LA CENA DE NAVIDAD
Lady Stanville se hallaba sola en el salón cuando su hijo entró en él, al siguiente día por la noche, fiesta de Navidad. Con una mirada, Hugo inspeccionó la sala brillantemente iluminada, decorada con un lujo un poco pesado. Luego, preguntó:
- ¿Mis primas no han bajado todavía?
- Todavía no. Creo que no están retrasadas, ¿verdad ?
- En modo alguno.
Hugo se acercó a la chimenea y se apoyó en ella. Lady Lorenza le envolvió en una mirada en la que iban envueltos el orgullo y la sorda inquietud.
Su transformación física se acentuaba todavía más con aquel traje de etiqueta que vestía con una naturalidad de gran señor, y cuya discreta elegancia hería la mirada maternal, acostumbrada a la severa corrección de antes. Hugo parecía ahora más joven que lo fuera nunca, ni cuando tenía veintiséis años.
Pero, al tiempo que constataba aquel cambio en su porte exterior y en la más profunda vida de su mirada que le daba un encanto del que se hallaba antes desprovito, lady Lorenza maldecía a la criatura que era la causa de aquella transformación, a la rubia Liliana, a quien se esforzaba su hijo en gustar.
Hugo recorría con la mirada el salón,cual si inventariara cada uno de sus muebles. De pronto, hizo observar:
- Faltan flores aquí. Debí pensar en esto. Este salón queda demasiado serio, y un alegre decorado no hubiera estado de más.
Lady Stanville, sorprendida, dijo :
- Siempre ha estado así y nunca dijiste nada.
- Antes no le di importancia a esto ; ahora, es distinto.
La madre, temblando de cólera, pensó: «¿Acaso habrá sido ella quien le habrá sugerido esta idea ?».
Hubo entre los dos un largo silencio que lady Lorenza rompió la primera con tono vacilante:
- Hace algún tiempo deseaba hablarte, Hugo, respecto a tu casamiento.
El la miró. Lady Lorenza turbada por la frialdad impaciente de su mirada, bajó los ojos y prosiguió balbuceando ligeramente:
-Vas a cumplir treinta años. Tendrías que pensar en esto.
-Tengo tiempo, madre. No se preocupe usted de esto.
-Es verdad, pero no obstante, ya que las circunstancias... Yo creía que Carolina...
- ¿Carolina?
Era tal el desdén y la sorpresa que se mezclaban en el acento y en la mirada del joven, que lady Lorenza se turbó todavía más.
- Sí... era un proyecto...
Hugo dejó escapar una ligera risa sarcástica.
-El proyecto de usted, acaso, ¿pero el mío, nunca, nunca. Además, yo no admito casamientos entre primos de grado muy próximo. Pero, aun cuando no existiera este obstáculo, ¡por Dios! Carolina sería la última persona en quien pudiera yo pensar.
-¿Por qué? Posee buenas cualidades, es seria... no es coqueta...
Hugo contestó en tono de chanza:
- ¡Pues era lo único que le faltaba!
Lady Lorenza prosiguió, en tanto sus dedos arrugaban febrilmente la seda bordada de su traje:
-No se le ha ocurrido nunca hacerse notar... es modesta,silenciosa, excelente mujer de casa.
-¡Tanto mejor para el feliz mortal que escoja esta perla de belleza, de inteligencia y de bondad!
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La casa de los Ruiseñores
RomanceSipnosis: La señora de Sourzy la siguió con la mirada. Un suspiro hinchó su pecho y, uniendo las manos, murmuró estremeciéndose: -Pobre chiquilla mía, tan delicada, tan bonita! ¡Que terrible existencia para ella! Autor: M. DELLY Lord Stanville era...