HORAS DE TORTURA
Liliana recibo al día siguiente una carta de lord Stanville. Le daba cuenta de que sus asuntos le retendrían, a su pesar, veinticuatro horas más de lo que pensaba.
« ¡Deseo tanto verte de nuevo, amada mía! Lejos de ti, lejos de tus queridos hermosos ojos, me siento triste y sin vida».
Liliana leyó dos veces las páginas cubiertas de aquella firme escritura que la traía el amoroso recuerdo de su novio. Todos los vagos temores que quedaron en su espíritu desde la víspera, se desvanecían completamente.
A la hora de la comida dió cuenta de su prima del retraso en el regreso de Hugo.
Lady Lorenza no hizo la menor observación a este respecto. Pero, poco después, dijo en tono apacible:
— Sin duda ha encontrado allá abajo, a ese encantadora Roseta. Debía dirigirse allí, después de pasar algunos días en Londres.
Liliana replicó fríamente:
— No nos ha dicho nada de esto, en la visita que me hizo la víspera de mi partía en casa de la señora Jallev.
— Pues ella me lo dijo a mí cuando la encontré en High-Street la mañana del día en que partió para Londres. Cabe, pues, pensar que alguna razón debía tener para no comunicártelo.
Liliana no contestó. Pero de nuevo a la inquietud se apoderó de su espíritu. Por la tarde, se dirigió a casa de los . La víspera, cuando fué un momento a casa de sus amigas, Joe tuvo el buen acierto de no salir, y sabía que el joven había partido por la noche para Londres. Así, pues, no tenía que encontrarle hoy.
La señora O'Feilgen y sus hijas ignoraban indudablemente la tentativa hecha por Joe cerca de Liliana, y ésta no les dijo una palabra de ello. En lo que respecta a Roseta, Liliana experimentaba verdadera repugnancia de informarse de ella, y de lo que la llamaba a Edimburgo. Y, no obstante, sentía como un secreto deseo de conocer las causas de aquel viaje.
A su llegada, Catalina se apoderó de ella y la condujo al piano para decifrar una música. Al tiempo que buscaba un cuaderno en el musiquero, muy mal arreglado, la mayor de las O'Feilgen preguntó:
— ¿Es mañana cuando llega lord Stanville?
— No, hasta pasado mañana. Se ve obligado a retrasar el regreso para terminar unos negocios.
— ¿Se te hace largo el tiempo, querida Liliana? Paciencia, ya se acerca la fecha de la ceremonia. ¡Que novia más deliciosa serás, Lilí! Nuestros trajes de dama honor serán muy bonitos, ¿sabes? ¡La señorita Hetton tiene tanto gusto!... ¿Pero, en dónde se ha metido este cuaderno? Mi tía lo ha revuelto todo el día antes de marchar y no se tomó el trabajo de arreglarlo. Está en Edimburgo, ¿sabes?
— Sí. ¿Y por qué este viaje?
— Tiene allí una tía de su marido, de la que no hacía ningún caso, porque es pobre. Pero, por la carta que nos ha escrito hoy sabemos que hallándose esa señora enferma la ha mandado a llamar. Pero como no tiene habitación en su piso se ha visto obligada a ir a un hotel. Y me pregunto cómo va a pagar estos esos gastos. ¡Bah, sin duda seremos nosotros los que cargaremos con ellos!
Y se echó a reír; luego, se extendiendo la mano hacia una mesa, dijo:
—Mira, esta es su carta... este sobre con el membrete del hotel. Puedes decirle si quieres, ya que dice unas amables palabras para ti.
Liliana se inclinó, miró el sobre, y con voz un poco turbada, dijo:
— Es el hotel en donde esta lord Stanville.
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La casa de los Ruiseñores
RomanceSipnosis: La señora de Sourzy la siguió con la mirada. Un suspiro hinchó su pecho y, uniendo las manos, murmuró estremeciéndose: -Pobre chiquilla mía, tan delicada, tan bonita! ¡Que terrible existencia para ella! Autor: M. DELLY Lord Stanville era...