Capítulo 15

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El día había resultado demasiado largo  y agotador para Kendal, nada podía hacer que su inquietud desapareciese sintiéndose arrepentido por todo lo referente acerca de su matrimonio, pero si o si debía hablar con su mujer y aclarar las cosas, convencerla de que por supuesto él no tiene la culpa de nada.

Sentada en la mesa de la cocina con una manzanilla mirando al vacío, Nayet se cuestiona por qué su marido sigue viéndose con Sara
La puerta se escuchó cerrar, limpiándose sus lágrimas rápidamente para que su marido no se preocupara, Nayet fingió estar bien cuando noto la presencia de él.

—Nayet, debo hablar contigo.—Pronunció Kendal mientras tomaba asiento enfrente de su mujer.

—¿Qué quieres Kendal?—Dijo ella sintiendo como su garganta se acumulaba el dolor por lo que su marido le pudiese declarar.

—Mira Nayet, sé que desde que nos conocemos te mentido por miedo a perderte. Pero quiero que sepas que entre Sara y yo no hay nada. No te voy a negar que no hubo algo hace años, pero solo fue una aventura, ella se casó y yo continúe con mi vida. No he sabido nada de ella hasta que puso los pies en el hospital.

—Ajá. ¿Y qué fue lo que pasó en anoche?

—Fui a su casa para ponerla en su sitio, estoy harto de que cause problemas entre nosotros, y no, no acabé en la cama con ella.

—¡No acabaste en la cama con ella! Entonces donde si no dormiste.

Kendal  la observó durante unos minutos comenzando a enojarse. Cómo podía Nayet dudar de él de esa manera. Despacio se levantó de la silla, con la mayor calma que podía disponer terminó de hablar con ella, la amaba mucho, es la madre de su hijo pero no estaba dispuesto a tolerarle que no confiase en él.

—Por lo que dices Nayet no crees en mi palabra, te crees antes la palabra de una mujer que no conoces de nada mientras a mí me dejas por mentiroso. Sólo quiero decirte que acabas de dejar claro lo que sientes por mí. Vendré a ver a nuestro hijo, no deseo compartir el mismo techo contigo.—Seguidamente Kendal se dirigió hacia la habitación para ver a su hijo, detrás iba Nayet intentando convencerle de que no se fuera. Kendal no la escuchó, y tras dejar a su hijo en la cuna agarró una bolsa de deporte, puso algo de ropa y en un silencio aterrador se marchó.
Con su frente apoyada en sus manos ella lloraba por lo ocurrido.
Mientras tanto Kendal conducía hacia la casa de su amigo. Cuando llegó a la casa de Harvey, este lo recibió desconcertado, dejándole que se acomode, Kendal le contó a su amigo la charla que había mantenido con su mujer.

—Kendal entiendo que lo que a hecho
Nayet no está bien al desconfiar de ti, pero aún así pienso que te has precipitado en marcharte de casa.

—¿Y qué quieres qué hiciera? No me cree, se piensa que me acosté con Sara cuando eso no es verdad. Tú bien sabes que no he sido un buen chico en mi época de soltero.
Amo a Nayet y nunca le voy a ser infiel.

—Lo sé, se lo mucho que la amas, pero es normal que ella dude de ti. Entiéndela.

—¿Y quién me entiende a mí? Es que acaso yo soy Robocop que ni siento ni padezco. Que sus palabras y sus dudas hacia mi no me lastiman. Pues sí, sufro con sus falta de desconfianza. Joder Harvey que no hecho nada malo.

Kendal agarró el vaso que le hizo entrega Harvey y se lo bebió de un trago. De alguna manera el alcohol tenía que hacerle de olvidar los problemas que tiene con su mujer.

Al día siguiente Nayet esperaba que su marido hubiera pensado en lo sucedido y volvería a casa. La noche  pasó y ella durmió sola envuelta entre sollozos y torturándose por haber dudado de su marido. Una parte de ella le decía que debía ser más razonable e ir a buscarlo para que la perdonase. Pero otra parte de ella le decía que había actuado bien puesto que todas las pruebas lo delataban y encima guardó silencio.

Sigo Siendo La MismaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora