Capítulo 6

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¡Ya estoy aquí!

Desde ahora quien narrara los acontecimientos soy yo. Espero que no se aburren con este capítulo ya que Kagome no aparecerá.

¡Comencemos!

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Al día siguiente el sol salió y todos los aldeanos continuaron con sus tareas diarias mientras los niños se buscaban unos con otros para empezar a jugar en compañía de su nuevo amigo, el pequeño Shizune; el cual salía de la cabaña en compañía de la anciana Kaede, quien al verlos reunidos frente a la puerta de su cabaña les sonrió a todos.

-¡Buenos días, señora Kaede! –exclamaron todos.

-Buenos días, niños ¿Qué hacen todos reunidos tan temprano? –les preguntó.

-Vinimos a buscar a, Shippou, para jugar –le contesto Souta.

La anciana Kaede miró al Shizune y luego a los niños.

-No creo que pueda el día de hoy –le respondió el shizune, pensando en que tenía que vigilar a Inuyasha para que no acusase problemas en la aldea.

-Hay que lastima ¿pero jugaremos mañana, no? –le pregunto un niño de cabello oscuro.

-Por supuesto que juagara con ustedes mañana –le aseguro la anciana Kaede, y Shippou frunció el ceño.

Los niños sonrieron y se fueron en grupo a jugar por la aldea.

-¿Por qué les dijo que podía jugar con ellos si tengo que vigilar todo el tiempo a Inuyasha? –quiso saber Shippou.

-Los niños tienen que jugar o si no se enferman –le contestó la anciana, sonriendo. Shippou la miró desconcertado pues no sabía a qué se refería la anciana aquella amable y sabia anciana.

-Buenos días abuela –sale Kykio de la cabaña.

-Buenos días linda –le sonrío la anciana.

-¿Ha visto a mi hermana, hoy? –le pregunta, con un mal presentimiento en la boca del estomago.

-No –le contesta la anciana-. Debe estar en el rio, ya sabes que Kagome es muy madrugadora.

Kykio guardo silencio y se encamino con la anciana hacia la cabaña de la madre de Souta, a la cual se le presentaban contracciones con el embarazo; mientras que el pequeño shizune se fue tras Inuyasha pues le habían asignado la tarea de vigilarlo para que no cometa errores.

-¿Cómo se siente Naomi? –le preguntó Kykio, acomodándose aún lado del fúton donde se encontraba la paciente, la cual les sonreía con calidez ante su visita.

-Me he estado sintiendo mejor después de la otra vez. He seguido al pie de la letra sus indicaciones –le respondió-. Me encantaría servirles un poco de te pero no puedo estar esforzándome.

-Bien dicho –comentó Kaede-. Quiero que ese bebé nazca sano y fuerte para que le haga compañía a su madre y hermano.

-Que a si sea –musitó Naomi.

-Señora, señorita, Akumo ha llegado –les informo Karin, después de apartar el dosel de la puerta.

-En seguida vamos Karin –habla Kaede, y Kykio se incorpora de su postura.

-Gracias por su visita señora Kaede, señorita Kykio. Denle saludo de mi parte a la señorita Kagome –le dijo Naomi.

-Está bien –dijo Kykio-. Cuida del bebé Naomi.

-No se preocupe, señorita, vayan con cuidado.

Kykio y Kaede asintieron y salieron por la puerta, apartando el dosel seguidas de Karin la cual se había colocado aún lado de la puerta para que saliesen primero las sacerdotisas.

Al salir se dirigieron hacia el encuentro de Akumo, un joven moje de unos veinte años; el cual portaba un vestuario igual al del moje Miroku. Kykio sabía perfectamente que si aquel joven moje había venido a la aldea era para un propósito encomendado por su superior.

-Joven, Akumo, que agradable sorpresa tenerlo por aquí –comentó Kaede-. ¿A qué se debe su visita?

-El sumo sacerdote me ha pedido que las lleve de regreso al gran templo, cuanto antes para continuar con su entrenamiento –le respondió el moje.

-¿Tan pronto? –se tapo la boca Karin con ambas manos, con las mejillas sonrojadas por su intervención.

-Sí –asintió Akumo.

-¿Y cuándo nos vamos? –le preguntó Kykio, seria.

-Cuanto antes mejor –contesto el moje.

-De acuerdo –Kykio se volvió hacia Karin-. ¿Podrías ir al rio por Kagome, Karin?

-Por supuesto señorita –asintió y se fue en dirección al rio, perdiéndose entre el bosque.

Luego de aquella charla la anciana Kaede y Kykio llevaron al joven moje a su cabaña y fueron preparando su equipaje para el viaje. Segundo después volvió Karin alarmada, apartando el dosel de la puerta con brusquedad.

-Señora Kaede, señorita Kykio, la señorita Kagome no está en el rio –les informó.

-¡¿Cómo que no está en el rio?! –exclamó Kaede, alarmada.

-Cálmese abuela –le pidió Kykio-. ¿La has buscado bien, Karin?

-Sí, incluso en los alrededores y no vi rastros de ella –dijo angustia Karin.

-Reúne a los aldeanos y comiencen a buscar a mi hermana –le ordeno Kykio, con autoridad, seria y serena mientras que el joven monje se mantenía inerte en su misma postura.

-Entendido –contesto Karin y salió deprisa de la cabaña.

Kykio luego salió de la cabaña dejando acompañado al monje de la anciana Kaede y se interno en el bosque siguiendo una específica aura.

-¿Me buscabas Miko? ¿A qué se debe tu visita? –dijo desde un árbol.

-¿Dónde está mi hermana?

😈Gemelas pero distintas😇| PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora