Para Osoko, la vida hasta esa noche hace 17 años resultaba placentera y pacífica.
A la corta edad de nueve años, su inocente mente no conocía más lugares que su hogar, el parque que estaba cerca y la cafetería de enfrente. Tampoco conocía más ghouls que sus padres y algún otro paciente que su padre solía tratar en su casa de vez en cuando.
Su papá era un doctor respetado, tanto como humanos como ghouls. De día trabajaba en una clínica, para humanos. De noche, aceptaba ghouls heridos para darles tratamiento, a veces le pagaban con dinero, otra veces con carne, de esa manera, evitaba que su esposa vaya a cazar conseguir alimento.
Por su seguridad y para mantener su identidad como humano, este hombre no vivía con su mujer y su hija. Él se encontraba viviendo en un departamento solo, en cambio su conyugue y cría vivían en una pequeña casita en un barrio tranquilo.
El doctor visitaba a su familia regularmente, así que este tipo de vida era cómoda para todos.
El centro de Tokio podía ser un lugar muy hostil si eras humano o ghoul.
Como humano, el único peligro era que te comiera una de esas bestias. Pero como ghoul, tenias el peligro de ser cazado, esclavizado, forzado a tener hijos o unirte a un clan si te veían de provecho.
El mundo ghoul era muy peligroso, pero el padre de Osoko sabia intercambiar favores, manejar deudas y hacer negocios para asegurar la vida de su familia.
Pero fue una noche que algo malo sucedió, un mal dialogo, un mal trato, una traición, algo... Osoko no lo sabía, a su pequeña edad apenas podía entender cómo es que todos estaban jugando, su mamá y su papá estaban perdiendo en un juego de mesa, y ella estaba feliz y emocionada, le faltaba poco para ganar.
Y en el siguiente momento, dos extraños entraron a la fuerza a su pequeña casita, rompiendo la puerta en añicos y sin mediar palabra o explicación, uno de ellos (el más bajo de estatura) acabó con la vida de sus padres en un parpadeo.
El miedo y el terror que le invadió a la niña fueron tanto que solo se quedó llorando y gimoteando en un rincón.
-Por eso odio a los niños, son tan ruidosos. – Dijo el bajo que se acercaba a ella. – Esto será rápido...
-Espera. – Le detuvo el alto, que dejó de ser espectador para por fin aparecer a escena. – Me quedo con esa.
-¿Qué? – Preguntó incrédulo su compañero.
-Dijeron que podíamos llevarnos lo que sea de recompensa. Quiero a esa niña.
-Eres un enfermo. – Le terminó escupiendo con desagrado mientras se daba media vuelta y se retiraba del lugar. Su trabajo estaba hecho y no había nada interesante que recoger en esa casucha.
Al salir de la casa, el otro ghoul se le arrodilló a la niña.
-Hola pequeña... - Fueron las primera palabras que Tougo le dijo a Osoko.
A partir de ahí, Osoko pasó a vivir en una especie de complejo de departamentos, todos habitados por ghouls.
No eran como los edificios abandonados o sótanos húmedos que decía su padre que solían vivir los clanes de ghouls.
Estos eran de alta clase. A simple vista parecían humanos comunes y corrientes, pero el aroma los delataba. Poco después averiguó que era uno de esos clanes que dominaban parte del territorio.
Osoko aun recuerda el miedo en su piel cuando Tougo la llevó a su departamento, era más grande que su casa y por el olor del lugar, vivía solo.
La niña no era ignorante en ciertos temas, su madre le había explicado algunas cosas, y casi se le paró el corazón cuando el hombre cerró la puerta con llave.
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Matsuno Ghoul
Horror¿Qué harías si te conviertes en una criatura que se alimenta de personas? ¿Como lo sobrellevarías? Karamatsu Matsuno nos lo muestra.