Capirulo 14

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LA INTRIGA

La noticia del casamiento de lord Stanville con su prima y pupila, produjo en Breenwich una viva sensación. Bien es verdad que gracias al cuidado de algunas malas lenguas, y particularmente por la señora Haig, nadie ignoraba que Hugo testimoniaba a aquella linda personilla un interés inexplicable, y que lady Lorenza lo consideraba enamorado de ella. Pero las gentes pensaban que un hombre tan ambicioso — así le había presentado siempre lady Stanville — sabría dominar su pasión y no cedería fácilmente a un deseo de aquel género.

Pero el hecho era cierto: lord Stanville se casaba con Liliana de Sourzy.

En seguida otra noticia comenzó circular. El dueño de Stanville-House mandaba restaurar totalmente la Casa de los Ruiseñores para instalarse en ella con su joven esposa. Esto puso fin a las curiosidades de la gente que se preguntaban: « ¿Qué sucederá entre la suegra y la nuera?» Lord Stanville arreglaba la situación en tal forma, que su madre conservaría todas sus costumbres y continuaría dirigiendo Stanville-House  , en tanto que el joven matrimonio organizaría una existencia completamente aparta.

Dominando su rencor y su cólera, lady Lorenza hacía una relativa buena cara a Liliana. Comprendía perfectamente que Hugo no soportaría más la menor cosa que pudiera herir a su novia, a la que rodeaba de atenciones, cuyos deseos atendía con una solicitud amorosa que exasperaba a la madre.

Así se veía ahora precisada a recibir a los O'Feilgen, a los que ante Hugo tuvo completamente olvidados.

Fueron invitados a la comida de prometidos, y Hugo declaró que, en adelante, se sentarían a su mesa dos veces por semana.

Lady Lorenza, conteniendo su irritación, objetó:

— ¿Así, pues, estás decidido a recibir a estos bohemios?

— Este calificativo no les corresponde, madre. Hemos olvidado durante mucho tiempo los que eran nuestros parientes y, ya que llevan una vida un honrada, debemos acogerles e incluso ayudarles si lo necesitan.

— No obstante, su costumbre de derrochar....

— Es muy deplorable, pero tienen en cambio otras excelentes cualidades.

Lady Stanville no insistió más. No le quedaba más remedio que soportar a los amigos de Liliana, sin pronunciar una palabra de reproche, y por si esto era poco, tuvo que sufrir la presencia en uno de los salones del magnífico piano de cola, recién llegado de Londres. Todas las noches, Hugo pedía su novia que tocara y pasaban las veladas en el salón, hablando largo rato cuando la joven abandonaba el piano, tras de haber tocado o cantado las obras preferidas de lord Stanville.

Los días en que acudían los O'Feilgen, se verificaban verdaderas de las musicales. Roseta, cuya voz no acababa de arreglarse, no podía brillar en ellas como hubiera querido. Además, se hallaba muy molesta por la indiferencia que le testimoniaba lord Stanville, a pesar de sus discretas coquetería. Cada vez más celosa de Liliana, se acercaba más a las que detestaban a la joven, y pronto, por hábiles adulaciones y por insinuaciones en las que les mostraba la poca simpatía que le inspiraba Liliana, consiguió ganarse la simpatía de Lady Lorenza y de Carrie.

La primera dijo un día a su hijo:

— No podía imaginarme que Roseta fuera una mujer tan seria. La considero muy superior de inteligencia a Fanny y a sus hijos.

Hugo contestó:

— Se equivoca usted; es una mujer muy astuta y muy falsa.

— ¡Oh! ¿Es posible que creas esto?

— Estoy seguro de ello. Además, es el ser más egoísta que puede hallarse en la tierra.

— ¿Quién te la ha pintado así? ¿Liliana, sin duda?

La casa de los RuiseñoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora