Kagome miró su reflejó y el mismo le devolvió la mirada en el espejo de la misma manera. El cabello estaba muy corto, demasiado. Jamás se había detenido a pensar que lo tendría así porque nunca se hizo la idea, pero ahora que observaba bien notó que se había echo una diferencia mas notable entre kykio y ella: ya podían distinguirse la una de la otra. Sin embargó, la miko sabía bien que siempre habría una diferencia entre ellas pues su hermana era la inteligente, la habilidosa, la más poderosa y la que más destacaba de las dos.
A pesar de que amaba de una manera inexplicable a kykio y de que estaba conectadas como conductores eléctricos siempre sintió envidia de su hermana. Ella era como un cero a la izquierda y sabía de antemano que jamas podría igualarla porque ni siquiera podía hacer una diminuta esfera de luz de energía espiritual.
Sintió de pronto algo mojado correrse por sus mejillas e instintivamente pestañeo percatándose de su estado actual. Los pómulos los tenía humedecidos y de su barbilla goteaba gotas de lágrimas que se perdían en su atuendo. Las pestañas se destacaban por la humedad. Pero ¿en qué mierda estaba pensando? Una miko no podía tener pensamientos negativos por lo mismo.
Unos nudillos golpearon con suavidad la puerta de la habitación, haciendo que se secase con rapidez la humedad. Pero aún así no pudo evitar que la mujer leopardo, Kara, se diera cuenta cuando entro con una bandeja de comida humana.
-¿S-se encuentra bien miko-sama? -le preguntó. Kagome se dio la vuelta echándose un breve vistazo en el espejo y notó el color rojizo de sus ojos. No obstante, permaneció callada. No simpatizaría con demonios-. Le traje comida hu...-carraspeo-. Quiero decir desayuno.
-No comeré nada, puedes llevártelo -le dijo Kagome con la nariz colorida de rojo.
-No tiene veneno si es lo que creé. Además, quien sería tan idiota como para hacerle daño... -respondió Kara, murmurando la ultima frase.
-¿Que quieres decir con “ quien sería tan idiota como para hacerle daño”? -le preguntó Kagome entrecerrando los ojos.
-Ya debo irme, procuré comer temprano -omitió su pregunta saliendo de la habitación. Pues no quería perder la cabeza y de paso la lengua. Sesshomaru les había dado ordenes específicas a todos y no podía contrarrestarlas.
Kagome sintió una chispa de curiosidad por las palabras de la mujer leopardo y se preguntó si abría otra salida que no fuera la puerta y la terraza de la habitación. No quería, ni podía permanecer en aquel lugar encerrada puesto que ya se hacia la idea de lo preocupados que estarían todos en Edo. Pero no había nada, y ya comenzaba a pesarle los párpados.
Era consciente de que la falta de alimento y de agua le estaba pasando factura y debía pagar por ello, asique se tumbo en la cama y procuro dormir o al menos lo intentó ya que su estómago plano soltaba gruñidos y se revolvía como una serpiente.
-Demonios -dijo la miko, sentándose en la cama y atrayendo la bandeja hacia así.
Debía comer algo, pero no quería tocar nada de la bandeja. Tenía tanta hambre que podía comerse todo lo que estuviese en su mesa, si se encontrara cerca de ella, pero en lugar de eso había una bandeja rebosante de comida, y lo peor era que se la había traído un demonio y quien sabe si también el mismo se lo había preparado. No confiaba en esas criaturas. Sin embargo, no era consciente de que estaba agarrando el mulo largo del pollo que estaba en la bandeja para comérselo.
Uno de los puntos débiles de Kagome era la comida, y es que nunca se saciaba. Siempre quería más y más, y lo mejor era que no engordaba. Devoró cada platillo de la bandeja con elegancia y sin pudor, satisfaciéndose un poquito y admitiendo que la persona que había preparado la comida tenia buenas manos.
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😈Gemelas pero distintas😇| Pausada
Fanfiction*PAUSADA* LA DESTRUCCIÓN DE KAGOME Hace veinte años en tiempo de fuga Youkai, una de esas criaturas sedujo a una sacerdotisa poderosa con alta energía espiral, capás de destruir a cientos de demonios con sólo el amagó de su espada. Se dice que el yo...