HACIA EL DESTIERRO
Sentada en un rincón del vagón, Liliana miraba melacólicamente cruzar el paisaje. Aquel tren la conducía hacia Breenwich, hacia Stanville-House, hacia la esclavitud.Y así parciales a ella que aquel tren lleva una velocidad insoportable. Hacía 5 años- desde de la muerte de su madre, sobrevenida un año después de su llegada a casa de los Stanville, - que permanecía interna en una institución que la preparaba para el cargo de contable, secretaría u otros de este género, según las instrucciones de lady Stanville. Salía únicamente del pensionado durante las vacaciones, qué pasaba en Stanville- House, y era aquella para ella la época más pesada del año.
En la institución Welling había aprendido la contabilidad, la esteno- dactilografía, el alemán, el italiano, el dibujo industrial. Su viva inteligencia, su energía, su facilidad en el trabajo le permitieron triunfar en todo. Pero sus gustos intelectuales no hallaron ningún aliciente en aquel programa instrucción. Respecto a la música, de la que tanto buscaba, una feliz casualidad la hizo entrar en relación con un anciano profesor de piano, amigo de la directora, el cual, impresionado por su rara disposición, le daba lecciones gratuitamente, << por el solo gusto de formar una notable artista>>, según decía él.
Esto, naturalmente, lo ignoraba lady Lorenza. La señora Welling, se prestó a este pequeño engaño, al saber por Liliana cuán penosa era su situación, y cuan pesado el yugo que tenía que soportar en casa de su parienta.
La señorita de Sourzy, encontró, en la institución Welling, una verdadera amiga en la persona de una profesora de dibujo, la señorita Jallew, joven viuda muy inteligente que con su trabajo mantenía a su madre y dos sobrinos huérfanos. Era su casa la que visitaba la joven de vez en vez, también ocultamente de lady Stanville, la cual había creído inútil proporcionar a su joven prima alguna distracción, ya que, según ella decía, en su situación debía privarse de muchas cosas y principalmente de toda distracción.
Está amistad, la simpatía que su encanto físico y moral atraía hacia ella, por parte de los profesores y discípulas, hacían más cruel aquella partida, ya que ¡ay! no había de seguirla el acostumbrado regreso, porque, terminados ya sus estudios, debía quedarse definitivamente en Stanville- House. Allí, lady Lorenza se reservaba el derecho de ocuparla en algo, aguardando la decisión que respecto a su situación debía tomarse.
Sabía muy bien Liliana cuál sería aquella ocupación. En todas las épocas de sus vacaciones se vio obligada a bordar y coser para lady Stanville y para Carrie, a ayudar a las camareras en la limpieza de las numerosas habitaciones de Stanville-House y a efectuar muchos otros trabajos de este género, siempre seguido de las críticas acerbas de su parienta y de miss Bairn, cada día más arrogante y vanidosa. A la llegada, la pobre niña se sentía diez veces más fatiga que a la partida y sobre todo hundida por la lucha contra si misma que tenía que sostener para vencer su rebeldía, o para soportar con valor todas las injurias y todas las injusticias y crueldades.
Tenía, pues, motivo para estremecerse ante la perspectiva que le aguardaba. Y había resultó, muy penoso lo que le fuera efectuar está demanda, pedir a lord Stanville , que era su tutor, que le permitiera buscar en seguida una colocación a fin de poder vivir sin deber nada a nadie.
Hacía tres años que Liliana no había visto a lord Stanville. En la época de vacaciones viajaba sin duda, para sus negociosos, ya que nadie podía imaginarse que pudiera gustar de la contemplación de paisajes, de los museos, o de las puestas de sol en los lagos italianos. Liliana se congratulaba de aquellas ausencias. Nunca pudo olvidar su implacable dureza, ni la humillación a la que la sometió. Por su madre dominó su rebeldía, pero a partir de aquel día nunca pudo hallarse en presencia de lord Stanville sin que su corazón se oprimiera y sin que sintiera invadida de una sensación de malestar. Tuvo que recurrir a su fe de cristiana ferviente para combatir los sentimientos de odio que se apoderaban de su alma, tanto en lo que se refiere al hijo de su madre.
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La casa de los Ruiseñores
RomanceSipnosis: La señora de Sourzy la siguió con la mirada. Un suspiro hinchó su pecho y, uniendo las manos, murmuró estremeciéndose: -Pobre chiquilla mía, tan delicada, tan bonita! ¡Que terrible existencia para ella! Autor: M. DELLY Lord Stanville era...