Capítulo 2 /EDITADO

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Era de noche y todos se encontraban en la cabaña de Kaede. A Kikyo le parecía que Sango era demasiado lenta en aquéllas cosas intimidas, puesto que se notaba a leguas que gustaba de Miroku. Ella quería hacer algo por la amiga de su hermana, pero para eso necesitaba la ayuda de su confidente personal.

-Kagome necesitó hablarte -le bisbiseó al oído.

-¿Sucede algo, nee-san? -frunció el ceño Kagome.

-Aquí no, baka, vamos afuera -la cogió la mano y la sacó afuera de la cabaña.

-¿A dónde van? -las paró Kaede.

-Nosotras tenemos algo que hacer -sonrió Kikyo-. Volvemos ahora.

Salieron afuera y pararon en la orilla del bosque. Ambas se colocaron las manos sobre las rodillas y comenzaron a recomponer  el aliento con la respiraciones entrecortadas.

-¿Qué es lo que sucede? -jadeó Kagome, irguiéndose. 

-Necesito que me ayudes con Sango-san -dijo sería Kikyo.

Kagome sonrió, entendiendo de inmediato.

-Sango es, prácticamente, una tortuga -criticó, colocándose las manos sobre la cintura.

-Así es.

-Y ¿qué es lo sugieres? -la miró Kagome.

Kikyo sonrió tanto interiormente como exterior. Esa era su hermana pequeña.

-Que esos dos duerman juntos por esta noche -sonrió Kikyo con malicia.

-Eso suena bien -concordó-. ¿Y como lo hacemos?

Crack...

Ambas giraron bruscamente sus cabezas en dirección al bosque.

-¿Quién anda hay?

Divisaron una sombra proveniente de los árboles que calló al suelo cuando estaba caminando. Kagome y Kikyo se acercaron con cautela puesto que la sombra podía ser un aldeano de alguna aldea cercana. Al llegar a la persona, Kagome la agarró del antebrazo derecho y se la colgó del hombro izquierdo. Kikyo cogió su brazo izquierdo y me lo colgó del hombro derecho. No podían identificar bien si era un hombre o una mujer, pero de lo que si estaban seguras era de que no se trataba un demonio.

-¿Qué es esto? -dijo Kagome cuando tocó casualmente el pecho del personaje y sintió húmeda la palma de su mano.

No podía vislumbrar bien de que estaba mojada su mano, pero el líquido era algo espeso y fresco como la... sangré.

-Está herido, llevemos lo rápido a la cabaña -dijo Kikyo.

Kagome asintió y llegaron justo cuando Miroku estaba apunto de salir de la cabaña.

-¿Qué ha paso? -dijo Kaede alarmada.

Miroku las ayudó a acomodar a la persona aboca arriba.

-Lo encontramos en el bosque -dijo Kagome.

La persona resulto ser un chico de cabellera larga y negra que le llegaba hasta la cintura, su vestimenta consistía en un túnica roja de igual color que la parte de abajo de su vestimenta.

-Tks - se quejó el muchacho,  llevándose la mano a la herida haciendo un gesto de dolor.

En un rápido movimiento Kikyo le quitó la túnica y todos miraron perplejos la herida. Tenía cinco pequeños agujeros en su estómago y de ellos salía un líquido verdes.

-¡Es veneno! -dijo Sango.

-Hay que extraerlo de inmediato -dijo Kaede-. Todos salgan menos tu Kikyo.

Kikyo asintió, y todo salvo ella salieron vacilante de la cabaña.

Afuera, los tres restantes se quedaron esperando noticias del joven. 

-¿Quién pudo hacerle eso a ese muchacho? -dijo para sí misma Sango en voz alta

-Probablemente un demonio -respondió Miroku con seriedad-. Eso fueron las garras de uno -afirmó convencido.

-Kykio y yo estábamos hablando y el apareció de la nada cayendo al suelo inconsciente -explicó Kagome.

-Esto es muy extraño -dijo Sango-. En esté caso, si hubiese sido un demonio como dices ser, ¿cuál fue el motivo por el cual habrá herido de esa manera a ese pobre muchacho?

-Eso no lo sé, pero de lo que estoy seguro es que lo único que podemos hacer es esperar a que salga con bien de esto y que consiga despertar -dijo Miroku.

Varios minutos después, Kikyo salió con Kaede de la cabaña limpiándose las manos con un trapo añejo color verde.

-¿Cómo esta él Kaede-sama? -la miró Sango.

Había un poco de tensión en el ambiente, pero Kaede sonrió y dijo:

-Es un muchacho muy fuerte.

Todos suspiraron aliviados, espulzando el aire de sus pulmones con el viento a las nubes. 

-Y ¿dónde pasaremos la noche? -Miroku miró a las tres sacerdotisas. 

Kikyo y Kagome intercambiaron miradas de complicidad y sonrieron.

-Hay un cabaña desocupada aquí al lado -dijo Kaede ajena a sus nietas.

Kikyo y Kagome miraron fijamente Sango y está se sonrojó.

-Que suerte tienes, Sango -le bisbiseó Kikyo al oído y Kagome se rió por lo bajo.

***

Gracias por darme una oportunidad en esto chicas. Yo estaba loca por subir el segundo capítulo pero no tenía ideas para él. Así que, me puse a leer un rato unos fanfic y cogió inspiración para escribir

Comenten yque les pareció el capítulo.

😈Gemelas pero distintas😇| PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora