.

- Sabes, pienso que tan solo querías divertirte – sonreí ingenua, escuchar aquello de él me dolía pero ya estaba cansada - ¿Él otro te da todo lo que te mereces en todos los aspectos?

- Me da eso y mucho más…

- ¿Has estado con él a la vez que conmigo?

- Llámalo como quieras, yo te dije que había entrado otro hombre en mí vida, fuiste tú el que insististe un poco más en esto.

- Eres como todas – En ese momento vi como Alfonso salía de la cocina - ¿Quién es ese desgraciado? – Se levantó y me tomo de los brazos - ¿Con quien te estas acostando?

- Ese desgraciado soy yo – Oscar se giro y comenzó a negar repetidas veces – suéltala.

- ¿Tú? ¿Qué haces aquí?

- Te estoy diciendo que la sueltes, luego te responderé todo lo que quieras.

- ¿Cómo has sido capaz? – Oscar me miró, en sus ojos había rabia – me  han estado viendo la cara de estúpido durante este tiempo.

- Te dije que la soltarás – Alfonso lo empujo y Oscar cayo al sofá, yo lo agarre para que no empezaran un enfrentamiento – Ha sido capaz por el simple hecho de que tú no la tratabas como ella se merecía… Dime, ganaste algo con tantas horas ofrecidas en tu empresa porque yo creo que más que ganar perdiste.

- Oscar yo… conocí a tu hermano y poco a poco no pude evitar el sentirme bien con él. Sois tan diferentes y tú has cambiado tantísimo.

- Maldigo la hora en la que fui a buscarte al aeropuerto – Oscar se levanto y se puso frente a su hermano. Esté me hizo a un lado con su brazo, poniendo distancia por lo que pudiera ocurrir. Echo un vistazo rápido a la pulsera mía que colgaba de su muñeca y cerro su puño – eres…

- No maldigas esa hora – Alfonso interrumpió a su hermano - ella y yo nos conocimos antes. Seré todo lo que tú quieras pero eso no va a cambiar que Anahí quiera estar conmigo y no contigo.

Rápidamente Oscar le dio un puñetazo a Alfonso, esté lo cogio de la camisa y le dio otro golpe. Yo estaba a un lado, viendo todo lo que sucedía. Alfonso lo tumbo en el sofá y se puso sobre sus rodillas, iba a darle otro puñetazo pero al escuchar mi petición de que pararan se detuvo; aún así no lo soltó.

- Debería romperte la cara – Lo soltó, se puso a mi lado y me rodeo por la cintura – será mejor que te vayas antes de que me arrepienta.

- No se como habéis sido capaces…

- Ya no te hagas tanto la victima, tú también le quitaste una vez la pareja a tu hermano.

- ¿Le contaste eso?

- La verdad, Any sabe más cosas de las que crees. Ahora vete.

Se levantó del sofá y tras una mirada fija ante nosotros se marchó. Yo me quede bloqueada, Alfonso me beso en la frente a la vez que me abrazaba, de pronto caí en la cuenta, traía el labio partido. Fui hacía el baño y cogí algunas cosas para curárselo, él se sentó en el sofá y suspiro. Me senté junto a él y me miró.

- Estoy bien Any, no hace falta que…

- Shh – Lo interrumpí y pase una gasa por su herida. Él cerró los ojos, le escocía – tarde o temprano iba a suceder esto. No debiste haber salido de la cocina.

- No iba a dejar que te tratará así… - ¿Sabes? Me reconforta saber que él también se lleva su golpe en la cara, ojala y así le arregle las ideas – Lo sonreí y llevo su mano a la mía – Any, ¿Quieres salir conmigo?

De nuevo me estaba pidiendo que fuéramos pareja, lo sonreí y deje la gasa en la mesa. Me incorporé y me senté sobre sus rodillas, pase mis manos por su cabello y las deje caer sobre su cuello. Nos quedamos mirando fijamente hasta que rompí aquel silencio.

- ¿Estas dispuesto a soportar las criticas?

- La pregunta es… ¿Estás dispuesta tú?

Levándonos por la pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora